27 junio 2012

Recuperando la fe

Como en cualquier calle céntrica de cualquier gran ciudad, en Buchanan Street se puede encontrar de todo: tiendas, músicos, mimos, magos.... De vez en cuando alguien se sube en una caja de madera, grita que Jesús nos ama y pasa lo de siempre: Nada.

Pero el sábado ocurrió algo curioso: Un grupo de predicadores se dieron cuenta de que sus métodos de evangelización necesitaban cambiar. En lugar de un orador para toda la calle, ese día eran tres. Todos armados de un buen amplificador y micrófono inalámbrico con bluetooth (la palabra del Señor toca más conciencias en alta fidelidad). Además, llamaron a una pandilla de amigos para que dieran ambiente con algún "¡Aleluya!" varios "Amén" y unos "¡Oh, yeah!" muy "Gospel".

El discurso de los misioneros era el de siempre. Cuando vi a los dos primeros, con su pandilla de acólitos, me acordé de aquella historia del virtuoso del violín que tocó un Stradivarius en el metro de Washington. Si nadie se paró entonces para apreciar la belleza, es obvio que chillar trozos de un libro que tras dos milenios en el mercado casi nadie lee es un esfuerzo estéril. Seguí mariposeando de tienda en tienda.

Cristo de Dalí. Kelvingrove Art Galery, Glasgow
En mi paseo vi que el tercer predicador se había enzarzado en una discusión con un viandante ateo. El nivel del debate era el que cabe esperar de dos fanáticos. Pensé que mejor sería que siguiesen la charla en uno de los cafés con mercancía de comercio justo que siembran la calle. Estarían más cómodos y harían algo tangible por el prójimo.

Entré en una tienda y cuando salí el ateo se había ido. Entré en otra, y llegó un musulmán. Después se acercaron un par de adolescentes. Más tarde, un homosexual. El predicador se enzarzó con todos. Los debates no eran brillantes y siempre acababan con ambos interlocutores comprensiblemente convencidos de que el otro era demasiado gilipollas para ver la luz, pero me fui a casa con una sonrisa: Puede que nadie haya aprendido de aquellos intercambios; me sorprendería que alguno de los participantes supiese quién fue Platón, cómo se escribe Nietzsche o en qué siglo vivió Confucio. Pero todos dejaron sus quehaceres diarios para pararse a pensar.

Y así concluye la extraña historia de cómo un predicador evangelista inculto, homófobo e intolerante me devolvió la fe, sino en Dios, por lo menos en la humanidad.

21 junio 2012

El columpio

Jueves tiene siete meses y medio, pero el tamaño y la fuerza de una niña de un año. Aprovechando esto y el buen tiempo, hace una semana decidí que había llegado la siguiente etapa en su desarrollo: probar los columpios del parque. Todos los días íbamos un rato. Yo la colocaba cuidadosamente, me agachaba para que sus ojos y los míos estuviesen a la misma altura y la mecía.

El fin de semana fuimos al parque con Kitboy, el padre de la criatura. Al principio fue todo como siempre. Él la sienta. Ella sonríe en anticipación...

-¡¡Ay, Dios mio!!

-¿Qué pasa?

El columpio se movía con un brío excepcional. La suave brisa en los cuatro pelos de Jueves eran ahora viento huracanado. Aquella visión me hizo sentir que mi desayuno y yo podríamos volver a encontrarnos. Kitboy es de todo menos irresponsable; ella no parecía descontenta, pero tuve que apartar la mirada. Entonces ocurrió:

La escena del crimen...
-¡Ehe, ehe, ehe! Eeeee. ¡Ehe, ehe, ehe!



El sonido más dulce y deseado para un padre, la risa del bebé, brotaba a borbotones de los labios de Jueves. Y me lo estaba perdiendo. Me volví unos segundos y la estampa no tenía desperdicio: la cabeza echada hacia delante, la lengua asomando por el lado derecho de la boca, las piernas flexionadas para ser más aerodinámica y una cara que parecía decir "Dame más. Ayrton Senna y yo somos así". ¿Qué hacer? Intenté mirarla por el mayor tiempo posible, me volví a girar. La miré. Otra media vuelta... También intenté afrontar mi miedo empujando yo misma el columpio hasta casi la altura a la que lo tenía Kitboy.

La escena atrajo la mirada de un padre que cuidaba de sus tres hijos.

-La primera ¿Verdad?

-Sí.

-Pues espera a que empiece a caminar, entonces sí que te va a impresionar. Pero es una buena impresión- dijo lanzando una sonrisa a Kitboy.

¡Ay, Señor!...


La letra de esta canción parece haber sido escrita por Jueves aquel día.

14 junio 2012

La esquina

Camina erguida, despampanante, imperturbable,  acapara las miradas del que se acerca, asegura sus pasos en la propia complacencia y exagera su contoneo  en la certeza del deseo que provoca.
Viste de rojo. De rojo va cubierta la incandescencia de sus labios, y rojas son sus uñas acariciando el aire.  Cabello voluminoso y escotado pecho,  glúteo de molde irrepetible, sus tacones parecen herir la piedra.
Va por el centro de la calle, izquierdas y derechas de ella se prendan, es su posesión obsesiva meta qué, alcanzada, será confluencia de todas las envidias.
Dobla la esquina y, sonriente, saluda a Narciso. Éste le contesta embelesado: hasta siempre Vanidad.

08 junio 2012

El bello arte de la política, o como dar jaque a la investigación española

Recientemente se ha publicado un artículo de la Secretaria de Investigación del gobierno español en Nature. Habla de los recortes que tendrán que sufrir los investigadores que se queden en nuestro país. El texto y las reacciones posteriores son un caso ejemplar de astucia política, o de cómo neutralizar a la oposición y ganar popularidad sin necesidad de un plan de gestión excelente o notorio.

Resumen del artículo:
Tornar la crisis presupuestaria de España en una oportunidad

El presupuesto de España para el 2012 es el más austero de nuestra historia democrática. El gobierno se ha visto obligado a optimizar sus limitados recursos en todas las áreas - y la ciencia, la tecnología y la innovación no puede quedar exentos. Por eso que he accedido a una importante, aunque no insalvable, disminución de los recursos.

En la parte del presupuesto destinado principalmente a las ayudas y subvenciones que son indispensables para la investigación, se ha producido una disminución del 22,5%. Esto se suma a los recortes de años anteriores, por lo que no se puede negar que estamos ante una situación muy difícil.

Sabemos lo que hay que hacer. Mi departamento debe alcanzar e incentivar la excelencia. Una cuarta parte de la fuerza laboral española está en el paro, así que aunque la inversión en ciencia, tecnología e innovación es importante, también debemos ser realistas.

Mire a su alrededor y no se deje engañar. Ahora debemos dejar de hablar de la importancia de la ciencia, y en su lugar, comprometeros a la necesidad de excelencia en la ciencia.

Sin duda investigación, desarrollo e innovación han avanzado en la última década en España. Pero el crecimiento acelerado puede dificultar la gestión eficaz de los recursos, y ha ocurrido una superposición de instituciones y funciones. En la actualidad, hay un centro de investigación de biotecnología o parque científico en casi todas las regiones españolas.

Carmen Vela, secretaria de Ciencia.
Para fortalecer el sistema de investigación en nuestro país debemos soltar lastre, pero es importante reducir la cantidad, no calidad. Este proceso será complejo e impopular: después de todo, a nadie le gustan los recortes o reajustes. En virtud de los cambios que anuncio aquí, sólo se asignarán recursos a aquellos científicos que puedan demostrar que están elevando las fronteras del conocimiento. Queremos apoyar sólo los proyectos realmente competitivos, que están dando frutos, o que muestran a través de resultados recientes el potencial de hacerlo y cuyo objetivo es mejorar la vida cotidiana de nuestros ciudadanos. La competitividad se convertirá en parte del proceso de obtención de fondos estatales.

Animo a nuestros investigadores para demostrar su excelencia, compitiendo a nivel internacional con los mejores de Europa. La Unión Europea prevé una inversión de más de €80 mil millones a través del Programa Marco de Horizonte 2020 para 2014-20. Nuestros científicos deben buscar y ganar parte de este dinero.

Tenemos que cambiar el número de investigadores para mantener y mejorar la calidad de los contratos, mientras que reducimos la cantidad. Teníamos que hacerlo de todos modos: el sistema español de I+D no es lo suficientemente grande como para justificar el pago de los muchos investigadores actuales.

La situación no es ideal, pero la crítica continua no ayudará a sacarnos del hoyo. Excelencia consiste en tener una actitud basada en el esfuerzo y trabajo, no sólo en la crítica. No es suficiente centrarse en el presente, hay que planear para el futuro. Mi trabajo y el de mi equipo, es alcanzar la excelencia en la inversión con los recursos disponibles.

Albert Einstein, uno de los pocos científicos que los españoles fueron capaces de nombrar en una encuesta realizada el mes pasado, dijo una vez que hay una fuerza motriz más poderosa que la energía del vapor, la electricidad o atómica: la voluntad. Con voluntad, nuestro reducido presupuesto de I+D será la vía para salir de la crisis - y salir de ella más fuertes que nunca.


Cómo lo ven los investigadores españoles:
Internet arde. La mayoría han analizado el texto como lo haría cualquier científico, párrafo a párrafo, o -parafraseando a Descartes- "dividiendo cada idea en cuantas porciones sea preciso para mejor rebatirlas, comenzando por desmontar los argumentos más simples, para remontarse gradualmente a los más complejos".

Que si la excelencia viene después de un periodo largo de apoyo sostenido a la ciencia. Que si la anemia crónica del presupuesto hace que la calidad del equipo sea mucho peor que en países desarrollados, convirtiendo la competencia por financiación europea en una quimera. Que si lo que este país realmente necesita son recursos, políticas claras de contratación o una burocracia simplificada. O directamente saltamos a la demagogia fácil de mentar a Bankia y decir que lo que sobran son políticos. Todo cierto, pero no importa.


Cómo lo ve el votante medio:
El español de a pie no es científico. Tampoco tiene interés en un análisis detallado del texto. Pero entiende que, si todos los demás se aprietan el cinturón, justo es que los investigadores también lo hagan. Después de todo, si hemos perdido dinero en áreas de reconocida importancia como educación o sanidad ¿por qué no recortar el presupuesto de gentes que ni siquiera sabemos a qué se dedican? Si los demás nos tenemos que buscar la vida, que los batas blancas hagan lo mismo. Y si no valen, a la calle, como pasa en otros negocios. La poda selectiva del personal menos productivo suena familiar y justa. Lo contrario es insolidario.

Es difícil creer que puedan sobrar científicos, pero cuando se asocia al "un centro en cada provincia" suenan las familiares campanas del derroche de la cesión de competencias a comunidades autónomas y se traga mejor.


Lo que va a ocurrir:
¿Qué es "excelencia investigadora"? ¿Cómo se evalúa? Ni idea, ni falta que hace.

En Moncloa son conscientes de que decenas de blogueros no son rival ante un puñado de frases edificantes en Nature. La opinión pública ha sido convencida de que saben lo que hacen y no va a indagar.

La realidad es que en los años de bonanza los centros de investigación -como tantas otras instituciones-  se saturaron de funcionarios. Gente que ha envejecido en el puesto y que -sean productivos o no- son difíciles de eliminar. Estos serán los "científicos excelentes" de la secretaria. Nada va a cambiar.

Mientras, las reformas que permitirían eliminar endogamia y burocracia (los grandes males que contaminan tanto a la ciencia como al resto de la sociedad española) seguirán esperando.

Garmendia, Soria o la propia Vela han demostrado que no es suficiente tener a políticos que piensen como científicos. Para poder sobrevivir, necesitamos a científicos que entiendan la política. Y quien dice científicos, dice gente de la educación, sanidad, arte ...

05 junio 2012

Jubileeando

Que lo monárquico no quite lo hortera
El Reino Unido no tiene constitución, así que por ahí nunca nos caerá un día festivo. Como la suerte de esta roca nunca ha importado gran cosa allende sus costas, tampoco tenemos día de la liberación o de la independencia. Para colmo, esto está lleno de protestantes, así que lo más semejante a un patrón es el príncipe Charles (santo, santo no es, pero su estampa da mucho consuelo a los pobres que llevan años esperando un ascenso en la empresa). En resumen, que no hay día nacional del Reino Unido.

Tal y como están las cosas, la única forma de justificar un par de festivos y montar un despiporre patriótico es celebrar que la Reina lleva un número más o menos redondo de años apalancada en el trono. Este año, Isabel II cumple su sexta década como soberana, así que ayer y hoy fueron vacación.

En Londres, el Jubileo ha justificado tirar la casa por la ventana. En Escocia no. En Glasgow, las tiendas y algunas (muy pocas) casas se engalanaron con los colores de la bandera, pero lo más parecido a una celebración oficial fue la procesión de los cuatro carcas bien cebados de la orden de Orange.

La madre que parió al legionario...
Lo que sí ha despertado esta festividad ha sido el júbilo capitalista. Casi todos los grandes almacenes han ofrecido un 20% de descuento en sus artículos y la tarjeta "nectar" (equivalente a la Travel Club española) da el triple de puntos. Además, no me avergüenza admitir que he caído en la tentación de comprar los M & M's edición especial (todos de color blanco, azul o rojo). También me hubiese encantado comprar los pañales que Dodot (aquí llamado Pampers) diseñó con la bandera británica en el culete. ¡Qué mona hubiese estado mi Jueves gateando con uno de esos por las playas coruñesas! Desgraciadamente, desde que un ex-soldado fue a la página de Facebook de Pampers a tachar a la compañía de frívola por dejar que en cientos de guarderías se caguen en su adorado trapo, se ha complicado mucho conseguir un paquete.


Aquí, un vecino probando que bautizar tu casa con el nombre de una casta pakistaní y conducir un coche alemán no merman el orgullo patrio.

Epílogo

Gracias (en parte) a que medio Gasgow anda de jubileo, mi vecindario lleva varios días pareciendo una pequeña Venecia. Esto en Europa no pasa...