Chico de colegio bien (El Pilar) y de barrio señorial de Madrid (Salamanca), de cuidada indumentaria y esmerado peinado, con reflejos de pulcritud en todo cuanto le rodea y, lo más importante, conciso y calmado en la palabra; siempre ésta manifiesta prueba de un ser inteligente y cultivado.
Luis Alberto de Cuenca
es persona interdisciplinar. Le
interesa el cine, la radio, la televisión, la música… y el libro. El libro como
sujeto voluptuoso y objeto de biblioteca, el libro como causa cultural y
efecto de la creatividad, el libro como
bien necesario y motivo de culto. A él ha dedicado su vida y en él ha dejado
su esfuerzo como lector, como escritor y
como recopilador.
El día 9 de diciembre será el invitado en El Club de Lectura de la Vaquería, codirigido por mi amiga Violeta Dávila, en Madrid. La distancia
y otras circunstancias adversas, muy a mi pesar, me impedirán asistir. Se leerá
y comentará su última obra CUADERNO DE VACACIONES. Poesía de la buena que se deja leer con
agrado y deja un regusto de cultura y cotidianidad. De métrica libre y algún
soneto; que parece provocada por la última vivencia, por el deseo presente o por la futura
desaparición. En la que aparece Petrarca y Google, Epicuro y la desesperación, Dios y el hombre, Séneca
y Pachá, el gozo y el insomnio, la
sensualidad y el hambre…
Parece loa común a un libro decir que desde su inicio ha
sido imposible separarse de él. No fue éste el caso. Sus 85 poemas los fui leyendo y deglutiendo a
lo largo de tres días para mejor saborear el placer de su ingesta. Para quien guste, aquí dejo una prueba:
Lo mató la vida muy
pronto.
Se apagó el fuego que
alumbraba
cuando mordía una
manzana,
acariciaba a su
mascota
o leía cuentos de
hadas.
Pero su fuego sigue
ardiendo
en mis victoriosas
mañanas,
tantos años después, y
alumbra
la noche oscura de mi
alma.
Caramba, esto sí es un redescubrimiento. Me sonaba vagamente el nombre de Luis Albero de Cuenca pero para nada lo hubiera relacionado con versos de este calibre. Me ha gustado lo de la palabra calmada y comedida y todavía me ha gustado más este poema. Engaña, aparenta sencillez y en cambio tiene una profundidad oceánica. Magníficos versos que con austeridad hablan de aquello que pesa en la vida, de aquello que sí tiene importancia.
ResponderEliminarApuntado.
Luis Alber"t"o, que ayer entrenando me casqué un dedo....
EliminarCuida el dedo o cambia de deporte. Yo practicaba el billar (el de tres bolas, naturalmente) y nunca tuve una lesión.
EliminarL.A.de Cuenca siempre me inspiró confianza, no destaca en nada pero igual hace una poesía refinada como compone una canción para Loquillo o la Orquesta Mondragón. Pienso que es uno de los mejores eruditos de España. Si lees algún poema más de él verás que no merma su calidad el tema elegido. Uno de los más conocidos es algo tan vulgar como "el desayuno".
Saludos.
Vaya, Demián, pues ahora me has descolocado. Buscaré algo para "el desayuno". Estas cosas me gustan, dar un pasito adelante, saber algo más. Te agradezco haber traído a de Cuenca. Fíjate que ayer, durante la jornada laboral, el poema emergió un par de veces.
ResponderEliminar¡No me quites el judo! Pues saldría el tipo desequilibrado que habita en mí.
Un abrazo.
Una excelente recomendación.Yo que tengo bastante abandonada la poesía, bien puedo retomarla con este libro.
ResponderEliminarGracias! y Saludos!
Gracias a ti, José.
EliminarSaludos.
Lo leeré siempre y cuando me quede tiempo. Últimamente ando escasa de ese señor que se empeña en no facilitarme mis tareas precisamente por la escasez de su tiempo. Un abrazo.
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