El problema se relaciona con un aumento de la pobreza y los recortes sociales del gobierno conservador. Pero esto no explica el fenómeno totalmente. El mapa de disturbios verificados de The Guardian demuestra que la violencia no se ha extendido entre las zonas más pobres (Norte de Inglaterra, Gales o Escocia), sino en barrios marginales dentro de algunas de las más ricas (Londres, Midlands y el Sur Este).
Imagen tomada por Beacon Radio |
Para comprender lo que está ocurriendo es necesario entender un concepto: el de "underclass", o "subclase". La "subclase" surgió tras la II Guerra Mundial, a partir de un aumento de las ayudas del gobierno hacia las gentes más castigadas. La crisis industrial de los años ochenta asentó esta población. La "subclase" son parados crónicos. Viven de subsidios y pensiones. Si trabajan, es lo mínimo para no perder estas ayudas. Han convertido la explotación del estado del bienestar en una forma de vida. Son despreciados por el resto de la sociedad, con lo que la suya es una existencia marginal, llena de violencia, miseria y droga. Sin embargo, también es una vida fácil, heredada de padres a hijos.
La pasada década, ciudades como Londres o Birmingham vivieron una economía en rápida expansión y una población vorazmente consumista. En ellas, con los subsidios se cubrían necesidades básicas y con contratos esporádicos (que en ciudades ricas eran muy fáciles de conseguir) se podían pagar los Blackberries, las playeras de marca o la bisutería ostentosa que se convirtieron en señas de identidad de la "subclase".
Tras la crisis, los pequeños trabajos que saciaban la sed consumista de los marginados fueron los primeros en desaparecer. Además, esta gente no produce, no vota y es impopular, así que sus ayudas han sido rápidamente cercenadas por el Gobierno. Mientras, en las mismas ciudades, los ricos siguen nadando en abundancia. La desigualdad aumenta, abonando el resentimiento entre los excluidos. Cuando el joven Mark Duggan muere en un tiroteo entre la policía y un grupo de pandilleros, es la señal: el desprecio entre clases es mutuo. No hay nada que perder. Es hora de tomar las calles.
Otra imagen de Beacon Radio |
La solución al problema puede ser sencilla o tremendamente complicada, según cómo se quiera ver. Como Sirventés explica en su artículo, tanto si se intenta la rehabilitación de los responsables, como si se les reprime con cañones de agua y balas de goma, estos delincuentes son un grupo tan pequeño y despreciado que la población en general acogería las medidas con la misma indiferencia.
Interesantísimo. No he seguido el tem y no puedo opinar mucho de él, salvo que me parece que estamos a punto de pasar del estado del bienestar (con odos sus fallos) al del malestar, que ya vermos cómo es.
ResponderEliminarLa definición de los "subclase" me hace rcordar al protagonista de "Mi nombre es Joe" :)
Gracias po el información :)
Para comprender lo que le pasa a un cordero hay que entender las motivaciones del lobo
ResponderEliminarExplorador: La asociación con la película de Ken Loach es muy acertada. Glasgow en los años ochenta y principios de los noventa tenía una de las mayores "underclass" del país. Aún existe y en 1998, cuando se hizo la película, quedaba mucho por hacer. De hecho, la mayor parte del reparto fueron parados crónicos.
ResponderEliminarPor cierto, que hasta ahora pensaba que "Mi nombre es Joe" era parte de una trilogía sobre Glasgow, pero parece que este año Loach vuelve. La nueva se llamará "The Angels' Share". A ver si me entero de algo más... :-)
Energu: lo siento, pero me temo que para contestar a tu comentario me tendrías que aclarar quién crees que es el lobo y quién el cordero.
A veces, y sólo a veces, hay lobos con pieles de cordero...
ResponderEliminarEn Informe semanal de esta semana pude ver a través de imágenes lo sucedido. Me desconecto, a veces, de algunas noticias por salud mental. Y es que siendo educadora no me caben ciertas acciones en mi cerebro.Saludos.
A mí me ha parecido muy duro. Eso sí, reconozco dos cosas: tú sabes más y los planteamientos hacen pensar un buen rato.
ResponderEliminarHabía oído algo de esta gente que vive de los subisidios. Terrible. La subvención crea dos cosas: corrupción y gentes abotargados.
Yo apunto otra razón: la polarización social, que va a más y a más. Y una terrible carcoma del sistema, el de valores también. Eso, al final, se percibe y genera rabia. En España la he visto. Supongo que en Inglaterra también vive, por lo que dicen los corresponsales.
Buen artículo, y buenas referencias.
Muy interesante.
Saludos.
Pues tu lo has dicho. Lo mejor es no hacer nada. Y eso es lo que el PM iba a hacer, aunque ha hecho tantas correcciones a lo que dijo que ya no tengo ni idea de lo que quiere hacer.
ResponderEliminarMientras a estos delincuentes se les mantenga en un nivel de estupidez suficiente como para que no se den cuenta de qué les cabrea, el Sistema está a salvo.
tancy: menuda empanada mental que me vais a montar con las referencias pastoriles :-).
ResponderEliminarLa vedad es que es un asunto feo: lo mires por donde lo mires, parece que en todos los bandos -menos el de los comerciantes agraviados- hay mezquindad.
Igor: aunque no lo parezca, he hecho un esfuerzo de objetividad. Recuerdo a una sicóloga que tras un divorcio se vio obligada a llevar esa vida con sus dos hijos durante un año. Tiempo más tarde, cuando vivía por esos lares, vi como trata la clase media a todo el que vive en un barrio de "subclase", independiente de si quieren salir de él o no. Es repugnante.
Yo creo que la polarización social no es simple razón, es catalizador. Recordemos que en la misma ciudad en la que estallaron los disturbios, hace menos de cuatro meses, vimos al heredero de una de las mayores fortunas del mundo y a su nueva esposa entrar en el Palacio de Buckingham en una calesa bañada en oro.
Sirventés: no te preocupes, él tampoco tiene idea de lo que hace :-P. No me acuerdo dónde leí que el último discurso (ese que leyó con el graffiti a la espalda) ya lo había dado de estudiante en Oxford.
Lo malo ahora es que ahora el desafío no es sólo conservar el grado de estupidez: es mantener el número de marginados bajo. Lo único que Cámeron dijo que me pareció sensato fue lo de copiar los modelos de Boston y Glasgow. En ambos casos el problema fue considerado de delincuencia y Salud Pública. Entre la policía y servicios sociales, sólo el año pasado el número de delitos en barrios marginales de Glasgow se redujo el 50%. Así llevamos varios años. Después cambió de idea, llamó al "supercop" californiano ese y demostró que, si alguna vez pensamos que tenía más de dos dedos de frente, fue un efecto óptico.
Lobo=lobo (auuu); cordero=cordero (beee). Nada que aclarar, sentir ni temer. No siempre habla uno metafóricamente.
ResponderEliminarAclarado. Mea culpa. Tiendo a pensar que cuando alguien deja un comentario, éste tendrá que ver con el contenido de la entrada en la que se deja.
ResponderEliminarTengo claro que intentas ser objetiva. De todos modos, este y los próximos estallidos son complejos, y sí tengo la sensación de haber entendido algo más aquí.
ResponderEliminarSaludos.
Tenía que ver, aunque no requería respuesta.
ResponderEliminarIgor: y tanto que son complejos. En el primer enlace que pongo hay un artículo de la BBC que resume otros diez, cada uno apuntando a una posible causa. El viernes hablaba del asunto con un amigo londinense y comentaba que él no lo entendía, y no es el primero que me lo dice. De aquí saldrán unas cuantas tesis doctorales...
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