Ya no confío ni en mis teorías conspiratorias.
Richard Ferguson (no es famoso, pero tiene días inspirados).
Una vez al año el jefe de mi pareja monta un fin de semana para que los clientes, empleados y sus familias confraternicen. Esta vez nos dividió en grupos y se organizaron competiciones. Me sorprendió que, pudiendo elegir equipo, el jefe quedase en un tercer puesto empatado en una liga de cinco. La sorpresa no duró. La semana siguiente recibí un enlace a la página de la empresa organizadora en la que se decía muy clarito que su Santidad había quedado empatado en el “segundo” puesto. Era tan convincente la página que, de no ser porque el segundo era mi equipo y recuerdo sacarles seiscientos puntos de ventaja, casi me entra la duda. 
Con este sumario, hasta a mi me sorprende que me hayan convencido para ir a lo que claramente prometía ser un bodrio, pero me alegro de haberlo hecho.
Siempre ha habido hombres con mayores capacidades para cuidar a un infante que sus compañeras. Todos sabemos el impacto que puede tener una depresión postparto, por ejemplo. Negar a un hombre la oportunidad de ser el cuidador principal únicamente por haber nacido varón es discriminatorio hacia él y hacia su hijo.