07 octubre 2011
El mercado
Asidos de la mano y casi a diario, Demian y su abuela iban al mercado. Él respiraba con alegría el aire matinal, se dejaba ir entre el bullicio de las señoras y las voces de los tenderos, recibía con agrado aquellos olores penetrantes y variadamente uniformes, y se complacía en la seguridad de que una fruta o golosina caería en su mano a lo largo del recorrido. Mayor recompensa le esperaba en los días de verano, cuando el fulgor del sol sobre el cono metálico del carrito de los helados le anunciaba el disfrute de la fría bola sobre el cucurucho de barquillo. El tamaño de la misma era asunto a negociar con doña Elisa, que la mayoría de las veces cedía a la demanda de su nieto.
Acataba los pasillos de las hortalizas, cuyo aroma seco no era de su gusto, y mejoraba su disposición cuando llegaban a la zona de los quesos. Aquí, observaba al vendedor y a la clientela: el primero, con magistral destreza, calaba con su cuchillo puntiagudo la pieza que una señora le había señalado, daba a esta la pequeña porción arrancada y esperaba respuesta. La mujer tomaba la prueba – no eran frecuentes los hombres comprando-, la miraba, se la llevaba a la boca, la masticaba mirando a un punto perdido y asentía o negaba con un gesto de cabeza, marcando con los ojos otro queso. La operación podía repetirse varias veces hasta hacerse el pedido.
Federico era el dueño de la carnicería. Allí solían detenerse todos los días. De tan contínuo trato ya casi se podía hablar de una pequeña amistad entre el carnicero y la abuela de Demian. A éste le agradaba escuchar lo que los dos adultos hablaban mientras quedaba prendado por la destreza del carnicero que, cuchillo en ristre, hacía filetes de un trozo rojizo de carne, desollaba un conejo o descuartizaba un pollo como cosa secundaria, ya que la conversación aparentaba ser lo prioritario.
En el tránsito por los puestos y tenderetes externos de la plaza, Demian encontraba distracción, satisfacía curiosidades y se le abrían interrogantes; todo ello, a menudo, ampliado con el encuentro de alguna amiga de su abuela. Ese día había cháchara y se pasaba revista a vida y hacienda de hijos y nietos.
Con la bolsa llena se volvían a casa. El trecho a caminar aún dejaba a Demian observaciones por hacer, personas por escrutar e historias que crear en su cabecita. La misma que creía ver en el mercado la réplica a escala de un mundo grande y misterioso, apetecible y peligroso, que él intuía y le estaba esperando.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
me encantan los mercados, siempre se quedan en el recuerdo, por eso los visito siempre que llego a un sitio nuevo.
ResponderEliminarVeo que a ti también te gustaban los helados ;-)
Saludos
Celia , me encanta.
ResponderEliminarSaludos , te sigo desde Cuadernos del Cairo.
Un mundo perfecto, ¿eh? Era el mercado o la edad, esa infancia. También tengo buenos recuerdos siendo pequeño, de camino al mercado.
ResponderEliminarTodo un placer, con gustos y colores, esta visita. No hay problemas, todo es asombro, un universo por descubrir acompañado por la abuela. También y todavía me sorprenden estos cirujanos, los carniceros. Lo que me dejaba alucinado eran los puestos de los despojos.
¿Cuándo se podrá volver a esos parajes?
Saludos.
Gracias por la visita, Celia.
ResponderEliminarCree mucha gente que un mercado da una idea muy aproximada de la ciudad a la que pertenece. Algo de eso debe de haber pero a mi el que me gustaba era "ese" mercado de mi niñez. Ahora voy menos, pero sigo devorando helados.
Saludos.
Siempre me asombra tu capacidad de captar el vaho de lo escrito, Igor. Animas a seguir haciéndolo.
ResponderEliminarY volviendo al mercado... los puestos del pescado donde el vendedor, con desdén, tira los peces fláccidos y estos quedan vibrando por segundos.
Un agradecido saludo.
Si, si, recuerdo ese fulgor del sol sobre el cono metálico del carrito...pero que bien te ha quedado. Y el helado pegado a la espátula que poco a poco iba rellenando el cucurucho de galleta. Y que si no te lo comías rápido iba chorreando hasta llegar la mano.De fresa o de vainilla. Ambos una exquisitez de lujo en aquella época.
ResponderEliminarLos olores en ventas, tiendas de ultramarinos y mercados constituían un ensamble difíl de olvidar. Tampoco se ha borrado de mi memoria que saboreé casi, casi los mismos colores, olores y percepciones. Tal vez porque era lo más cercano a la supervivencia y a lo más seguro. O tal vez porque el aire era más puro lo que atrapa los olores inundando el ambiente a nuestro alrededor. Te dirijo a http://yotanci.blogspot.com/2008/08/la-venta-y-el-imperio-de-los-sentidos-i.html
Una entradilla que hice en los inicios de mi blog y que me recuerda a la tuya Demián. Por aquel entonces tú no me visitabas. Si puedes échale un vistazo. Siempre tus recuerdos se cuelan de una manera entrañable. Un saludo.
que bonito tu escrito!!:)
ResponderEliminaradoro los mercados, el bullicio, los miles de cosas distintas para comprar, los olores, los colores, la gente!:)
UN BESAZO!
Hola otra vez!!
ResponderEliminarquería preguntaros a los dos si os gustaría hacer una entrevista en mi blog (sería por separado dado que cada uno vivis en un lugar distinto (verdad??) y con una visiión de las cosas diferente).
os dejo aqui: (http://shootingdreamingandtraveling.blogspot.com/search/label/viajarconbloggers ) el link para que veáis las entrevistas que ya he realizado a otros bloggers, la idea es que expliquéis vuestra "nueva" ciudad desde vuestro punto de vista, que recomendéis lugares diferentes a los típicos para la gente que quiere viajar alli, y que expliquéis vuestra experiencia de expatriados!:)
espero que me digais que SI!!jejeje
POR CIERTO: no hay prisa para la entrevista, yo os enviaria las preguntas por email y cuando las tubierais me las pasais!:D
UN BESOOO!
No recuerdo mucho de esos mercados, creo que he crecido en el surgimiento y apogeo de los centros comerciales, pero como "no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió" ;) añoro esa época, quizá irreal, donde había tiempo para pararse, hablar, conocer a los demás.
ResponderEliminarEn fin, sin tanto agobio por el tiempo. Leer esto ha sido un soplo de aire fresco...gracias.
Saludos :)
Ya habrás visto, tanci, mi comentario en tu escrito de un tiempo atrás que me mencionabas. ¡Cómo marcan los recuerdos de los primeros años!
ResponderEliminarEs una satisfacción tenerte entre mis lectores. No desertes.
Un abrazo.
Me alegra que haya sido de tu agrado, Juliet.
ResponderEliminarYa hice un amplio recorrido por el link indicado y es estupendo.
En cuanto a lo de la entrevista, tendrá que ser con Miércoles, ya que si es a expatriados yo no entro en ese grupo. No estoy en mi lugar de nacimiento pero en el mismo pais.
Gracias por la visita y el interés.
Un beso
Explorador, todo tiempo pasado fue anterior, con lo propio de la época. Cierto que habia un fluir más pausado en la compra, en la plática con el conocido, hasta con el propio vendedor... pero otros inconvenientes existian; por ejemplo, lo mal envuelto que venía todo y el acarreo de todo lo comprado.
ResponderEliminarSegún el viento, hay que orientar la vela.
Gracias por tu entrada y un abrazo.
Gracias Demián por apreciar mis visitas a tu blog compartido... ¿tendría que desertar por algo?mmm.No lo había pensado...pero a lo sumo lo que si se me ha pasado por la cabeza es desertar de mi propio blog.Pueden ser etapas que, a la larga, genera el propio blog.Saludos y viento en popa a toda vela.
ResponderEliminarSeguiremos leyéndonos, tanci; porque estoy seguro que, a pesar de la venirte la idea, seguirás publicando tus post tan atractivos. Claro que el viento no siempre viene de popa, pero cuando esto ocurra nos conformaremos con ir mas lentos. ¡Manos al timón que hay faena!
ResponderEliminarVuelta al punto de partida. Con mayor frecuencia se mira atrás con el paso de los años. De pronto el tiempo se detiene, retornamos al pasado y vemos las cosas de otro modo muy distinto. El tiempo no existe más que en la mente, la vida se encarga de recordarnoslo todos los días. Me ha gustado mucho. Un abrazo.
ResponderEliminardon fernando, me alegra verte por aquí y que te haya gustado.
ResponderEliminarEl tiempo, siempre un problema por resolver y sin encontrar la unidad de medida que a todos se ajuste.
Un abrazo.
Juliet: si quieres, envía un correo a la dirección de mi perfil y hablamos.
ResponderEliminar