No puedo omitir una mueca de enojo y sigo mi camino con las
palabras recién escuchadas zumbándome en la memoria. También, en sentido opuesto, siguen el suyo
estos cuatro taumaturgos del negocio,
evangelistas de la opulencia, popes de una iglesia de drásticos
preceptos y floja moral que se nutre a diario de la superchería de sus feligreses, a los que harán expiar sus
errores y cumplir las penas del incauto.
La crisis se ha llevado con ella a muchos de estos
convencidos del poder del dinero, pero quedan ejemplares empeñados en perpetuar
la especie. Seguiremos topándonos con
sujetos de paso fulero y parloteo desparpajado, que seguros en su yelmo
de poder nos forzarán a bajar de la acera. Mas como han olvidado las gafas y no son
conscientes de su miopía, es probable que sean ellos los que se den el
tropezón.
Lo más probable es que no sepan a donde van y que cuando lleguen no reconozcan su destino. Seguirán ... y seguirán avasallando a la gente que se cruza en las aceras y no llegarán.
ResponderEliminarSaludos!
Qué bueno: no llegarán. No sé si serán sabedores de ello, pero estoy contigo: no llegarán.
EliminarSaludos.
Buf. Qué gráfico, qué explícito, echando de la acera al prójimo.
ResponderEliminar"La avaricia es un valor". Ellos se ocupan del negocio de la avaricia. Pero, caramba, creía que ésta era un pecado capital. Ahora, para la nueva religión, resulta que es un valor capitalista.
Solo es pecado la avaricia para los puritanos asquerosos, los pusilánimes y carentes de ambición. La religión de la codicia tiene otras tablas de la ley.
EliminarSaludos.