10 agosto 2011
Amor y vida
Un joven de 17 años me comentaba que una compañera le atraía pero que no avanzaba en el trato con ella porque no estaba en edad de enamorarse. De inmediato, yo le contesté: de acuerdo en lo que dices. Me lo había dicho muy seguro y yo le había replicado en igual tono. Pasadas unas horas, en un paseo rutinario, me pregunté: ¿hay edad para enamorarse? Recordé que yo mismo había conocido esa sensación cuando aún no me afeitaba.
La gente que me tropezaba parecía decirme con su mirada que el amor llega y se adueña de la persona sin reparar en los años de la misma. Yo seguía caminando y maquinando: el enamorado cambia el centro de sus pensamientos y, consecuentemente, sus actitudes son diferentes a las que antes tenía. Ahora, la persona amada es el centro de su vivir, todo lo demás pierde importancia; la época o las circunstancias del amor no son más que anécdota y romanticismo. En su vida hay unas premisas que antes no existían, todo ha cambiado.
¿Este cambio tiene igual trascendencia a los 17 que a los 27 años? La respuesta puede ser la justificación del aserto del joven y mi refrendo. A los 27, ya se han vivido unos años de forma independiente, se han creado conceptos propios, la autobjetivación tiene un peso que no tenía a los 17; la filosofía de vida va a permitir la ponderación de la autonomía con la proyección del yo.
Lo anterior puede parecer irrefutable, pero tiene su punto vulnerable: Estamos racionalizando un sentimiento y metiendo en danza un anhelo de felicidad. Tolstoi dijo que la felicidad sólo puede sentirla el alma, no la razón. A. Gide escribió que el amor idealizado sucumbe ante la confrontación de la razón. Entre dos aguas estamos, ¿o es el mismo lago con corrientes diferentes según la estación?
A cada uno toca decidir. El amor forma parte inseparable de la vida. Según la vida que elijamos, así será nuestra experiencia amatoria. No hay regla. Es mi creencia que la forma de amar y la filosofía de vida han de estar en concordancia. Es decir: "Dime cómo amas y te diré cómo vives".
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Hola,
ResponderEliminarEsta idea que planteas da para años de réplicas y contraréplicas. Yo iba a decir aquello de que no te enamoras igual a los 17 que a los 47, porque a los 17 todo tiene una intensidad emocional que no vuelve a repetirse. Pero, efectivamente, no hay reglas. Ninguna. Esto es un tema del alma, no de la razón. Tolstoi ya se daba cuenta. Gide también veía el ancla pesada de la razón, ja. Aunque todas las palabras pueden quedar barridas con un fuerte enamoramiento. Me quedo con lo que dices que sólo se ve al objeto amado y lo demás desaparece. Eso es locura, sin duda.
Un abrazo.
Hola Demián, creo que efectivamente éste es un tema que da para rato, largo y tendido. Francesco Alberoni es conocido por sus libros ennfocados hacia los tema a moroso y hacia los sentiminetos colectivos. Y en uno de sus libros dice los siguiente: " ni nos enamoramos de alguien similar i de alguien opuesto y al mismo tiempo de ambos. Porque nos enamoramos de quien nos llena, nos enriquece y, luego, de algún modo dbe sernos afín para brindarnos cosas que podamos asimilar, pero también distinto y, hasta cierto punto, incluso, opuesto para brindarnos aquello que no tenemos y permitirnos cambiar"
ResponderEliminar¿Y por qué nos enamoramos?. Según palabras del mismo autor: " Porque nos sentimos insatisfechos, inquietos y solos, pero no obstante llenos de vida y dispuestos para un nuevo encuentro, para renacer libres y felices. El enamoramiento aparece caundo el individuo se siente primido, desanimado, encerrado, imposibilitado para expresar su potencial y, al mismo tiempo, al encontrar a otro en su misma situación, se abre se libera y florece. Para hacer brotar las flores es necesario quitarles el agua. La planta ante el peligro, abre sus pétalos, esparce su polen y genera nueva vida.Se enamora el joven que deja a su familia y se enfrenta al mundo,se enamora quien ha cambiado de ciudad y de trabajo y corre hacia lo nuevo. Se enamora quien descubre que vive una vida demasiado estéril y vacía, y siente arder dentro de síel anhelo de una felicidad que todavía no conoce." Entonces ¿ de quién nos enamoramos? De la persona que, en el singularísimo período en el que estamos predispuestos a enamorarnos, con su comportamiento, sus sentimientos, con sus valores, su impulso, su calor, su inteligencia, sus ganas de vivir, su belleza, con el placer que nos hace sentir, nos da a entender que, juntos, podremos realizar nuestros deseos más intensos y esenciales, incluso los prohibidos, los que no hemos tenido el valor ni de confesarnos a nosotros mismos. Aquélla con la que podamos colmar todos los vacíos de nuestra alma, desarrollar todo nuestro pòtencial. Al mismo tiempo, sentimos una atracción irresistible y la necesidad de fundirnos espiritual y físicamente con ella."
Hasta aquí todo muy bien Demián. El problema viene cuando sentimos así de esa manera expresada arriba y no somos correspondidos. Entonces por mucha filosofía de vida que tengas, cercana a lo expuesto y a su vez construída pasito a pasito por tus propios valores, esquemas, empeños y trabajos; si no se da esa cercanía y ese encuentro, desde mi punto de vista no es posible el enamoramiento inicial que puede dejar paso al amor maduro posteriormente.Como bien dijiste tiene tela para rato y desde luego da para muchas tertulias. Al final uno lo que desea es ese encuentro coincidente, cercano a la propia vida y existencia personal que te aporte vida, dicha y construcción. Toda una filosofía de la vida si se desea encauzar. El ser humano se caracterizará siempre por la búsqueda de su felicidad y en definitiva es una cuestión del alma según el enfoque personal. Disculpa mi largo repertorio. Te envío un grato saludo.
Con interés y detalle has leido mi post y, claro, el abanico de enfoques es interminable; y en eso estamos de acuerdo.
ResponderEliminarEl amor, parte sustancial de la vida, se presenta con ropajes múltiples, y cada uno ha de saber si se trata del gran señor o del mendigo próximo.
Un abrazo
El comentario anterior es para
ResponderEliminarIgor, con amor.
tanci...
ResponderEliminarMuy interesante el párrafo de Francesco Alberoni -al que no conocia- y todo cuanto tú aportas. Nunca el tema se verá agotado. Cambiarán algunas formas, se racionalizará más o menos, pero el amor estará presente: dejándose vivir o haciendo sufrir por su ausencia. Siempre será invitado deseado y cuando se excuse por su falta -"El problema viene cuando sentimos así de esa manera expresada arriba y no somos correspondidos"- ¡siempre nos quedará el arte! Las grandes obras de arte han tenido como aguijón la falta de amor. Esa compensación nos queda.
Que tengas un fin de semana con amor y mi afectuoso saludo.
Su article es demasiado bueno aunque a ciencia cierta no hay edad para enamorarse es posible que hayan personas que puedan ceder a este sentimiento hasta su edad adulta
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