El fin de semana fuimos al parque con Kitboy, el padre de la criatura. Al principio fue todo como siempre. Él la sienta. Ella sonríe en anticipación...
-¡¡Ay, Dios mio!!
-¿Qué pasa?
El columpio se movía con un brío excepcional. La suave brisa en los cuatro pelos de Jueves eran ahora viento huracanado. Aquella visión me hizo sentir que mi desayuno y yo podríamos volver a encontrarnos. Kitboy es de todo menos irresponsable; ella no parecía descontenta, pero tuve que apartar la mirada. Entonces ocurrió:
La escena del crimen... |
El sonido más dulce y deseado para un padre, la risa del bebé, brotaba a borbotones de los labios de Jueves. Y me lo estaba perdiendo. Me volví unos segundos y la estampa no tenía desperdicio: la cabeza echada hacia delante, la lengua asomando por el lado derecho de la boca, las piernas flexionadas para ser más aerodinámica y una cara que parecía decir "Dame más. Ayrton Senna y yo somos así". ¿Qué hacer? Intenté mirarla por el mayor tiempo posible, me volví a girar. La miré. Otra media vuelta... También intenté afrontar mi miedo empujando yo misma el columpio hasta casi la altura a la que lo tenía Kitboy.
La escena atrajo la mirada de un padre que cuidaba de sus tres hijos.
-La primera ¿Verdad?
-Sí.
-Pues espera a que empiece a caminar, entonces sí que te va a impresionar. Pero es una buena impresión- dijo lanzando una sonrisa a Kitboy.
¡Ay, Señor!...
La letra de esta canción parece haber sido escrita por Jueves aquel día.
Me parece que en general los padres asumimos un mayor riesgo —controlado—, mientras las madres, más apegadas a la Tierra, tienden a salvaguardar, entre otras cosas, la propia especie. Este post parece resumirlo. Quizá en la adolescencia sea al revés.
ResponderEliminarY me has recordado tardes en los parques.
Que las disfrutes mucho, las mañanas y las tardes.
Cuando empiezan a andar... ¡Ay!!!!!!
Todos tomamos riesgos calculados, el problema es que no damos el mismo valor a cada variable :-P. Comentaba con Kitboy que el lloro de un bebé no tiene el mismo efecto en un hombre que en una mujer. Las mujeres solemos ser más sensibles a sonidos agudos. Esto significa que al oír un lloro sentimos la urgencia de pararlo, incluso cuando no es nuestro bebé. Quizá por eso temamos más un accidente.
EliminarEl amor es más perspicaz viendo el mundo lleno de peligros. Y tiene razón. Pese a eso, disfruta. Mucho. Un beso :)
ResponderEliminarPero centrarse demasiado en los peligros puede acabar cortando alas. Por eso intenté empujar el columpio hasta la altura que lo tenía el padre. Y ahora la he liado parada, porque cada vez que paseo por la zona empieza a hacer ruidos para que la suba al columpio. Es cuestión de tiempo antes de que me monte el pollo cuando la quiera traer de vuelta a casa. Si es que para ciertas cuestiones no hay respuesta buena...
EliminarMientras leía la anotación, pensaba lo mismito que ese padre que cuidaba de sus tres hijos.
ResponderEliminarUn abrazo y, lo mismo, a disfrutarlo.
Pues ayer empezó a moverse de pie agarrada a la mesa...
EliminarPequeños gozos y disfrutes que irán en aumento. No me cabe la menos duda. Mientras espero que nos vayas brindando con nuevas entregas y capítulos de esos brillantes descubrimientos que vayan apareciendo.Para una investigadora como Miércoles,seguro que no habrá nada que se le escape... Bella y enternecedora entrada. Abrazos
ResponderEliminarGracias.
EliminarA esas alturas los descubrimientos van tan seguidos que no sé si podré comentar todo, pero seguiré informando de alguna cosilla que me llame especialmente la atención :-)