¿Que no llora cuando lo dejas? ¡Si hombre! ¿Cómo no va a llorar sin la única cuidadora que conoce y en la que confía? Además, no lo hará después de unas semanas pero ¿Y el trauma de esas semanas? Tiene que ser brutal.
¿Socializar? ¡Venga ya! Los niños pequeños no se socializan. Es a partir de los tres años cuando empiezan a jugar unos con otros.
¿Bueno para el sistema inmune? Francamente, si va a enfermar, que lo haga cuanto más tarde mejor, que puede explicar los síntomas y tomar más medicinas para aliviarlos.
Aterrorizada como estaba ante la idea de dejar a mi bebé en un aparcadero, a los cinco meses de gestación ya había visitado media docena. Cuando Jueves nació, poco más y recito de memoria los informes de la inspección. Todas cumplían con los requisitos legales de separación por edades, máximo de tres bebés por cuidadora hasta los dos años, máximo de cinco hasta los cinco años y zona de juego al aire libre.

Con once meses Jueves empezó la guardería y yo recibí mi primer tortazo con la realidad. Desde el primer día, ni lloro, ni perdida de apetito, ni falta de sueño, ni cambio de personalidad. Nada que sugiriese el más leve trauma. Le faltaba tiempo para saltar de los brazos del padre a los de la cuidadora, a la que dedicaba una sonrisa. Con menos de un año y medio, cuando la despertaba y sabía que tocaba guardería, repetía sin cesar la palabra que había inventado para "juguete". Más tarde, las mañanas que no tocaba ir se me plantaba con su mochila a la puerta de casa, por si era yo la que se había olvidado de llevarla. Disfruta en casa con los mimos de sus padres y disfruta fuera con la parranda.
Al principio, Jueves no tenía amigos, como es normal a su edad, pero le fascinaba observar a otra gente y aprender de ellos. Era curioso verlos a todos haciendo el mismo gorgorito un día para cambiarlo por otro un tiempo después. El cuerpo de un bebé no tiene las proporciones de un adulto y observando a otros aprenden trucos que aplicar a la hora de gatear, caminar solos, comer con cuchara, etc. Pasado el año y medio hacen alianzas. Jueves empezó con una pandilla de dos chicos, ahora anda con una niña y varios niños.
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Actividad. Los niños aprendieron, los bebés acariciaron |
La mayoría de los catarros que ha tenido la cría hasta ahora han venido de sus padres. Tuvo varicela tan pequeña que ni se rascó. La última vez que enfermó, las cuidadoras propusieron remedios que no conocíamos para aliviar los síntomas y combatieron su falta de apetito con más éxito que nosotros.
Soy consciente de que parte del éxito con Jueves es la mezcla de un temperamento inusualmente sociable y autárquico con un centro ajustado a sus necesidades, algo que no siempre es posible. Acepto que muchos de los beneficios que menciono se pueden obtener yendo los fines de semana a ver a los primos o en actividades de grupo. Pero si alguien me preguntase si creo que en general es peor enviar a un hijo a la guardería que tenerlo en casa, mi respuesta hoy es muy distinta a la que tenía antes de ser madre y es un rotundo NO. Y sé que Jueves me da la razón.