22 mayo 2015

El espejo


Todos tenemos días en que nos desagrada la imagen que el espejo nos devuelve. Y no sólo por las imperfecciones que se manifiestan; más aún por lo que oculta la nítida imagen en el cristal infiel  y el oblicuo reflejo de la conciencia.


Miente el espejo cuando
sereno ante él
miro mis ojos.

Cuando mis ojos
se miran el rostro.

Conversación de silencios
y silencio de deseos.

Digo adiós a lo viejo
y a lo nuevo no saludo,
lo viejo  no soy yo
y yo no soy lo nuevo.

A mis escondites predilectos
ya no queda camino,
lo cortaron por la noche,
me dejaron sin destino.

Ahora seguiré la ruta,
mi ruta al desatino.

Iré trémulo, pero
engreído.

Seré un hipócrita,
seré un fastidio.

 

14 mayo 2015

La píldora menos amarga

Hace unos días un conocido cayó en la dulce trampa de una harpía. Estaba avisado, todos los que les rodeamos le dimos la misma versión, la misma advertencia. Puede ver el daño que esta mujer ha hecho en las vidas que la rodean, incluidos alguno de sus amigos. Ante el asombro genera, hoy dice a quién quiera oírle (y a quien no) que lo que ocurre es que es una incomprendida. Un colega amante de la ciencia-ficción se preguntaba confuso cómo había sucedido, a lo que le contesté "¿Quieres la píldora roja o la azul?". Soltó una enorme carcajada ante la popular referencia. Pero así es muchas veces ¿Aceptas la evidencia y admites que tu vida es una mierda, o crees a quién te dice que eres su héroe de brillante armadura con una sensibilidad especial para apreciar lo que el vulgo no ha visto?


The Matrix, escena de las dos píldoras.

En la icónica película esperamos que Neo acepte la verdad. La verdad nos hará libres, dicen. La verdad te hace ser especial, más fuerte, un líder. Pero quizá este tópico no sea... verdad.

El experimento de Steve

Hace unos años me propuse demostrar a un colega (Steve) que la probabilidad de creernos una historia no depende de su verosimilitud, sino de lo que queramos creerla. Para ello inventamos un rumor. Por entonces teníamos un residente inglés, larguirucho, impertinente y posiblemente el único en Escocia que lloró la muerte de Margaret Thatcher, pero que en el fondo no era mal tipo. Que el recién llegado encontrase novia en tierras izquierdistas era muy improbable, que fuese una radiógrafa del hospital que encontró en un congreso del partido conservador y que ese romance fuese secreto para no confesar en público sus tendencias políticas era completamente absurdo. Steve estaba convencido de que no colaría, pero él mismo esparció la nueva de aquél amor contra corriente. La historia era demasiado bonita. Al final del día ya había varios nombres que se barajaban como posibles novias.

Este tipo de experimento es fácil de reproducir. Por ejemplo, encuentren un seguidor de Iker Jimenez y díganle que la provincia española con más avistamientos de OVNIS (Lugo) también es líder en consumo de alcohol per cápita. Deducirá que a los marcianos les gusta el orujo.

Conclusión: no elegimos la pastilla roja o la azul por un análisis racional, sino según el cuerpo pida fresa o menta.

03 mayo 2015

El día de la pamplina

Hoy toca hablar de la maternidad, ese gran generador de pamplinas.

El mundo esta hecho unos zorros y aun así, cuando llega el día de la Madre, todas son buenas, pacientes y cariñosas. Aunque Disney lleve décadas sugiriendo que para ser alguien se nos tenga que morir al menos un progenitor "Madre sólo hay una" (al menos que seas adoptado) y hay que cubrirla de favores. Su ministerio es casi sacramental. Todas nos quieren mucho, mucho. Hasta las que nos dejan a la puerta de una iglesia nada más nacer, algún día saldrán en Tele5 contando entre sollozos como no hubo un momento en que no se acordasen de nosotros.

Caitlin Moran en su libro "Ser Mujer" dice: "Ten la seguridad de esto: cuando tu hijos tenga dos años, al recordar como eras antes de su nacimiento, te verás como alguien débil, sin carácter, vanidoso, mimado, inútil, un diletante superficial y procrastinador. Y ya nada va a asombrarte".

Es un tópico muy repetido. En mi caso, además, una falacia. Soy la misma mujer antes y después del parto, sólo que con más responsabilidades. Los esfuerzos que se hacen por un hijo son por responsabilidad, no por altruismo. Por eso siguen existiendo mujeres con hijos caprichosas, superficiales, egoístas, vagas, maleducadas, etc. Por eso, como dice un amigo, hay madres que "usan el carrito del niño como Heintz Guderian las columnas de Panzer".

Otro tópico que para mi ha resultado falso es el de que un hijo da sentido a tu vida. Cuidar de un niño es la forma más obvia que tiene una mujer de dar un propósito a su existencia, pero no necesariamente la más adecuada o meritoria. Mi hija ha ocupado un espacio, pero ningún vacío. Mi vida estaba llena antes de su llegada y espero siga así tras su emancipación. A mi vida le doy sentido yo y hay muchas formas de hacerlo sin llamar a la comadrona. No me siento más mujer por haber parido o criado.


Ahora que me he despachado a gusto, dejo este documento gráfico que es como uñas en una pizarra para los padres de niños pequeños.


Ya puestos a poner vídeos, adiós a la crianza respetuosa, las teorías del apego y los pediatras hippies. La madre del año 2015 es esta:

02 mayo 2015

El mundo de David Jiménez


Conocí a David Jiménez en los Encuentros Eleusinos en Kampot (Camboya), dirigidos por Fernando Sánchez Dragó y, el también escritor, Javier Redondo Jordán como organizador de los mismos. Fue su conferencia corta, sin malabarismos dialécticos, una exposición realista de los pueblos del sudeste asiático y de su trabajo de corresponsal en ellos. Las preguntas fueron  muchas y  las respuestas concisas e inteligentes, con justa posología de crudeza, humor y buen tino. Pero fue en la larga sobremesa de la cena cuando la personalidad y oficio del periodista se nos manifestaron más cercanos. El río Kam Chay  discurría casi a nuestros pies, haciéndonos llegar su tibia brisa para refresco de los cuerpos y quietud del ánimo. Y hablamos de Camboya, Birmania, Tailandia, Laos, China;  de costumbres, de regímenes y de libros… de sus libros, que yo no había leído. Y las palabras deambulaban entre la espuma de cerveza, la magia de la noche y la realidad en su desnudez. Inolvidable. Eran los primeros días del mes de enero de 2014.
 
     Seis meses más tarde, El Club de Lectura de la Vaquería de Violeta Dávila, en Madrid, me invita a una  de sus reuniones donde serán comentados los libros de David Jiménez y él estará presente. Para entonces yo ya los había leído. A la hora en punto mi dedo hacía sonar el timbre del chalé elegido para la charla y que desinteresadamente uno de los habituales a estos eventos había ofrecido (gracias Rafa). No tardó en llegar el corresponsal del diario El Mundo en Asia por más de 15 años… Sin aspavientos, natural, cortés y contento: unos días atrás le habían concedido una beca en la Universidad de Harvard que le obligaba a cambiar Asia por América durante un año. Ya el sol se acercaba a poniente cuando nos sentamos en la terraza a escucharle. Nos pormenorizó detalles de sus libros, acicates y trabas para escribirlos, esfuerzo realizado y esperanza de buen futuro. Comimos emparedados, bebimos vino y cerveza, comentamos, opinamos y preguntamos. No olvidamos hablar del porvenir del periodismo y de su ética. Casi cuatro horas más tarde nos despedíamos; deseándole feliz estancia en Boston y prometedor retorno a España. La ciudad dormía y yo sentía el regocijo de un día aprovechado, la satisfacción de haber conocido mejor a este hombre: su mesura, su decencia, su agudeza de bizarro reportero, y, sobre todo, su discreta humanidad.




Dentro de unos días se hará cargo de la dirección de uno de los periódicos más leídos en España y tal tarea en poco se parece a lo anteriormente realizado. No dudo de su valía, tesón, entusiasmo y capacidad de trabajo, pero el devenir periodístico está lleno de nubarrones amenazantes y vaticinios turbulentos… ¡Suerte, maestro!