04 agosto 2012

El punto ciego

En el artículo anterior comentaba con Explorador que nuestras definiciones de honrado o trabajador se forjan por quienes nos rodean. Me recordó una vieja historia.

Cuando hacía el postgrado en Inglaterra, más de la mitad de los alumnos eran griegos. El coordinador de curso tenía una tarjeta que daba acceso ilimitado a la fotocopiadora. Si la querímos íbamos al cajón y al terminar la devolvíamos a su sitio. Hasta que desapareció. Tras varias semanas, el coordinador pidió que se devolviese. Los que no hablábamos griego nunca la volvimos a ver. Al ser española, algunos helenos me consideraban casi una igual. Así me dijeron que sospechaban quién la tenía, pero que no harían nada porque la culpa era del coordinador, por no proteger la tarjeta con un sistema más seguro.

No fue la única vez que los griegos nos dieron por detrás. Los libros de texto tenían un coste prohibitivo. La mayoría íbamos a la biblioteca y procurábamos ser rápidos usándolos. Ellos cambiaban el libro de planta para que nadie más lo pudiese encontrar y una vez acababan con él susurraban a sus amigos dónde lo habían dejado. El texto no volvía a su sitio hasta que algún bibliotecario lo descubriese.

Para aquellos estudiantes, su forma de actuar era ser listo y buen amigo.

Cuando se trata de valores, cada país tiene sus "puntos ciegos". Conceptos que consideramos buenos pero que son repudiados por nuestros vecinos. Rememorando aquellas historias con amigos británicos, no les sorprende que Grecia se hunda. Pero para ellos una intervención militar contra un país con intereses económicos opuestos a los suyos siempre será un acto heroico.

En esto pensaba al pasear por este pueblo gallego, que podría ser cualquiera.
El año pasado hubo "fiesta" hasta la madrugada con un recién nacido en un adosado de la derecha.
Al llegar las fiestas patronales, barracas y orquesta se instalan pegadas a una zona residencial. Los permisos no ponen límite de horario o ruido. Los vecinos -entre los que hay bebés, niños y personas mayores- pasan cuatro noches de insomnio, con sus cuatro días de petardos, basura y vandalismo. El segundo día es la "alborada", o paseo de gaiteros tocando a todo fuelle a las ocho de la mañana. Y misas. Dos "misas solemnes", para que se vea que somos buenos cristianos. Si algún residente pide que se baje el volumen, el único silencio será el de las autoridades, que con hipócrita sonrisa hablarán de democracia y tolerancia antes de archivar su zozobra en la papelera más cercana.

Millones de españoles creen que Europa nos ve como bárbaros por tradiciones como las corridas o el Toro de La Vega. Ilusos. Es mucho más fácil aceptar que atormentemos al ganado un día en su vida a que año tras año castiguemos a nuestros propios vecinos de esta forma.

Maldito punto ciego.

8 comentarios:

  1. Generalmente me gusta bastante las cosas que explicas, no en esta ocasión. No sé tu pero yo no me siento identificada con lo que se considera la idiosincrasia española, para colmo vivo en Cataluña y ni me identifico con la señera y con la bandera española menos. Con esto de la crisis echamos la culpa por menos de nada a cualquier vecino y yo creo que es culpa de los bancos y ellos no tienen nacionalidad.

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    1. Imagino que cuando dejaste este comentario lo querías poner en el artículo anterior. Sino me temo que no te entiendo.

      Si me identificase plenamente con la idiosincrasia española no hubiese sobrevivido en el Reino Unido. Pero no soy una isla. Sigo siendo española y sigo teniendo amigos y familia en el país, con lo que creo que algo me toca, tanto en el problema como en la solución.

      Si fuese culpa solo de los bancos que, como bien dices, no tiene nacionalidad, la crisis no tendría por que afectar a España, Grecia o Portugal más que a otros países.

      Por un lado, los bancos han entrado en crisis porque han prestado irresponsablemente pero ¿a quién? pues, como apunta Imma, a personas igualmente irresponsables que no se pararon a pensar si podrían devolverlo. Por otro, España, Grecia o Portugal la sufren más porque la gente que forma los mercados saben que en comparación con otros países somos menos serios, menos productivos y por lo tanto es más dudoso que podamos reducir el déficit a niveles seguros.

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  2. El dnero castiga más a quien no tiene dinero, y se refugia donde hay. lemania ha fomentado una unión monetaria de la que se ha aprovechado de una forma bastante disctible, y aunque tiene todo el sentido del mundo que ponga objeciones a nuestra iresponsabilidad, presentarse como víctimas inocentes, tampoco cuela. O el cheque agrario británico, puro Rinconete y Cortadillo.

    Somos demasiadas veces tramposos en más cosas de las que nos gustaría recordar y eso basta, por fallos puntuales que tengan los demás, sin embargo :(

    ¡Un abrazo! :)

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    1. A veces, más grave que ser tramposos es asumir mala fe. Antes de apuntar con el dedo acusador hay que averiguar si la otra parte tiene conciencia de delito. Si no la tiene, habrá que empezar por ahí. Los españoles, griegos, etc estamos dando muy mala imagen, pero antes de recuperarla, habrá que escuchar y trabajar en averiguar los motivos.

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  3. Todos tenemos parte de culpa en todo y cada uno tiene su forma de afrontarla. En cuanto a la imagen que arrastran los distintos países ante el resto, esta viene determinada muchas veces por el comportaminto de la población menos representativa y es difícil cambiar los estereotipos creados. La anécdota que cuentas, evidentemente, no hace ningún bien para tratar de mejorar la imagen de los griegos, pero, seguro, que no todos son culpables ni se merecen lo que les está pasando.

    Saludos!

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    1. Lo dicho, no es cuestión de señalar culpables, sino de tener conciencia de delito.

      El grupo de griegos que menciono eran catorce personas capaces de pagar un millón de pesetas (entonces eran pesetas) por la matrícula en un curso de física en inglés (ninguno tenía beca). Aquel año también compartí piso con otra griega . Su blog ("barefoot duchess") está en la columna de la derecha de este. No me la imagino haciendo lo que comento. Somos amigas y la admiro. Pero si un grupo medianamente grande de gente con poder adquisitivo y nivel cultural por encima de la media se comportan de esa manera, es que la picaresca está tan metida que se ha vuelto invisible. Igual que la desconsideración que exhibimos nosotros durante las fiestas patronales.

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  4. ¿Qué fue de Epaminondas?
    Jopeta, Miércoles. Hasta casi parece una fábula. Lo de la targeta... Lo de los cambios de piso de los pobres libros... Ya sabes el chiste. Con el dinero de Europa, los españoles hicieron autopistas innecesarios. Los griegos, bueno, todavía no las han hecho.
    Y sí, en los grandes colectivos hay importantes excepciones.
    Besos.
    Uno que ha vivido la ola de calor.

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    1. De Epaminondas no sé, pero la amiga griega que menciono dice que desde que los griegos empezaron a juntarse con los turcos (siglos ha) la cosa ha degenerado. Para ella la prueba era la comparación del hombre griego actual con las estatuas de la antigüedad.

      Ahora que dices lo de las autopistas, ese es otro de nuestros "puntos ciegos". Recuerdo a un amigo británico conducir por España y al ver el símbolo de la UE en prácticamente cada carretera que transitaba decía cabreado "así que aquí van mis impuestos..." Se daban cuenta, siempre se han dado cuenta. Lo que pasa es que mientras hubo dinero no enfadaba lo suficiente como para actuar.

      Las olas de calor no se viven, se sobreviven :-)

      Por cierto, comprueba ese "targeta"... ;-)

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