06 abril 2014

Kam Chay River


El camino que recorro
es incierto,
los amores que me aguardan
los ignoro,
las voces que escucho
nunca claman,
las respuestas que espero
siempre tardan,
el fuego de mi alma
pura llama.

Tú, río,
¡qué bien hablas!
 
Lírico discurrir
quebrando la mañana.
Acoges las preguntas
y te callas. Eres tú
la respuesta silenciada.
 
En tus aguas todo el orbe,
rayo de luz en niebla.
Meditación tu nombre
y de apellido tierra.


A las orillas de este río camboyano, que desemboca en el golfo de Tailandia, pasé 6 días en el mes de enero. Su contemplación provocaron los versos anteriores.

6 comentarios:

  1. Uau, pero que poema. Leyéndolo me ha dado la sensación de estar leyendo un poema clásico. Pues Demián, no sé cómo decir lo redondo que resulta, y lo bello, que es lo complicado.
    "Acoges las preguntas
    y te callas. Eres tú
    la respuesta silenciada.".
    Mis versos preferidos. Belleza y contenido. Reflexión. Toda la pieza rezuma sosiego, como el lento discurrir de este río tan ancho. La rima, cincelada, los acentos femeninos un acierto porque le dan suave discursividad. Vaya, un poema para recordar.
    Saludos.

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  2. Viniendo de una persona como tú, autor y conocedor de la poesía, veterano escritor y analítico lector; me siento muy reconfortado y agradecido.
    El lento discurrir... Y tan lento. La foto corresponde a la parte final del río, donde forma un precioso estuario y la corriente no existe; bueno sí existe pero en los dos sentidos: hacia el nacimiento y hacia la desembocadura según las mareas y, naturalmente, hay momentos en que el sentido está cambiando y por tanto es nula, convirtiéndose en una piscina gigantesca.
    Gracias, Igor. Un saludo.

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  3. Satisface tu comentario, Aroa. Gracias.

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  4. Quizá todos llevemos un río dentro, puede que porque nosotros mismos lo seamos (ignoro en qué sentido la corriente corre). Nuestras respuestas buscan sus preguntas pero no llegan, o pasan tan rápido que no las percibimos.

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  5. Mi pensamiento, dafd:
    Somos un río, una parte "del río"; y por ello no conscientes de la dimensión de éste ni de su profundiidad. Su corriente nos arrastra y carecemos de la quietud necesaria para escuchar lo que nos dice.

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