Supongo que a estas alturas quién pase por aquí ya se habrá topado con la famosa "
Carta de un investigador al rey". Ahora se escribe tanto sobre cerebros fugados que, aún siendo parte afectada, me aburre. De ahí que no haya leído esto hasta hoy. Me molesta profundamente ver que se aplaude tanto la ignorancia y el populismo de un compañero de gremio. Así que, aunque el mensaje no era para mí, lo voy a contestar.
Querido Juan Carlos,
Me llamo Alberto Sicilia, y soy investigador de física teórica en la Universidad Complutense de Madrid. Hasta el año pasado, enseñaba en la Universidad de Cambridge. Decidí regresar a España porque quería contribuir al avance científico de nuestro país.
Mi nombre no debería importar. Mi profesión tampoco. Pero, por simetría estilística, comentaré que soy radiofísica en Glasgow, donde trabajo para la Seguridad Social, investigo y doy clases. Decidí quedarme porque no creo que el avance del conocimiento sea cuestión de banderas y aquí es donde, de momento, se está haciendo un uso más eficiente de mis capacidades y mi tiempo.
A las pocas semanas de llegar, me llevé la primera alegría: Francisco Camps obtenía un doctorado cum laude apenas 6 meses después de dimitir como presidente de la Generalitat. Escribí dos cartas para felicitarle, pero no me respondió. Paco debe estar muy ocupado. Quizás le contrató Amancio Ortega para que diseñe la colección de trajes primavera-verano.
No, nada de eso. Después de que la universidad valenciana mostrase su acuerdo con la política de Camps de esta forma, él fue considerado inocente por un jurado popular y la mayoría de sus paisanos lo volvieron a querer como presidente. Ellos sabrán.
Abrí la segunda botella de champán al conocer los Presupuestos Generales recién presentados. La inversión en ciencia se recorta en 600 millones de euros.
Desolador. Esto sólo pasa en España. Seguro que los recortes a un sistema tan transparente y productivo como el nuestro serán mucho más llorados que
la cancelación de gran parte del programa de exploración espacial de la NASA.
Imagínate que se nos ocurre apostar por la investigación y acabamos ganando un Nobel: quebraríamos el orden geopolítico mundial. Hasta ahora, los Nobel científicos son para británicos, alemanes, franceses o americanos. Nosotros nos llevamos los Tours, los Rolland Garros y las Champions League. Si empezásemos a ganar también en ciencia, ¿qué consuelo quedaría para David, Angela, Nicolas y Barack?
Supongo que el consuelo de saber que tiene listas diez veces más largas que la nuestra gracias a que en sus países se pone más esfuerzo en la captación de capital privado.
He sufrido la tercera y definitiva conmoción al saber de tu safari. Dicen los periódicos que costó 37.000 euros, dos años de mi salario.
El sueldo del rey se decide en los presupuestos generales del Estado al igual que, indirectamente, el tuyo. Si no estás de acuerdo con el reparto, se lo puedes hacer saber al diputado de tu zona, al Secretario de Investigación, al Ministro de Cultura o al Presidente del Gobierno. Pero reprocharle la situación a una persona sin poder legislativo es absurdo.
Los que nos dedicamos a la ciencia no lo hacemos por dinero. Al terminar nuestras tesis doctorales en física teórica, algunos compañeros se fueron trabajar para Goldman Sachs, JP Morgan o Google. Quienes continuamos investigando lo hicimos por pasión. La ciencia es una de las aventuras más hermosas en las que se ha embarcado la especie humana. Al regresar a España, entendí que atravesábamos una situación económica complicada. Por eso acepté trabajar con muchos menos recursos de los que ofrecía Cambridge y un sueldo inferior al que ganaba cuando era estudiante de primer año de doctorado en París.
Pues en mi experiencia, al terminar en la facultad, varios nos dedicamos a asistir en el tratamiento de enfermos de cáncer. Otros están en Fuckushima desarrollando nuevos detectores de radiación o como consultor en impacto medioambiental. Alguno trabaja en aumentar la eficiencia de plantas eólicas. Hay una asesora científicas para The Economist y un empresario que da trabajo en el área de nanotecnología. Todos pagamos la hipoteca con cierta holgura. Es lo bueno de tener una carrera con paro casi cero que, a poco que valgas, tienes más opciones que ser un docente a dos velas o vender tu alma al Capital.
Juancar, tengo que darte las gracias. Tu aventura en Botsuana me ha hecho comprender, definitivamente, cómo es el país al que regresé.
Regresé a un país donde el Jefe del Estado se va a cazar elefantes mientras cinco millones de personas no tienen empleo. Regresé a un país donde el Jefe del Estado se opera de prótesis de cadera en una clínica privada, mientras miles de compatriotas esperan meses para la misma intervención. Regresé a un país donde el Jefe del Estado se va de vacaciones en jet privado mientras se fulminan las ayudas a las personas dependientes.
Es que regresaste a un país donde el
deber del Jefe de Estado es moderar el funcionamiento regular de las instituciones y asumir la más alta representación del Estado Español en las relaciones internacionales. Es decir, que mientras la cosa marche uniformemente en casa y no se le requiera fuera, el rey puede gastar tiempo y dinero como le plazca. De ahí que tampoco oigamos quejas sobre las fastuosas fiestas de los monarcas monegascos o sobre las gigantescas inversiones del príncipe de Gales en empresas de homeopatía o galletitas de mantequilla. Mientras los monarcas cumplan con sus contratos, no necesitan hacer más. Salvo que estén en una sociedad lo suficientemente hipócrita como para que ser honrado sea menos importante que parecerlo.
Dejo un pequeño ejemplo del trabajo de la corona española:
Sería muy distinto si el que no diese la cara fuese el presidente del gobierno, pero para eso tenemos las urnas. Seguro que los conciudadanos que tanto aprecian tu compromiso con la ciencia y tu patriotismo nunca querrían a alguien así al mando.
Que yo me marche a otro lugar para seguir mis investigaciones no será una gran pérdida para España. No soy el Einstein de mi generación. Pero me desespera pensar en algunos físicos de mi edad que son ya referentes mundiales en las mejores universidades. Muchos de ellos soñaban con regresar un día a España. Teníamos la oportunidad de cambiar, al fin, la escuálida tradición científica de nuestro país. Nunca volverán.
Otros llevamos años roncando plácidamente allende los mares, porque creemos que el que la Ciencia no avanzase sería una gran pérdida, pero el que no lo haga en un determinado punto geográfico no.
Hemos convertido España en un gran coto de caza. Pero aquí no se persiguen elefantes ni codornices, sino investigadores. Dentro de poco podremos solicitar subvenciones a WWF por ser especie en extinción.
Me encantan estas líneas. Es la primera vez en mucho tiempo que veo a un científico español solicitar capital privado. Pena que sea para sufragar algo que no existe, ya que lo nuestro no es extinción, sino un movimiento migratorio de larga historia.(Desde que sacudimos el polvo de judíos y árabes en la Reconquista).
Permíteme terminar con otra cuestión que me turba. En África hay cientos de jóvenes españoles trabajando como cooperantes en ONGs. Chicos y chicas que viven lejos de sus familias porque quieren aliviar el sufrimiento humano y construir un mundo más decente. Si tenías tantas ganas de viajar a África, ¿porqué no fuiste a abrazar a esos muchachos y a recordarles lo orgullosos que estamos de ellos?
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Si alguien sabe la fuente original, la enlazo. |
Supongo que porque eso es ya una parte considerable de su agenda laboral y él se fue de vacaciones. Ponerse a saludar cooperantes -además de ser harto difícil en una democracia próspera como Botswana- sería como para nosotros llevar el
Physical Review Letters a la cama.
Juancar, en tu último discurso de Navidad afirmaste que “todos, sobre todo las personas con responsabilidades públicas, tenemos el deber de observar un comportamiento adecuado, un comportamiento ejemplar”. Y digo yo, si unos meses después tenías planeado ir a cazar elefantes, ¿por qué no te callas?
Berto, ya llevas varias cartas llorando por los científicos españoles. Recuerdo a Solana, otro físico, que dejó una prometedora carrera de investigador en EE.UU. para asistir a su país como político en momentos de crisis. Tú pareces apasionado, honrado y con talento para la demagogia. ¿Por qué no le imitas?
Una última reflexión (sí, más, hoy estoy que me salgo). Tengo una hija. Cuando crezca, sabrá que viene del país de Velázquez, Picasso, Cervantes, Lorca y Buñuel. Cuando en el colegio le enseñen sobre la Armada Invencible su madre le hablará de Blas de Lezo. Sabrá que viene de una tierra donde amigos en paro se empeñan en pagar el café "porque tú aquí eres invitada" y dónde un disgusto da lugar a cien chistes (y al menos noventa buenos). Un país donde la belleza del paisaje y la afabilidad de sus gentes nos permiten luchar de igual a igual con gigantes del turismo como EE.UU. o China. Pero, al igual que si ella quiere dedicarse a las Bellas Artes o la Hostelería yo sería la primera en buscarle residencia en Madrid, así le diré que si quiere ser ingeniera aprenda alemán, si quiere trabajar en moda aprenda francés e italiano y si quiere ser científico o economista se quede en casa (aunque aprender hindi no le haría daño). Y no pasa nada.
Actualización (15 de Mayo de 2012):
Joan Massagué, referente mundial en investigación del cáncer, ha hecho pública una
excelente y dura crítica a la política de recortes del gobierno en investigación y desarrollo. Certera, constructiva y sin demagogia. El Dr. Sicilia no será el Einstein de su generación, pero el Dr. Massague sí es el Severo Ochoa de la suya. Y se nota.