Leí LA BROMA hace
años. Desde entonces tuve la sensación de que había muchas cosas en ella que se
me escapaban, que había más en sus líneas de lo que yo había aprehendido.
Cuando ahora la releo confirmo aquella sensación.
Esta novela es la transcripción de una época donde el
comunismo es el dios y Lenin su profeta; cuantos contra ellos pequen han de ser
vilipendiados y alejados del mundo de los justos. Costumbres, folclore, amor,
arte, familia… todo ha de estar al servicio de la religión de la igualdad. La
delación del diferente se premia y la prudencia es sinónimo de tibieza en la
lucha por la causa. El individualismo corroe las bases y la alegría desacredita
a quien la muestra.
Milan Kundera –su autor-
nos presenta un análisis extraordinario del régimen checo en el periodo
1948/1956 a través de unos personajes que caminan por el totalitarismo con paso
seguro y otros a los que los tropezones le hacen costoso el avanzar.
Un joven comunista convencido (Ludvik), con un puesto
importante en la Unión de Estudiantes Universitarios, envía una tarjeta postal
a su novia Marketa (una de esas mujeres
que se toman todo en serio) que está en un cursillo del partido. Un golpe
de humor le hace despedirse con unas frases que serán su condena: “¡El
optimismo es el opio del pueblo! El espíritu sano hiede a idiotez. ¡Viva
Trosky!”
Esa postal se queda sin contestación, y Ludvik ha de
comparecer ante un consejo de la universidad presidido por su amigo Zemanek; quien
levanta el brazo, como el resto de consejeros, para que el firmante de la
tarjeta sea expulsado de la universidad y enviado a trabajar en la mina. Allí
conocerá a compañeros de índole variopinta y un amor que le hará dudar entre lo
platónico y lo real.
Pocos años más tarde, el ortodoxo militante ya no lo es
tanto, al costumbrista popular
(Jeroslav) le traiciona su propio hijo; y, la venganza tan preparada por
Ludvik se desarma al romperse los hilos con que se había trenzado. La
mastodóntica y compleja máquina de la igualdad pierde engrase y se manifiestan taras en las piezas producidas.
Hay en esta novela amor, crítica, amistad, sarcasmo,
compasión, odio… Arropado todo por el trasfondo social del marxismo de
aquellos años.
Esta de Kundera no la conocía. Vaya, aquello sí fue una buena broma. A final, la gran ventaja del capitalismo es que se basa en el individuo, más realista que basarse en lo colectivo. El primero está muriendo, pero bastante más tarde...
ResponderEliminarBuscaré como un minero condenado este libro. Me chifla este hombre, aunque a veces tenga un puntito teatral. Da igual, leerlo es un gran goce.
Gracias por la recomendación.
Un abrazo.
Creo que no te defraudará. A veces puede parecer manido el mensaje pero aquí lleva el cuño de la perfección en la exposición.
EliminarUn abrazo.
EN su momento la leí y me gustó mucho. Kundera es uno de los grandes y en general, me encantan los literatos checos (Hrabal, Kafka, ... hasta Havel) tienen un toque diferente que les distingue.
ResponderEliminarLeido y disfrutado, ¿qué voy a decirte...?
EliminarGracias por el comentario. (Yo en tu blog no puedo: cuando me pide la autenticación mediante la escritura de una palabra, por mucho que lo intente, no me lo acepta.
Un abrazo.
De Milan Kundera he leído sólo "La insoportable levedad del ser". Y ésta que nos indicas parece tener todos los visos de un mayor entendimiento del ser humano que sale trasquilado después de formular una simple broma. Con sus virtudes y sus desengaños. Espero leerla lo más rápido que pueda pues ytengo un listado haciendo cola. Gracias por anotar ese título y su reseña. Un abarzo.
ResponderEliminarComprendo muy bien lo de la lista de títulos pendientes... Cuando le llegue el turno, sé que gozarás sus páginas. Ya sabes que, si se comprende, lo podemos pasar muy bien con una "broma".
EliminarUn abrazo.
Una ideología dominante funciona parecido a un motor de redes. Un concepto, una idea-núcleo va formando a su alrededor un conglomerado de inducciones, a partir de ella, que no tiene fin. Es un motor de ideología, y, como todo motor, frágil, expuesta a los argumentos, falsable, pero también reproducible. Por tanto, si no hay amenazas que la pongan en peligro, se irá reproduciendo sobre sí misma, buscando argumentos y razonamientos consistentes que tienen que ir calando en la sociedad también poco a poco, de unos a otros, igualmente como una red. El resultado es una tela de araña que va atrapando a nuevas personas según se va formando.
ResponderEliminarCualquier frase inconsistente con la idea-núcleo se vuelve extraña. Y la araña que cuida de la telaraña da cuenta de la anomalía. Si no hubiera araña, no habría amenaza. Pero, claro, tampoco régimen de terror que proteja la idea-núcleo.
La telaraña que va atrapando a las gentes es también sensible en cada hilo, que a la menor perturbación avisa al vigilante jurado de la aparición de un díscolo que ha de ser neutralizado.
ResponderEliminar"Cualquier frase inconsistente con la idea-núcleo se vuelve extraña." Efectivamente... En un momento del libro, el protagonista es tildado de raro porque ¡se sonríe! Así son los movimientos de rígido prontuario.
Un abrazo y gracias por la visita.