Estoy en algunos grupos de padres en Internet. No son los más visitados. Suelen tener como requisito defender tus opiniones con evidencia científica contrastada. Voy más por el ambiente que por las ideas sobre crianza que, en grupos así, no son nada uniformes, aunque sí variadas y poco dogmáticas (la principal causa de expulsión suele ser defender ideas claramente acientíficas tipo no vacunación, homeopatía o la superioridad de la lactancia materna frente a la de fórmula). De vez en cuando encuentro cosas interesantes. La última vino de la mano de un tópico controvertido pero que personalmente ya no me afecta.
Una investigación de la Universidad del Oeste de Australia utilizó medidas de peso de más de trescientos recién nacidos para ver si las madres (todas sanas o sin problemas incompatibles con la lactancia) estaban cubriendo las necesidades calóricas de sus bebés. Se descubrió que dos de cada tres mujeres no proporcionan la cantidad mínima de leche para satisfacer las necesidades de su hijo en las primeras dos semanas de vida. Una de cada tres no alcanzaron el mínimo entre las dos semanas y el mes. Es decir, más de la mitad de los recién nacidos necesitan alimentación suplementaria en su primer mes.
Cualquiera que haya estado en un país al que no llega la medicina moderna sabe que los estragos de la desnutrición infantil son visibles y normales. La Historia dice que las nodrizas son una profesión milenaria mencionada en la Biblia. Los primeros biberones son del Imperio Romano y la leche de fórmula tiene casi dos siglos. La falta de leche materna es usual y tan vieja como el ser humano pero, hasta este estudio, no pensé que pudiese ser la normal.
Siempre he asociado la evolución humana con la ley del más fuerte. Entre nosotros, la tribu más avanzada extermina a la primitiva (ver la expansión de cualquier imperio). Pero que la mayoría de las recién paridas no sea capaz de alimentar a su hijo sin ayuda me hace replantearme esa visión del mundo. Significa que, a diferencia de otros mamíferos, sin la colaboración entre mujeres, la humanidad se habría extinguido. La salud física no es un factor determinante para la supervivencia. Ha sido complementada por la compasión, el ingenio y la unidad de la manada.
18 diciembre 2016
12 noviembre 2016
La hoguera
.
cuando no me falta voluntad.
Solitaria
está la playa
y
solo estoy ante el fuego.
El
crujir de la seca madera
se
fusiona con el susurro oceánico
que, bajo la pálida cúpula
del
atardecer otoñal,
pone
música al descanso.
Las
flamígeras filigranas
en
su fulgor van creando
morfología
de pensamientos:
creencias
perdidas
y voces
congeladas en
el
invierno de los días...
Y
la brisa, como lánguida mano,
sobre
el agua va esparciendo
el
dorado resplandor
de remotas existencias
de remotas existencias
y realidades de apagado rumor.
Y
en mí está todo.
Y todo es lejanía flotante
sobre
las combadas olas
del agitado mar de mi razón,
avanzando caprichosas y solas.
...
del agitado mar de mi razón,
avanzando caprichosas y solas.
...
Cálida
se acerca la noche
con
su grisura y su misterio,
con
su fuego y su verdad,
con
su renuncia al engaño,
con
su desdén al mal soñar.
Y
en mí está todo
cuando
luz y llama están,
cuando
hay leña que quemar,
cuando
el aire no me falta,
cuando no me falta voluntad.
28 octubre 2016
Astillas que queman
Es de perogrullo, la vida marca. Forma, deforma, reforma. Ese cambio puede tener un efecto impredecible en quienes nos rodean. O puede que no sea un cambio en absoluto.
Cuando era pequeña, entre otras bromas, a mi padre le gustaba contar los dedos de mi mano. Nunca eran cinco. Me entretenía intentar averiguar en qué dedo me había colado el truco. Ahora, insisto a mi hija en que tengo seis dedos. Esta noche, al poner a Jueves en cama, hablábamos del tema. Según mi hija, no sé contar. Ahí me salió un ramalazo que justifiqué como la deformación profesional de quien quizá lleva demasiado tiempo entre calculadoras y experimentos.
- ¿Cómo sabes que soy yo la que cuenta mal y no tú? Es tu palabra contra la mía.
- Loz he contado, zon cinco. Ez que tu ziempre cuentaz uno doz vecez.
- ¿Me has visto hacerlo?
- No, pero yo zé contar muy bien.
- Yo también sé contar muy bien. Vas a tener que buscar una prueba por el método científico.
- ¿Cómo?
- Una forma es que encuentres a varias personas que cuenten mis dedos. De esa forma reduces la posibilidad de error en la cuenta.
- Ezo ez muy complicado, no zé a quién llamar.
- Hay otra forma. Es el motivo real por el que realmente crees que tengo cinco dedos.
- ¡Loz he contado!
- No. En el fondo, sabías la respuesta antes de saber contar. Piensa...
Apagué la luz y la dejé descansar.
Lo que hice no era un intento deliberado de educación, sino un acto reflejo. Dejé la habitación pensando en los científicos que conozco que, con ventoleras como esta, comprensiblemente empujaron a la descendencia por el camino de las letras.
Di por sentado que a la mañana siguiente todo estaría olvidado o, como mucho, que tendría que revelar la solución del acertijo. Pero, durante la conversación que nos despereza por la mañana, Jueves me espeta:
-He contado miz dedoz, yo creo que zon cinco. Tu creez que yo tengo cinco dedoz.¿Verdad?
-Si.
-Papi también cree que tengo cinco dedoz.¿Verdad?
-Si.
-Pon la mano en alto y no la muevas, mami.
-Vale.
-¡Pero no la muevaz!
-No, no...
Entonces, la comina, despacio, fue juntando su palma con la mía. Pulgar con pulgar, índice con índice, medio con medio...
-Tu mano ez igual que la mía. Todoz penzamoz que la mía tiene cinco dedoz. Azí que la tuya también tiene cinco dedoz.
La madre que la parió. Entonces ¿Mi ramalazo fue fruto de la deformación profesional, o fue mi genética lo que ha marcado mi destino? No importa, estoy lanzada. Mañana toca clase de óptica. A jueves le encanta mezclar pintura de varios colores, pero siempre me pregunta qué va a salir antes de mojar los pinceles, así que he encargado un juego de plásticos traslúcidos de colores, para que los junte y entienda por sí misma el mecanismo. Al menos parece que la ciencia le traumatiza menos que el día de colegio que jugó a peluqueras con tijeras de verdad.
Cuando era pequeña, entre otras bromas, a mi padre le gustaba contar los dedos de mi mano. Nunca eran cinco. Me entretenía intentar averiguar en qué dedo me había colado el truco. Ahora, insisto a mi hija en que tengo seis dedos. Esta noche, al poner a Jueves en cama, hablábamos del tema. Según mi hija, no sé contar. Ahí me salió un ramalazo que justifiqué como la deformación profesional de quien quizá lleva demasiado tiempo entre calculadoras y experimentos.
- ¿Cómo sabes que soy yo la que cuenta mal y no tú? Es tu palabra contra la mía.
- Loz he contado, zon cinco. Ez que tu ziempre cuentaz uno doz vecez.
- ¿Me has visto hacerlo?
- No, pero yo zé contar muy bien.
- Yo también sé contar muy bien. Vas a tener que buscar una prueba por el método científico.
- ¿Cómo?
- Una forma es que encuentres a varias personas que cuenten mis dedos. De esa forma reduces la posibilidad de error en la cuenta.
- Ezo ez muy complicado, no zé a quién llamar.
- Hay otra forma. Es el motivo real por el que realmente crees que tengo cinco dedos.
- ¡Loz he contado!
- No. En el fondo, sabías la respuesta antes de saber contar. Piensa...
Apagué la luz y la dejé descansar.
Lo que hice no era un intento deliberado de educación, sino un acto reflejo. Dejé la habitación pensando en los científicos que conozco que, con ventoleras como esta, comprensiblemente empujaron a la descendencia por el camino de las letras.
Di por sentado que a la mañana siguiente todo estaría olvidado o, como mucho, que tendría que revelar la solución del acertijo. Pero, durante la conversación que nos despereza por la mañana, Jueves me espeta:
Parecidos razonables. |
-He contado miz dedoz, yo creo que zon cinco. Tu creez que yo tengo cinco dedoz.¿Verdad?
-Si.
-Papi también cree que tengo cinco dedoz.¿Verdad?
-Si.
-Pon la mano en alto y no la muevas, mami.
-Vale.
-¡Pero no la muevaz!
-No, no...
Entonces, la comina, despacio, fue juntando su palma con la mía. Pulgar con pulgar, índice con índice, medio con medio...
-Tu mano ez igual que la mía. Todoz penzamoz que la mía tiene cinco dedoz. Azí que la tuya también tiene cinco dedoz.
La madre que la parió. Entonces ¿Mi ramalazo fue fruto de la deformación profesional, o fue mi genética lo que ha marcado mi destino? No importa, estoy lanzada. Mañana toca clase de óptica. A jueves le encanta mezclar pintura de varios colores, pero siempre me pregunta qué va a salir antes de mojar los pinceles, así que he encargado un juego de plásticos traslúcidos de colores, para que los junte y entienda por sí misma el mecanismo. Al menos parece que la ciencia le traumatiza menos que el día de colegio que jugó a peluqueras con tijeras de verdad.
09 octubre 2016
El río
De
anchura y profundidad
inacabadas,
nace el río
en
su propia agua.
Nosotros,
como él,
somos
agua de la nada
y
la parte arrastrada.
Somos nosotros el río que
va
siguiendo su cauce:
todo
lo acoge y todo lo atrapa;
es
el mar su destino,
pero
ignora a que distancia.
18 septiembre 2016
Mis horas
Cada
instante un pensamiento,
cada
paso una razón,
cada
esfuerzo una luz,
y
en cada amor el corazón.
Son
mis horas hijas que
nacen
de mi tiempo,
haciéndose
sujeto y forma
de
labores realizadas y
sueños
incumplidos,
para
en silencio deshacerse
tal
como han venido.
Son
mis horas hijas que
matan
mi tiempo
sin
querer ellas morir,
aferradas
al intento
de
tener el suyo vivo
cuando
ya el mío no sea
de
horas construido.
Y
marca la experiencia
ser
su sino el olvido;
como
pienso sin errar
que
olvido…
será el tiempo mío.
08 septiembre 2016
¿Qué fue del Brexit?
Han pasado dos meses y medio después del referéndum sobre la salida del Reino Unido de Europa y lo único que pasa es que no pasa nada. ¿Qué está pasando? Pasen y vean.
Nada más saberse el recuento final, la primera ministra escocesa -Nicola Sturgeon- dio un discurso en el que decía (entre otras cosas) que Escocia voto mayoritariamente por quedarse. "Remain means remain". Al cabo de unos días, la nueva ministra británica -Theresa May- dio un discurso igualmente decidido y claro que terminó con un ya famoso "Brexit means Brexit". En aquel momento, la frase quedó muy bien. Hoy sabemos que fue una machada. La realidad es que nadie sabe qué demonios significa "Brexit".
El parlamento británico se ha metido en uno de los mayores embolados de su larga historia. Se estima que entre un 60% y un 85% de las leyes del Reino Unido vienen del parlamento europeo. Más de cuatro mil documentos que deben ser escritos de nuevo. Imagino que muchos tendrán que ser una copia exacta de los acordados en Bruselas pero ¿Cuales? Porque hay quien exige volver a debatir hasta el color del pasaporte. ¿Qué va a pasar con los documentos que necesitan ser alterados? Esta es la discusión que tiene empantanado el proceso. Pongamos como ejemplo los que son vistos como mayores escollos: los acuerdos de libre comercio y libre circulación de personas. La mayoría del Reino Unido quiere libre comercio, pero en cuestión migratoria pide una situación fronteriza semejante a una cuarentena. Un imposible.
Luego esta el problema escocés. Los escoceses quieren Europa. Su población autóctona envejecida necesita mano de obra europea para que las instituciones sigan funcionando. Según los términos del referéndum de independencia del 2014, un cambio significativo en el estado de la nación les da derecho a la repetición del sufragio. O hay libre circulación de personas, o cogen el andante.
Por otro lado, pocas veces en la historia moderna ha tenido un gabinete ministerial tanto poder para cambiar un país, pero este no es el gabinete que fue elegido en las últimas elecciones, con lo que cualquier intento de reforma medianamente radical sería terriblemente impopular y podría desencadenar unas elecciones anticipadas. De hecho, si el principal partido en la oposición (los laboristas) no estuviese hecho unos zorros, seguramente ya se estarían desempolvando las urnas.
Simplificando, si se cierra el grifo a la inmigración, Inglaterra (menos Londres y otras ciudades grandes) se regocija, pero Escocia y -posiblemente- Irlanda del Norte y Gibraltar pueden forzar su secesión. Un desastre sin paliativos. Si todo sigue igual, el gobierno será visto como antidemocrático y penalizado duramente en las próximas elecciones. Otro desastre. Y dejo fuera otros tratados controvertidos como el programa de armas nucleares, los acuerdos de pesca, los derechos humanos...
Una posible salida sería redactar un documento con las lineas maestras del "Brexit" según lo que quiere el gobierno y ponerlo a votación popular. Es decir, la repetición encubierta del referéndum. Pero esto tiene el peligro de que, si se rechaza, hay que cambiarlo otra vez y someterlo a votación otra vez, pudiendo entrar en un bucle infinito. Algunos políticos lo han llamado el "Neverendum", que viene a ser como una versión cara del limbo actual.
Así que en esas estamos, poniendo a insensatos como Boris Johnson a cuadrar círculos. Mientras, la prensa intenta evitar el descuajeringamiento del país pregonando delirios propagandísticos sobre una futura Gran Bretaña que será aun más grande en aislamiento.
En resumen, que dejéis ya de decirme cuánto queréis un presidente en España, que aquí tuvimos uno con mayoría absoluta y la lió parada.
Nada más saberse el recuento final, la primera ministra escocesa -Nicola Sturgeon- dio un discurso en el que decía (entre otras cosas) que Escocia voto mayoritariamente por quedarse. "Remain means remain". Al cabo de unos días, la nueva ministra británica -Theresa May- dio un discurso igualmente decidido y claro que terminó con un ya famoso "Brexit means Brexit". En aquel momento, la frase quedó muy bien. Hoy sabemos que fue una machada. La realidad es que nadie sabe qué demonios significa "Brexit".
El parlamento británico se ha metido en uno de los mayores embolados de su larga historia. Se estima que entre un 60% y un 85% de las leyes del Reino Unido vienen del parlamento europeo. Más de cuatro mil documentos que deben ser escritos de nuevo. Imagino que muchos tendrán que ser una copia exacta de los acordados en Bruselas pero ¿Cuales? Porque hay quien exige volver a debatir hasta el color del pasaporte. ¿Qué va a pasar con los documentos que necesitan ser alterados? Esta es la discusión que tiene empantanado el proceso. Pongamos como ejemplo los que son vistos como mayores escollos: los acuerdos de libre comercio y libre circulación de personas. La mayoría del Reino Unido quiere libre comercio, pero en cuestión migratoria pide una situación fronteriza semejante a una cuarentena. Un imposible.
Luego esta el problema escocés. Los escoceses quieren Europa. Su población autóctona envejecida necesita mano de obra europea para que las instituciones sigan funcionando. Según los términos del referéndum de independencia del 2014, un cambio significativo en el estado de la nación les da derecho a la repetición del sufragio. O hay libre circulación de personas, o cogen el andante.
Por otro lado, pocas veces en la historia moderna ha tenido un gabinete ministerial tanto poder para cambiar un país, pero este no es el gabinete que fue elegido en las últimas elecciones, con lo que cualquier intento de reforma medianamente radical sería terriblemente impopular y podría desencadenar unas elecciones anticipadas. De hecho, si el principal partido en la oposición (los laboristas) no estuviese hecho unos zorros, seguramente ya se estarían desempolvando las urnas.
Simplificando, si se cierra el grifo a la inmigración, Inglaterra (menos Londres y otras ciudades grandes) se regocija, pero Escocia y -posiblemente- Irlanda del Norte y Gibraltar pueden forzar su secesión. Un desastre sin paliativos. Si todo sigue igual, el gobierno será visto como antidemocrático y penalizado duramente en las próximas elecciones. Otro desastre. Y dejo fuera otros tratados controvertidos como el programa de armas nucleares, los acuerdos de pesca, los derechos humanos...
Carta de los congresistas escoceses a los extranjeros de la UE en Escocia. |
Así que en esas estamos, poniendo a insensatos como Boris Johnson a cuadrar círculos. Mientras, la prensa intenta evitar el descuajeringamiento del país pregonando delirios propagandísticos sobre una futura Gran Bretaña que será aun más grande en aislamiento.
En resumen, que dejéis ya de decirme cuánto queréis un presidente en España, que aquí tuvimos uno con mayoría absoluta y la lió parada.
26 agosto 2016
El burkini en Niza
Cuando vi la noticia de la mujer forzada a quitarse el burkini en una playa de Niza no presté mucha atención. Es una de esas situaciones en las que ninguna opción es buena. Después leí dos opiniones, ambas expresadas con convicción, lucidez, vehemencia y conclusiones opuestas. Envidiosa de su claridad, seguí rosmando.
Ordenemos pensamientos... Lo primero que me viene a la cabeza cuando pienso en la palabra "burkini" es su parecido con esto:
Lo segundo, esto otro:
No ayuda.
Leí una entrevista con su diseñadora. En ella, la palabra "modestia" es la más repetida. Según la empresaria, la prenda "simboliza el ocio y la felicidad y la diversión y la forma física y la salud ¿y ahora están exigiendo las mujeres salir de la playa y volver a sus cocinas?". Describe así la experiencia de estrenar el prototipo:
"Fue mi primera vez nadando en público y fue absolutamente maravilloso. Tengo el recuerdo tan fresco. Sentí libertad, me sentí empoderada, me sentí como si la piscina me perteneciese. Caminé hasta el final de aquella piscina con la cabeza alta."
Pero, diez años después, admite como cierta felicidad vino de sentir las miradas del resto de los bañistas y, al hablar de sí misma, dice:
"¿Me considero feminista? Si, probablemente. Me gusta estar detrás de mi hombre, pero yo soy el motor y elijo serlo. Quiero que él se lleve todo el crédito, pero yo soy la triunfadora escondida."
Es decir, no se tapa por modestia (la palabra implica un deseo de pasar desapercibida), sino por vergüenza, una vergüenza derivada de un sentimiento de inferioridad. La limitacion disfrazada de virtud.
Resumen: que para algunas mujeres árabes el traje podría representar un avance: la salida del siglo XVIII para entrar en el XIX. Pero el progreso parece tan superficial que no puedo decir si es progreso real o moda pasajera.
Trataré entonces de entenderlo desde la perspectiva de las mujeres que lo llevan. En Europa, las árabes que conozco y se tapan lo hacen por coquetería. Cubrirse añade misterio y puede quitar muchos kilos. El burquini cumple la misma función y, además, atrae muchas más miradas que una supermodelo con el bikini más favorecedor del mercado. Sustituye un atractivo sexual que probablemente nunca existió por un aura palpable de originalidad.
Nada, que por más que le de vueltas no veo más que un trapo. Una moda arcaica como las fluorescencias de los años 80 o los calcetines de rombos.
Pero volviendo a a la noticia que abre este comentario. ¿Debieron forzar a la bañista a desnudarse? En este caso, dado lo sufrido en Niza, tomar el sol en ese atuendo me parece tan apropiado como aparecer en un funeral en bermudas. Quizá el asunto no deba enfocarse como un tema de higiene o moral tanto como de modales.
Ordenemos pensamientos... Lo primero que me viene a la cabeza cuando pienso en la palabra "burkini" es su parecido con esto:
Lo segundo, esto otro:
No ayuda.
Leí una entrevista con su diseñadora. En ella, la palabra "modestia" es la más repetida. Según la empresaria, la prenda "simboliza el ocio y la felicidad y la diversión y la forma física y la salud ¿y ahora están exigiendo las mujeres salir de la playa y volver a sus cocinas?". Describe así la experiencia de estrenar el prototipo:
"Fue mi primera vez nadando en público y fue absolutamente maravilloso. Tengo el recuerdo tan fresco. Sentí libertad, me sentí empoderada, me sentí como si la piscina me perteneciese. Caminé hasta el final de aquella piscina con la cabeza alta."
Pero, diez años después, admite como cierta felicidad vino de sentir las miradas del resto de los bañistas y, al hablar de sí misma, dice:
"¿Me considero feminista? Si, probablemente. Me gusta estar detrás de mi hombre, pero yo soy el motor y elijo serlo. Quiero que él se lleve todo el crédito, pero yo soy la triunfadora escondida."
Es decir, no se tapa por modestia (la palabra implica un deseo de pasar desapercibida), sino por vergüenza, una vergüenza derivada de un sentimiento de inferioridad. La limitacion disfrazada de virtud.
Resumen: que para algunas mujeres árabes el traje podría representar un avance: la salida del siglo XVIII para entrar en el XIX. Pero el progreso parece tan superficial que no puedo decir si es progreso real o moda pasajera.
Breve historia del bañador femenino |
Nada, que por más que le de vueltas no veo más que un trapo. Una moda arcaica como las fluorescencias de los años 80 o los calcetines de rombos.
Modelo escondiendo vello corporal, papada, michelines, celulitis y el irreprimible deseo de fecundar un óvulo. |
Pero volviendo a a la noticia que abre este comentario. ¿Debieron forzar a la bañista a desnudarse? En este caso, dado lo sufrido en Niza, tomar el sol en ese atuendo me parece tan apropiado como aparecer en un funeral en bermudas. Quizá el asunto no deba enfocarse como un tema de higiene o moral tanto como de modales.
29 julio 2016
Hoja roja
Hoja
en forma de corazón
que
a mí llegas.
Roja
como mi sangre,
como
mi alma roja
a
todo lo demás ajena.
En
tu caída lenta
conmigo
juegas,
hurtas
mi atención
y
me desesperas:
me
urges en tu caída
cuando
yo te quiero plena.
Te
miro y ya es
tu
reverso lo que veo,
desciendes,
giras,
me
ignoras en tu vuelo,
y
caprichosa a tierra bajas
cuando
ingrávida te quiero.
Pero
es así la ley
para
cuerpo pesado o ligero,
y
yo, sujeto pretencioso,
que
observo y no comprendo
como
en el suelo sentado
deseo
para ti el cielo.
20 julio 2016
Crema solar
En estos momentos estamos pasando una ola de calor en las Highlands. Hemos llegado a unos sofocantes 24 grados. Gracias a los larguísimos días nórdicos, hemos cenado en la playa. Hay que aprovechar, porque esto no dura.
La ola de calor me ha recordado una costumbre autóctona que me irrita especialmente: la obsesión por las cremas de protección solar. Entiendo que la lechosa piel de los aborígenes se quema más fácilmente que la mía, pero esto es un despiporre que roza la histeria colectiva.
Las cremas faciales vienen, en su mayoría e independientemente de la época del año, con factor de protección 15, por aquello de que en Diciembre anochece a las tres y media de la tarde y a lo mejor alguien pilla un melanoma. Si buscas, puedes encontrar alguna sin protección, pero hay que buscar.
En la guardería de Glasgow, llegado Marzo nos exigían que llevásemos crema de protección para la niña, por si salía al patio veinte minutos. Se sabía en seguida cual era nuestro bote porque era el único con factor menor de 50. En la nueva guardería es peor, ya que la ponen ellos y los padres no tenemos la opción a decidir qué factor queremos. Ademas interrumpen el juego cada dos horas para echar más, no vaya a ser que ocurra un accidente y metabolicen algo de vitamina D en horario lectivo.
Supongo que leer esto en España en Agosto suena raro. Si estuviésemos allí ahora, nos echaríamos protección. Pero es que hoy es el único día del año que hemos superado los veinte grados y la posibilidad de que sea el ultimo es bastante grande. Ademas, los rayos solares caen mucho mas oblicuos. Mi tolerancia al sol no es especialmente alta y ni echando una siesta en el jardín consigo quemarme.
Cuando voy a Galicia, mi familia y yo reímos de como la gente ve lo que consideramos "cuatro gotas" de lluvia y actúa como si fuesen ácido clorhídrico. Cada vez que sale el sol aquí, me quejo de que el país entero se comporta como si esto fuese Sevilla en Agosto y a mediodía.
No son las Crónicas Vampíricas, sino el anuncio de una crema solar británica
Mañana ya llueve. Tocará ir a las redes sociales a participar en las quejas sobre Boris Johnson o Rajoy, según me lleven los malos vientos. Supongo que esto es la cara oculta del multiculturalismo: poder protestar por el doble de motivos.
La ola de calor me ha recordado una costumbre autóctona que me irrita especialmente: la obsesión por las cremas de protección solar. Entiendo que la lechosa piel de los aborígenes se quema más fácilmente que la mía, pero esto es un despiporre que roza la histeria colectiva.
Las cremas faciales vienen, en su mayoría e independientemente de la época del año, con factor de protección 15, por aquello de que en Diciembre anochece a las tres y media de la tarde y a lo mejor alguien pilla un melanoma. Si buscas, puedes encontrar alguna sin protección, pero hay que buscar.
Definición gráfica del verano escocés. |
Supongo que leer esto en España en Agosto suena raro. Si estuviésemos allí ahora, nos echaríamos protección. Pero es que hoy es el único día del año que hemos superado los veinte grados y la posibilidad de que sea el ultimo es bastante grande. Ademas, los rayos solares caen mucho mas oblicuos. Mi tolerancia al sol no es especialmente alta y ni echando una siesta en el jardín consigo quemarme.
Cuando voy a Galicia, mi familia y yo reímos de como la gente ve lo que consideramos "cuatro gotas" de lluvia y actúa como si fuesen ácido clorhídrico. Cada vez que sale el sol aquí, me quejo de que el país entero se comporta como si esto fuese Sevilla en Agosto y a mediodía.
No son las Crónicas Vampíricas, sino el anuncio de una crema solar británica
Mañana ya llueve. Tocará ir a las redes sociales a participar en las quejas sobre Boris Johnson o Rajoy, según me lleven los malos vientos. Supongo que esto es la cara oculta del multiculturalismo: poder protestar por el doble de motivos.
05 julio 2016
Corín Tellado
Una vieja revista de fotonovela de Corín Tellado (1927 - 2009) estaba tirada al lado del contenedor de basura. Decolorada, sus arrugas marcaban el medio siglo de antigüedad. Se despertó mi curiosidad por el autor del depósito y la nostalgia de un tiempo ya tan lejano.
No leí ninguna novela de Tellado. El prejuicio de falta de calidad literaria y el calificativo de “rosa” eran motivos suficientes para que nunca un libro suyo estuviera entre mis manos. Sin embargo no puedo decir lo mismo de sus fotonovelas. A mis 14 y 15 años he leído unas cuantas, ignorando si alguna de ellas llevaba la firma de la escritora más leída en España después de Cervantes. En esa edad los prejuicios eran otros. Ver sobre el papel las fotografías de bellas mujeres cortejadas por apuestos varones con diálogos cortos adosados; con ingredientes tan sabrosos como los celos, el engaño de la arpía o la desinteresada entrega de la sincera enamorada, eran material inmejorable para el despertar hormonal del adolescente que entonces era. La concupiscencia implícita y el deseo carnal que aquellos relatos aportaban se diluía como perfume en mi alma inquieta de bachiller, un escape imaginativo en el desbarajuste de mi cabeza infantil, el remanso placentero en una encrucijada de corrientes.
Aquellas revistas (nunca compradas) distraían, estimulaban y transportaban a una vida compensatoria de la infancia pobretona y cuasi sórdida que tantos llevábamos, a una esperanza en el devenir que arrasaría los días de impotencia y sumisión.
Las escenas del chico pulcro y bien vestido descendiendo del deportivo descapotable ansioso por manifestar su amor a la rica heredera, a la criada perfecta o a la despampanante cínica, me conmovían y me hacían cautivo de sus páginas... Y con la última, tras un corto periodo de arrobamiento,la burbuja de la fantasía estallaba en el aire y yo volvía a ser el niño del cine de domingo y criatura insignificante y atribulada el lunes, de vida perfilada por sotanas negras y profesores de vara en ristre; el niño de estrecha espalda cargando axiomáticas mentiras que sentía como quincalla pesada...El niño que deseaba estar de nuevo ante otra historia donde las vicisitudes y pugnas de amantes puros, mujeres enamoradas y malévolos terceros a los que solo el egoísmo movía culminara con el triunfo del amor.
24 junio 2016
Brexit desde Escocia
Durante los últimos meses las televisiones británicas se han llenado de debates sobre las posibles consecuencias de una salida del Reino Unido de la Unión Europea, sin embargo, en Escocia los veíamos como un entretenimiento. Incluso cuando los sondeos daban empate a las dos opciones, vivíamos en una burbuja europeísta que confiaba en que al final reinaría la unidad.
Ayer por la tarde hice mi particular encuesta en el trabajo. No encontré indecisos y sólo una persona admitió votar por la salida de la UE. Pero Escocia apenas suma el 10% del electorado.
Esta mañana, antes de que me diese tiempo a desayunar, David Cameron ya había dimitido y Nicola Sturgeon (la presidenta del parlamento escocés) había hablado con el presidente europeo.
Cuando llegué al trabajo, el ambiente era cercano al pánico. Mi compañera respiraba aliviada porque compró euros para unas vacaciones la semana pasada. Los jefes temblaban contando mentalmente cuantos extranjeros tienen en plantilla. La secretaria que ayer practicaba español conmigo en preparación para retirarse a Andalucía guardaba silencio en ambos idiomas. El que votó por el Brexit está desaparecido y alguno que en el referendum sobre la independencia de Escocia apostó por la unión comentaba que, de haber una segunda oportunidad, cambiaría el voto.
Mi primer pensamiento fue que se encontraría alguna forma de declarar el resultado nulo, como se hizo en los setenta cuando en Escocia ganó la independencia.
Con el tiempo la incertidumbre se disipa. Mi idea de anulación no es válida. El tiempo para negociar los términos de la ruptura es de dos años. Nicola Sturgeon ya tiene cita en Estrasburgo. Entre todos se empezaron a recordar detalles de los debates.
Poco antes de comer, la presidenta de Escocia hace unas clarificadoras declaraciones de menos de diez minutos. Su primera frase es hacia los emigrantes europeos, aseverando que somos apreciados en su tierra. A continuación, comenta que ha empezado conversaciones con Juncker, Londres y los empresarios del país para que sepan que defenderá los intereses económicos y sociales de su electorado. En los próximos días se entrevistará, uno por uno, con los dirigentes de todos los países comunitarios para dejar claro que no queremos la separación y debatir sobre la mejor solución para Escocia. Reconoce los esfuerzos de David Cameron durante los últimos años recordando la dificultad de su labor. Finalmente, confirma que considera que los términos en los que se acordó la unión con el Reino Unido (válidos mientras no haya “un cambio significativo y tangible en las circunstancias en las que se produjo el voto”) quedan invalidados y espera una repetición del referendum antes de dos años.
Mi impresión de momento es que hay dos caminos: un acuerdo que deje al Reino en una situación parecida a la de Noruega o Islandia, o el acuerdo tácito entre las partes de empantanar la negociación del divorcio hasta que se pueda justificar la anulación de este resultado. Viendo que los términos de separación se tendrán que aprobar en Westminster (donde el partido nacionalista escocés tiene representación y más del 65% de los diputados se oponen al Brexit) y que una de las primeras llamadas de Sturgeon ha sido al europeísta alcalde de Londres (con amigos en el congreso), sospecho que esta será la estrategia.
Ayer por la tarde hice mi particular encuesta en el trabajo. No encontré indecisos y sólo una persona admitió votar por la salida de la UE. Pero Escocia apenas suma el 10% del electorado.
Esta mañana, antes de que me diese tiempo a desayunar, David Cameron ya había dimitido y Nicola Sturgeon (la presidenta del parlamento escocés) había hablado con el presidente europeo.
Cuando llegué al trabajo, el ambiente era cercano al pánico. Mi compañera respiraba aliviada porque compró euros para unas vacaciones la semana pasada. Los jefes temblaban contando mentalmente cuantos extranjeros tienen en plantilla. La secretaria que ayer practicaba español conmigo en preparación para retirarse a Andalucía guardaba silencio en ambos idiomas. El que votó por el Brexit está desaparecido y alguno que en el referendum sobre la independencia de Escocia apostó por la unión comentaba que, de haber una segunda oportunidad, cambiaría el voto.
Mi primer pensamiento fue que se encontraría alguna forma de declarar el resultado nulo, como se hizo en los setenta cuando en Escocia ganó la independencia.
Con el tiempo la incertidumbre se disipa. Mi idea de anulación no es válida. El tiempo para negociar los términos de la ruptura es de dos años. Nicola Sturgeon ya tiene cita en Estrasburgo. Entre todos se empezaron a recordar detalles de los debates.
Poco antes de comer, la presidenta de Escocia hace unas clarificadoras declaraciones de menos de diez minutos. Su primera frase es hacia los emigrantes europeos, aseverando que somos apreciados en su tierra. A continuación, comenta que ha empezado conversaciones con Juncker, Londres y los empresarios del país para que sepan que defenderá los intereses económicos y sociales de su electorado. En los próximos días se entrevistará, uno por uno, con los dirigentes de todos los países comunitarios para dejar claro que no queremos la separación y debatir sobre la mejor solución para Escocia. Reconoce los esfuerzos de David Cameron durante los últimos años recordando la dificultad de su labor. Finalmente, confirma que considera que los términos en los que se acordó la unión con el Reino Unido (válidos mientras no haya “un cambio significativo y tangible en las circunstancias en las que se produjo el voto”) quedan invalidados y espera una repetición del referendum antes de dos años.
Watch @NicolaSturgeon give her statement in response to the #EUref result. #indyref2https://t.co/JzsyQW81E2— The SNP (@theSNP) June 24, 2016
Mi impresión de momento es que hay dos caminos: un acuerdo que deje al Reino en una situación parecida a la de Noruega o Islandia, o el acuerdo tácito entre las partes de empantanar la negociación del divorcio hasta que se pueda justificar la anulación de este resultado. Viendo que los términos de separación se tendrán que aprobar en Westminster (donde el partido nacionalista escocés tiene representación y más del 65% de los diputados se oponen al Brexit) y que una de las primeras llamadas de Sturgeon ha sido al europeísta alcalde de Londres (con amigos en el congreso), sospecho que esta será la estrategia.
22 junio 2016
Noche de San Juan
Prende la llama que presta está la leña
y quema tu lastre que ya tanto pesa.
Pon luz en la noche, que toda visión es ciega
y observa desde lo oscuro el resplandor de la hoguera.
Deja libre el pensamiento que ya nada teme
y déjate ir con el humo que sin norma asciende.
Piérdete en el aire con la rienda suelta
y mira abajo tu sombra sumida en la tiniebla.
Olvida la leña, la sombra y la hoguera
que el alba se acerca en altitud incrédula;
sin posibilidad de retorno ni ley cierta,
sin mañana de resaca ni memoria duradera,
pues si en lo alto estás, ya otras manos te gobiernan
y lo qué fue vivencia festiva y juerga,
ahora y por siempre, sólo es ceniza y tierra.
17 junio 2016
Sinopsis literaria: Esta no es otra carta más.....
Ayer descubrí el panfleto "Esta no es otra carta más para pedir tu voto". Como va de una expatriada treintañera en el Reino Unido, la leí. Este es mi resumen.
Sus redactores dicen ser de un partido político adalid de los emigrantes. Seguramente hubiesen preferido una historia real, pero el colectivo expatriado apenas sobrepasamos los dos millones de personas, así que no encontraron a nadie. Los autores creen haber compensado esta dificultad creando un personaje basado en una investigación exhaustiva que, visto lo visto, debió consistir en mazarse a capítulos de Marco.
Es una obra confusa. El título dice que no es una carta para pedir el voto, pero es una carta para pedir el voto. Además la historia se pone en boca de una tal Esperanza, que cuenta que el texto es para sus "papá y mamá", pero lo manda a media España.
La protagonista cuenta que hizo Biología Molecular. Eso es como Biología, pero con apellido, que suena más moderna. Además así no la asocias con Anita Obregón ni te recuerda que hace ya décadas que los que buscan trabajo con eso las pasan más canutas que Spiderman en un descampado.
Esperanza tiene treinta años y dice pertenecer a la "generación más preparada de España", pero ha tenido una vida muy dura. Emocionada explica que desde pequeña supo lo que era la ansiedad separacional, ya que lloraba cuando se acababa Espinete y papá y mama, en lugar de no volvérselo a poner, reincidían. Cinco días a la semana a moco tendido, que menos mal que Barrio Sésamo acabó en 1987 y el suplicio le duró menos que los pañales. En serio. Para ella aquello fue tan doloroso, que lo cuenta dos veces. Pero la tragedia no termina ahí. Desde Londres, la mujer suspira tanto por los papás y las sobremesas, como sus contemporáneos mentalmente adultos por formar una familia o pagar las letras del coche. Claro que podría ser peor, podría extrañar el reguetón.
Aunque no elabora, sospecho que la pobre llora tanto la separación de sus padres porque a ellos también les falta un hervor. Por la edad de la chica, sus padres han de rondar los cincuenta años. Sin embargo, según relata emocionada, cuando vivían todos juntos, "papá" contaba "batallitas" y "mamá" le recomendaba que "no aflojase". Esto huele a demencia temprana e incontinencia. Corrobora mi teoria que a la muchacha le da ternura que dos personas de una generación curtida en tecnologías por el mando a distancia de un VHS aprendan a usar Skype y Facebook. Además, toda la familia siente como logros emocionantes cosas como esperar a que Franco muriese de viejo o meter una papeleta en una urna. Lo dicho, una vida forjada en la adversidad.
La carta termina con un poético y evocador "Hace 30 años y 8 meses me pusisteis de nombre Esperanza". Faltó decir "porque Lotería hubiese quedado raro y con estos genes otra cosa no nos salva".
De esta lectura he sacado dos conclusiones. Una, que el horizonte de mi vergüenza ajena aún se podía estirar más. La otra, que voy a solicitar el premio Chuck Norris para los que nos fuimos en los noventa y sobrevivimos hablando con la parentela con cartas a boli o desde una cabina.
Sus redactores dicen ser de un partido político adalid de los emigrantes. Seguramente hubiesen preferido una historia real, pero el colectivo expatriado apenas sobrepasamos los dos millones de personas, así que no encontraron a nadie. Los autores creen haber compensado esta dificultad creando un personaje basado en una investigación exhaustiva que, visto lo visto, debió consistir en mazarse a capítulos de Marco.
Es una obra confusa. El título dice que no es una carta para pedir el voto, pero es una carta para pedir el voto. Además la historia se pone en boca de una tal Esperanza, que cuenta que el texto es para sus "papá y mamá", pero lo manda a media España.
La protagonista cuenta que hizo Biología Molecular. Eso es como Biología, pero con apellido, que suena más moderna. Además así no la asocias con Anita Obregón ni te recuerda que hace ya décadas que los que buscan trabajo con eso las pasan más canutas que Spiderman en un descampado.
¡Sñiff! |
Aunque no elabora, sospecho que la pobre llora tanto la separación de sus padres porque a ellos también les falta un hervor. Por la edad de la chica, sus padres han de rondar los cincuenta años. Sin embargo, según relata emocionada, cuando vivían todos juntos, "papá" contaba "batallitas" y "mamá" le recomendaba que "no aflojase". Esto huele a demencia temprana e incontinencia. Corrobora mi teoria que a la muchacha le da ternura que dos personas de una generación curtida en tecnologías por el mando a distancia de un VHS aprendan a usar Skype y Facebook. Además, toda la familia siente como logros emocionantes cosas como esperar a que Franco muriese de viejo o meter una papeleta en una urna. Lo dicho, una vida forjada en la adversidad.
La carta termina con un poético y evocador "Hace 30 años y 8 meses me pusisteis de nombre Esperanza". Faltó decir "porque Lotería hubiese quedado raro y con estos genes otra cosa no nos salva".
De esta lectura he sacado dos conclusiones. Una, que el horizonte de mi vergüenza ajena aún se podía estirar más. La otra, que voy a solicitar el premio Chuck Norris para los que nos fuimos en los noventa y sobrevivimos hablando con la parentela con cartas a boli o desde una cabina.
Si amplias para leerla es bajo tu propio riesgo. |
30 mayo 2016
Historia del voto emigrante
Elecciones. Otra vez. Calvario para el votante exterior. Otra vez. Llevamos así años, pero parece que a los medios les suena a nuevo.
Me acuerdo del día en que todo cambió. Era el verano del 2005. La radio anunciaba que el recuento de los votos en el exterior había decidido que Manuel Fraga no volvería a ser el presidente de la Xunta de Galicia. Parece algo intrascendente pero, por entonces, cada vez que había elecciones, los panfletos electorales se dirigían a mí como si fuese un jubilado que se fue a hacer las Américas en los cincuenta y cuya única preocupación es que sus hijos pudiesen retornar a la Madre Patria. Un conservador de pura cepa. El resultado gallego mostró que el perfil del emigrante medio ya no se podía corresponder con lo que se creía hasta entonces. El pánico cundió.
Dos años después, mi derecho a votar empieza a perder popularidad a pasos agigantados. La ley de memoria histórica, que daba la nacionalidad española (y derecho a voto) a nietos de emigrantes fue empleada por los medios para propagar la idea de que los expatriados éramos unos desarraigados que votábamos sin saber. También se nos veía como aventureros de Españoles en el Mundo que nadaban en privilegios o tramposos empeñados en votar hasta después de muertos.
Al año siguiente llego la debacle económica y el comienzo de la hemorragia migratoria. El colectivo emigrante es cada vez mas grande, heterogeneo e impredecible, con gente de todas las clases sociales marchandose en todas direcciones. El voto exterior se convertía en una caja negra de cada vez mayor tamaño. En el 2010, el Bloque Nacionalista Gallego aprovecha una reforma electoral para intentar quitar el voto a los emigrantes. Principio y desenlace fueron comentados ya en este blog. El resumen: IU y Coalición Canaria señalaron la inconstitucionalidad del apaño y sólo perdimos el voto en las municipales. Pero se nos complicó el ejercicio electoral lo más posible con el sistema de voto rogado.
Pero, si el número de emigrantes dobla el de hace una década, si cada vez es más costoso ganar nuestro voto ¿Por que ahora los partidos dicen que quieren arreglar la deliberada chapuza? Además de por la lucha sin cuartel que lleva a cabo la Marea Granate (el principal colectivo de expatriados españoles), por el mismo motivo por el que dicen que, desde el ama de casa en Estonia al celador en Estocolmo, pasando por el investigador de Ciudad de Méjico o la empresaria de Camberra, ellos tienen un cómodo paquete de medidas para que todos los dos millones de expatriados volvamos a "casa". Porque, como se ve en el anuncio de campaña que pongo más abajo (en esto nada importa el partido político que lo firma), no buscan nuestro voto, sino uno más manipulable. Buscan el de las familias de quienes nos fuimos. Los líderes políticos desean que nuestros padres, hermanos, primos vean sus caras y piensen "mira que chico más majo, que quiere que vuelva mi niño". Por lo que veo, de momento, esta gran mentira también funciona.
Me acuerdo del día en que todo cambió. Era el verano del 2005. La radio anunciaba que el recuento de los votos en el exterior había decidido que Manuel Fraga no volvería a ser el presidente de la Xunta de Galicia. Parece algo intrascendente pero, por entonces, cada vez que había elecciones, los panfletos electorales se dirigían a mí como si fuese un jubilado que se fue a hacer las Américas en los cincuenta y cuya única preocupación es que sus hijos pudiesen retornar a la Madre Patria. Un conservador de pura cepa. El resultado gallego mostró que el perfil del emigrante medio ya no se podía corresponder con lo que se creía hasta entonces. El pánico cundió.
Dos años después, mi derecho a votar empieza a perder popularidad a pasos agigantados. La ley de memoria histórica, que daba la nacionalidad española (y derecho a voto) a nietos de emigrantes fue empleada por los medios para propagar la idea de que los expatriados éramos unos desarraigados que votábamos sin saber. También se nos veía como aventureros de Españoles en el Mundo que nadaban en privilegios o tramposos empeñados en votar hasta después de muertos.
Al año siguiente llego la debacle económica y el comienzo de la hemorragia migratoria. El colectivo emigrante es cada vez mas grande, heterogeneo e impredecible, con gente de todas las clases sociales marchandose en todas direcciones. El voto exterior se convertía en una caja negra de cada vez mayor tamaño. En el 2010, el Bloque Nacionalista Gallego aprovecha una reforma electoral para intentar quitar el voto a los emigrantes. Principio y desenlace fueron comentados ya en este blog. El resumen: IU y Coalición Canaria señalaron la inconstitucionalidad del apaño y sólo perdimos el voto en las municipales. Pero se nos complicó el ejercicio electoral lo más posible con el sistema de voto rogado.
Esquema de Marea Granate para rogar el voto. |
Pero, si el número de emigrantes dobla el de hace una década, si cada vez es más costoso ganar nuestro voto ¿Por que ahora los partidos dicen que quieren arreglar la deliberada chapuza? Además de por la lucha sin cuartel que lleva a cabo la Marea Granate (el principal colectivo de expatriados españoles), por el mismo motivo por el que dicen que, desde el ama de casa en Estonia al celador en Estocolmo, pasando por el investigador de Ciudad de Méjico o la empresaria de Camberra, ellos tienen un cómodo paquete de medidas para que todos los dos millones de expatriados volvamos a "casa". Porque, como se ve en el anuncio de campaña que pongo más abajo (en esto nada importa el partido político que lo firma), no buscan nuestro voto, sino uno más manipulable. Buscan el de las familias de quienes nos fuimos. Los líderes políticos desean que nuestros padres, hermanos, primos vean sus caras y piensen "mira que chico más majo, que quiere que vuelva mi niño". Por lo que veo, de momento, esta gran mentira también funciona.
12 mayo 2016
Partida y retorno
Fugaz fue la
partida,
y con el adiós
obligado,
en mi soledad pensé:
mi sitio está a tu
lado.
Me he acordado de
ti,
sin ti y contigo he
estado
y en el rodar de las
horas,
en mi soledad pensé:
mi sitio está a tu
lado.
Tu voz me suena
cercana,
esperanza son tus
brazos
y en diálogo
callado,
en mi soledad pensé:
mi sitio está a tu
lado.
El tiempo de mí te
aleja,
a mí te trae el
silencio
y de aromas de
jazmín colmado,
en mi soledad pensé:
mi sitio está a tu
lado.
Después de la
inquieta espera,
cuando ya tu beso
llega
y seguro de que a mí
has retornado,
en mi soledad pensé:
mi sitio está a tu
lado.
23 abril 2016
Cruzando Escocia en coche
Al menos una vez al mes me toca volver a mi antigua casa en Glasgow. Es un viaje largo que hacemos por obligación, así que no pienso en él más que para prepararlo. Pero en la última bajada, a más de medio camino de este recorrido de casi cuatro horas, descubrimos que las llaves de una casa se habían quedado en la otra. Para no perder el tiempo gastado, después de dar la vuelta me llevé, además de las dichosas llaves, la cámara de fotos.
El viaje es uno de los más comunes entre los turistas que visitan Escocia. Para quienes quieran ir desde Glasgow o Edimburgo al salvaje norte, hay dos opciones: la larga y bonita por Fort William que suele acabar en la Isla de Skye, o la más directa y menos atractiva que pasa por Perth y el Parque Nacional de Cairngorms hasta Inverness. Lo normal suele ser subir por una y bajar por la otra. Nosotros vamos siempre por la segunda.
Además de informar de lo que implica este viaje, este artículo va a ser una experimento para testar una teoría personal: que cuando pongo fotos atractivas nadie se lee el texto.
Si te gustan las emociones variadas y superar obstáculos en la conducción, estás de suerte, ya que se trata de la carretera con más accidentes del Reino Unido. La lista de motivos es larga, la de soluciones, de momento, corta: tramos en obras de ensanchamiento y un completísimo muestrario de los modelos de radar más común.
La ruta no carece de atractivos que, además, se puede paladear con tiempo, porque los camiones tienen un límite de velocidad inferior a los coches, con lo que si te quedas atascado detrás de uno (o dos, o tres o, como nos ocurrió en una ocasión, cinco) pasarás bastante tiempo comulgando con la naturaleza. Gracias a esta comunión he descubierto cual es la criatura más estúpida de la Creación: el faisán. Hay tramos donde puedes encontrarte media docena atropellados en la cuneta y otro a punto de cruzar como si la masacre no fuese con él.
Según la estación del año, se puede elegir entre nieve y hielo o turistas que no tienen claro a qué bordillo les conviene arrimarse.
Finalmente, los sitios para tomar algo o ir al baño son escasos, así que hay que ir con las paradas planeadas o un buen GPS.
Eso sí, el viaje, ser es muy bonito.
El viaje es uno de los más comunes entre los turistas que visitan Escocia. Para quienes quieran ir desde Glasgow o Edimburgo al salvaje norte, hay dos opciones: la larga y bonita por Fort William que suele acabar en la Isla de Skye, o la más directa y menos atractiva que pasa por Perth y el Parque Nacional de Cairngorms hasta Inverness. Lo normal suele ser subir por una y bajar por la otra. Nosotros vamos siempre por la segunda.
Además de informar de lo que implica este viaje, este artículo va a ser una experimento para testar una teoría personal: que cuando pongo fotos atractivas nadie se lee el texto.
Si te gustan las emociones variadas y superar obstáculos en la conducción, estás de suerte, ya que se trata de la carretera con más accidentes del Reino Unido. La lista de motivos es larga, la de soluciones, de momento, corta: tramos en obras de ensanchamiento y un completísimo muestrario de los modelos de radar más común.
La ruta no carece de atractivos que, además, se puede paladear con tiempo, porque los camiones tienen un límite de velocidad inferior a los coches, con lo que si te quedas atascado detrás de uno (o dos, o tres o, como nos ocurrió en una ocasión, cinco) pasarás bastante tiempo comulgando con la naturaleza. Gracias a esta comunión he descubierto cual es la criatura más estúpida de la Creación: el faisán. Hay tramos donde puedes encontrarte media docena atropellados en la cuneta y otro a punto de cruzar como si la masacre no fuese con él.
Según la estación del año, se puede elegir entre nieve y hielo o turistas que no tienen claro a qué bordillo les conviene arrimarse.
Finalmente, los sitios para tomar algo o ir al baño son escasos, así que hay que ir con las paradas planeadas o un buen GPS.
Eso sí, el viaje, ser es muy bonito.
14 abril 2016
Almanaque
Negligentemente
remuevo
cachivaches
de antaño,
que
sumidos en la quietud
Y
ahí está un almanaque,
con
sus meses y su fotografía,
dueño
de sus días, pues
el
tiempo no puede matar
a
lo qué su esencia da vida.
Y
vida son sus números,
cuando
curioso los miro:
decoloradas huellas de tinta
de cachitos de lo vivido.
Pues
son nombre propio de un día
al
que yo le he puesto apellido:
un
dibujito, un aspa, un asterisco,
unas
letras sin aparente sentido
para
no por todos ser leídas;
o
un redondel rojo que
se
ha vuelto amarillo.
Espectros
de un tiempo
a
un papel sujetos, que
bueno,
malo o como fuese,
era
mi yo y mi presente:
palabra,
pensamiento y obra,
agua y fuego de adolescente.
04 abril 2016
Una perla en la Isla Negra
Llevé la cámara de casualidad. Por aquello de conservar el recuerdo de un día de sol.
La familia salimos de casa con la única intención de comprobar si era cierto que la mejor pizza del Reino Unido se sirve en un pueblo de menos de ochocientos habitantes perdido en las Tierras Altas de Escocia. Llegamos hambrientos y, aún así, saqué la lente antes que el tenedor.
Esto es Cromarty, en la Black Isle, o Isla Negra, que en realidad es una península no particularmente oscura. Lo que se ve al fondo son pozos de petróleo olvidados. Tan olvidados que lo único que he conseguido averiguar salió de la charla de un cliente del restaurante, un antiguo ingeniero que los recordaba funcionar.
Fue una sorpresa descubrir un pueblo anclado en otro tiempo. Armonioso. Oliendo a salitre. Donde ni siquiera las olas rompen el silencio.
Desde que llegué a las Tierras Altas me llama la atención la cantidad de estampas que, fuera de contexto, no sabría si son escocesas o gallegas.
El Mar del Norte acaricia casi cada curva de este pequeño pueblo.
He de volver. Han quedado muchas imágenes en mi recuerdo que la lente no pudo guardar. La fama de la pizza es justificada, así que no ha de ser difícil.
La familia salimos de casa con la única intención de comprobar si era cierto que la mejor pizza del Reino Unido se sirve en un pueblo de menos de ochocientos habitantes perdido en las Tierras Altas de Escocia. Llegamos hambrientos y, aún así, saqué la lente antes que el tenedor.
Esto es Cromarty, en la Black Isle, o Isla Negra, que en realidad es una península no particularmente oscura. Lo que se ve al fondo son pozos de petróleo olvidados. Tan olvidados que lo único que he conseguido averiguar salió de la charla de un cliente del restaurante, un antiguo ingeniero que los recordaba funcionar.
Fue una sorpresa descubrir un pueblo anclado en otro tiempo. Armonioso. Oliendo a salitre. Donde ni siquiera las olas rompen el silencio.
Desde que llegué a las Tierras Altas me llama la atención la cantidad de estampas que, fuera de contexto, no sabría si son escocesas o gallegas.
El Mar del Norte acaricia casi cada curva de este pequeño pueblo.
He de volver. Han quedado muchas imágenes en mi recuerdo que la lente no pudo guardar. La fama de la pizza es justificada, así que no ha de ser difícil.
26 marzo 2016
Reflexión
del que ya
absolución no quiero
y la solidaridad
virtud
que fui perdiendo con el tiempo,
mas lo qué ahora soy
más de mí dice lo cierto
que fui perdiendo con el tiempo,
mas lo qué ahora soy
más de mí dice lo cierto
y más conforme me
deja
al contemplar mi
reflejo.
Honores que otrora
fueron
para mí noble
sustento
,
,
hoy, desperdigados
por el suelo,
son añicos (que
olvidar deseo)
de bajo valor y
mucho peso:
calderilla del
momento.
Quiero mi alma
ligera
que vuelo ligero
pretendo,
pues la luz del
conocimiento
igual ilumina al
paria
que al señor del reino.
que al señor del reino.
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