Esta foto salió el año pasado (mayo) en El País Semanal en
un artículo firmado por Javier Rioyo. Me entusiasma… El
genio abandonado a la ensoñación sobre unos guijarros; con unos cativos de una España pobre y una
despreocupación absoluta de postura y aliño. Sin bigotes, sin pinceles, sin excentricidades,
sin Gala. ¡El Divino Dalí! Excelso para
muchos, un farsante para otros.
Viviendo yo en Girona, allá por los años 1978 y 1979, fueron
varias las visitas que hice al Museo Dalí en Figueres. En ocasiones seguía
hasta Portlligat para tomarme una cerveza en un bar en lo alto. Desde su terraza casi podía tocarse la residencia del pintor.
Algunas veces vi como daba comida a los gatos que merodeaban por allí; otras
como, envuelto en una bata grana rayada de negro, se acercaba a la ventana y
movía la persiana; y las más me conformaba
con la contemplación de los huevos gigantes del tejado o el bello azul de la cala al pie de la casa.
Era (y es) para mí un icono de la pintura, un virguero de la
literatura, un rebelde burgués, un tímido chulo, un amante platónico, un
mundano espiritual, un lógico surrealista, un pueblerino universal. Todo menos vulgar y gregario. Ni el gran jefe
del surrealismo, Andre Breton, consiguió mantenerlo en su redil. Su talento le permitió con su arte
hacer armónico lo inconexo, y con su vida un juego del escándalo sin agravio.
Es inevitable que un personaje de tal índole se haga acreedor de
lisonjas y críticas. Estoy persuadido de que Salvador Dalí las confundía y obviaba:
su mundo imaginativo y onírico no tenía cabida para juicios populares.
Y termino con el mío:
admiro su dibujo, venero su pintura, alabo su ingenio, disfruto su
literatura y me seduce su persona. ¡Y su fotografía!
Realmente era extraordinario, como también el ambiente del que emergió. ¿Qué imagen tendría de sí mismo y de su entorno?
ResponderEliminarTu pregunta carece de respuesta. Ni él ni sicólogo alguno. Carecen estos de capacidad para penetrar en mar tan profundo como la psique de este genio.
EliminarSaludos agradecidos, dafd
Es una de aquellas fotografías que ya dicen algo. Algo en esa mirada tan difícil de definir, entre la ironía, un cierto desdén, la consciencia de algo... Y sí. Su obra avasalla. Uno no sabe muy bien de dónde nace y el porque. Sólo queda admirarla, como a su creador. Recuerdo en el museo Dalí un cuadro de cuando el pintor tenía 14 años... ¡Dios! Ni en toda una vida de esfuerzo la mayoría seríamos capaz de eso.
ResponderEliminarUn abrazo.
Esta foto, Igor, no necesitaba texto. Cada uno que explore en ella según su intuición, conocimiento del artista o cualquier otra variable a la que sea sensible. Escibir sobre este monstuo sobra en la mayoría de las veces.
EliminarUn abrazo.
Buenos días:
ResponderEliminarEn toda la descripción que haces de la persona "Dalí", creo que falta, habiendo nacido, crecido y refugiado en el Ampurdán, que también era un auténtico "payés".
Creo que de payés lo que más tenía eran las alpargatas, de lo demás no tanto.
EliminarUn abrazo, José.