31 marzo 2014

Un escocés en Londres

Nacionalismo. Entiendo que en España se admire el modelo escocés. Entiendo que si tuviese que admitir que mi presidente es Rajoy también entonaría el "paren el carro que yo me bajo", pero España no es el Reino Unido y las situaciones siguen siendo incomparables. Ya he hablado de los motivos objetivos por los que el nacionalismo escocés no se parece a los ibéricos. Hoy pongo un ejemplo más subjetivo: Lo que tiene que pasar un escocés de fin de semana en Londres.

Llegada al hotel. El recepcionista termina el papeleo y con su amplísima sonrisa pregunta "¿Vienen de algún otro sitio de Inglaterra o del extranjero?". Ni Gran Bretaña, ni Reino Unido, Inglaterra. Contestas "Escocia" mordiendo la lengua para no llamarle mentecato. La sonrisa no cambia. Claramente ni se le pasa por la cabeza lo ofensivo que es asumir que todo un país se reduce a su región.

Paseando por una zona turística, de esas donde la lengua minoritaria es el inglés, vas a comprar comida. La dependienta examina tu dinero. Lo toca, lo pone a contraluz y llama al jefe. "El cliente me ha dado un billete muy raro.¿Qué hago?". El "problema" es que la libra esterlina se imprime en el Banco de Inglaterra, pero también en el Banco de Irlanda del Norte, el Real Banco de Escocia y el Banco Clydesdale (escocés). Cada uno produce su propio diseño, pero todos generan moneda válida en todo el Reino Unido. Es más aceptable tratar a un cliente como a un potencial falsificador que dar una fotocopia con el aspecto de todos los billetes aceptados a los empleados. En casi dos décadas nunca me han rechazado un billete escocés, pero llamar al encargado y que te miren raro es normal.

Luego está la cuestión del acento. Basta una insinuación para que cuando hables con dependientes en Londres no sepas si el motivo por el que te miran más perdidos que Paquirrín en una biblioteca es que los vendedores son extranjeros o que tu acento suene escocés. Pero no solo eso. Si vas al teatro o el cine no pasa nada todo está globalizado, pero como quieras ver a un cómico, puedes estar seguro que en algún momento del espectáculo preguntará si hay escoceses en la audiencia y empezará una historia con "cuando fui al Festival de Edimburgo..." y una imitación respetuosa, pero que suena a Braveheart con resaca.

Finalmente vuelves a casa. Tras dos días en que tus vecinos te han hecho sentirte tan fuera de lugar como Rouco Varela en un anuncio de condones, miras los estantes del kiosco de la esquina y ves esto:
David Bowie, desde su casa de Nueva York, pide a Kate Moss que nos diga que "sigamos juntos".

Y aún así, los escoceses son tan tolerantes con sus primos sureños que no hay encuesta que dé mayoría a la independencia. Si es que no puedes sentirte héroe si te zafas del villano. O quizá sea como tantos matrimonios, que de tanto roce al final queda cariño.

26 marzo 2014

Príncipes del género Disney

Mucho se ha dicho del mensaje subliminal -o no tanto- que envían las princesas Disney a nuestras niñas: ideales de belleza inalcanzables, sumisión, el matrimonio como meta vital... Son una afrenta al feminismo. Pero ¿Y los príncipes? ¿Qué mensajes dan?¿Es que nadie piensa en los niños? Hagamos un repaso de las historias más conocidas y de cómo pueden moldear las impresionables mentes infantiles masculinas.


Aladino:

Aquí la moraleja es que, si eres simpático, la falta de escrúpulos que lleva escoger el robo como forma de vida y el allanamiento de morada como pasatiempo es una trivialidad que no sólo no afectará, sino que reforzará tu atractivo con las mujeres.

Blancanieves:

El destino favorece al hombre que encuentra un cadáver de tres días envenenado por su propia familia en mitad del bosque y decide morrearlo.

Bella y la bestia:
No dejar que una completa desconocida aparentemente frágil pero peligrosa se meta en tu casa es un crimen despreciable. Por suerte, te puedes redimir si empleas el secuestro como método de seducción y la lucha libre como forma de establecer con quien ha de casarse una mujer.

Cenicienta:
Olvida eHarmony, las clases de salsa o salir de discotecas. Para encontrar tu media naranja lo mejor es llamar a todas las vecinas solteras y que se paseen por tu casa para que las examines como en una feria de ganado. Además, o el tipo es un fetichista obsesivo, o tiene un serio problema de alcoholismo. Porque la melopea esa noche tuvo que ser de cine para que a la mañana siguiente la cara de la chica esté tan borrosa en su memoria que utilice la talla de pie para reconocerla.

La bella durmiente:
Besar a una adolescente narcotizada a la que acabas de conocer sin su consentimiento no importa, especialmente si tus padres y los suyos han negociado vuestro matrimonio antes de que la chica dejase los pañales.

La sirenita:

Querer casarse con una quinceañera que acabas de conocer es perfectamente normal, siempre que cante bien o la encuentres semidesnuda en la playa.

En resumen:
Todos los príncipes Disney, además de ser altos, bien parecidos, barbilampiños y combinar pantalones apretados con la raya al lado, tienen un alarmante exceso de testosterona. Así, eligen esposas en días u horas, suelen fijarse en chicas de una edad suficientemente joven como para preocupar a un patriarca gitano y resuelven los conflictos con suegras y otros enemigos por la vía violenta, culminando el asunto en homicidio en una proporción francamente alarmante.

¿Es entonces Disney un machista trasnochado, mal ejemplo para nuestra juventud? Sólo si tu criatura es demasiado torpe para no ver que Blancanieves o Cenicienta eran premiadas porque no se le caían los anillos por fregar todo el día, el mérito de que Ariél mantuviese su deseo de conocimiento contra viento y marea o que Bella lo sacrificase todo por su padre. De todas formas, aunque nuestra descendencia fuese negada, de esa productora también salieron Alicia en el país de las maravillas, Bamby, Dumbo, Pinocho, Merlín el encantador, El libro de la selva o el Rey León, entre otros.

Finalmente, no hay más que ver cómo han salido las generaciones anteriores. Las profesiones de armas o los pantalones de licra son elección minoritaria entre los chicos. Entre ellas, la única mujer conocida a la que parece haber marcado la imagen de princesa rubia subyugada al hombre de su vida es a la Infanta Doña Cristina y, siendo justos, para ella la distinción entre realidad y ficción es un poco más complicada que para el resto.

22 marzo 2014

Todo por la vida

Militar. Pocas profesiones están tan estereotipadas. A esta palabra un norteamericano asocia "Nacido el cuatro de Julio", "Apocalypse Now", o "Jar Head". Aquí en Gran Bretaña piensan en los soldados de las dos Guerras Mundiales o Afganistán. En España, en Franco, Tejero o el rey. O soldados o generales, nada en medio. Y siempre con el arma en la mano.
¿Militar? No, pediatra.

Pocos son los que a este oficio asociarán nombres como el de Leo Tolstoy, Antoine de Saint-Exupéry, Miguel de Cervantes o Ignacio de Loyola. Para nota queda el reconocimiento del mecenazgo del Real Colegio de Artilería de Segovia (España), gracias al cual el farmacéutico Louis Proust dispuso de uno de los laboratorios más avanzados de su época (en España) y desarrolló su ley de proporciones definidas (o "Ley de Proust"), pilar de la química moderna (en serio, ocurrió en España).

Quizá por lo anterior, la vida de un militar parece que vale menos. ¿Acaso no le pagan por matar?¿Acaso no lo han elegido libremente? Por eso, o cambian de trabajo, o poca gente recordará al Capitán Pena, la teniente Ortega, el teniente Ruiz, el sargento Caramanzana o el sargento Ojeda del Ejército del Aire. Su helicóptero se estrelló el miércoles entre Gran Canaria y Fuerteventura mientras practicaban ejercicios de salvamento marítimo. El sargento Ojeda está físicamente bien, pero sus compañeros siguen desaparecidos. Cinco jóvenes que, como muchos otros, trabajaron duramente para formarse en ayudar en caso de tragedia. Entraron en el Ejército para arriesgar su vida salvando la de otros. Esto, para ellos y para muchos más, es el significado de "Todo por la Patria".

Este vídeo explica el trabajo diario de los tripulantes del helicóptero siniestrado:



Lealtad, sacrificio, tesón, compañerismo. Características indispensables para hacer el trabajo que estas cinco personas eligieron. Desde aquí, mi agradecimiento a ellos y a sus familias.

18 marzo 2014

La vida continúa

Un día como otro cualquiera, año arriba, año abajo, María, la Pirata, el Gordito y la Pelona se preparaban para una dura misión: conquistar cada adoquín del parvulario, inundar de témpera todo cuadro del mandilón, derramar hasta la última gota de mercromina por el preciado Plastidecor color carne y no perdonar ni una merienda de pan con chocolate. Lo lograron. Un año después, la preciada recompensa: 1º de EGB.

El primer día de colegio, el Gordito fue a la mesa de sus amigas arrastrando una pequeña sombra. "Lo encontré en el ascensor. Mi madre y la suya me dijeron que cuidase de él". Detrás del rechoncho niño había otro más bajito y de saltones ojos azules: Pancho.

María desapareció de escena, fue sustituida por Chochona, una sonrosada niña de pueblo con el desparpajo de quien pasa horas en el bar de su padre. El Gordito empleaba sus días suspirando por jugar con las muñecas que las profesoras le quitaban mientras liquidaba la comida de los amigos más inapetentes. Para la Pirata, el único par de gafas de la clase y un parche de color carne que hacían desaparecer su ojo unos días a la semana no eran suficiente misterio para distraer de sus calcetines que, a juicio de los demás, eran los más cortos jamás vistos. La Pelona, con la melena más larga de la clase, la lengua más activa y el ademán marimandón de hija única, dirigía la orquesta. Pancho, tranquilo y aplicado, intentaba también imponerse, pero sus intentos eran arrollados por el torrente verbal de la Pelona.

Pasó el tiempo en el colegio. La Pelona se fue y volvió. La Pirata se marchó, pero no regresó. El Gordito siguió fiel a su promesa y no dejó a Pancho.

En el patio del instituto reinaba la ley de "los chicos con los chicos, las chicas con las chicas". Perfecto para la Chochona, que se zambulló en la nueva vida sin problemas.

Para el Gordito, el nuevo orden obligaba a amigar a gente que lo llamaba niña o maricón. A Pancho lo ataba a un balón de fútbol en el que no tenía interés.

Para la Pelona, las chicas eran demasiado agresivas. Un día, ante la perspectiva de otro recreo discutiendo sobre caracolillos rebeldes en el pelo y la mejor forma de atarse un jersey a la cintura sin marcar culo, cogió su carpeta clasificada y se metió en la biblioteca.

Pasaron semanas, quizá meses. Pancho y el Gordito veían a la Pelona meterse en la biblioteca a diario. Sola. Feliz. ¿Por qué no probar? Ya eran tres, pero aquello no estaba en la naturaleza del Gordito, que persuadió a los otros dos para salir a pasear.

El nuevo grupo llamaba la atención. Dos chicos y una chica. Caminaban. Unas veces charlaban, otras no. Con el tiempo, más gente se les fue uniendo. A veces eran doce, a veces uno solo. Debates, chistes, confidencias o silencio, no importaba.

Media vida más tarde, la Pirata no lleva gafas, parche ni calcetines encogidos. Es reportera en un periódico local. La Chochona es cuentacuentos y recuerda con añoranza su pasado como Miss España Gorda. El Gordito comparte su vida desde hace más de una década con otro hombre. Trabaja en un supermercado del extrarradio donde pocos sospechan que su padre le ha dejado en herencia ser accionista mayoritario de una de las mayores cadenas de alimentación de España. Pancho es médico recién casado en un hospital de la meseta. Continúa su amistad con la Pelona, que escribe en este blog.

Hace unos días recibí una carta. La mujer de Pancho ha tenido un bebé. Normalmente, la creación de otra vida me la refanfinfla. Ésta no. Pancho ha elegido a una mujer que merece su enorme lealtad, honestidad y tesón. Ese pequeño cuerpo envuelto en dolor es el principio de la historia de otra buena persona llegando al mundo. A pesar de la diferencia geográfica y de edad, espero que algún día mi Jueves se encontrará con esa vida y dirá "Mi madre y su padre me han pedido que cuide de él". Porque hay personas a las que se puede querer sin conocerlas. Hay personas que llenan la vida de alegría sólo por estar ahí.

El camino del corazón

La década de los 60 está despidiéndose, el mayo del 68 mostró oscura tierra bajo sus adoquines a los que esperaban encontrar allí la playa, la imaginación fue deglutida por el poder, y los libros de los nuevos filósofos envejecieron al mismo ritmo que crecían las flores y las greñas de los hippies. Era obligado encontrar nuevas utopías, descubrir ignotos derroteros, conocer otras pieles, inhalar otros humos … Estambul, Benarés, Katmandu. Seguir “el camino del corazón”. Y eso hace Fernando Sánchez Dragó a sus 32 años, y nos lo cuenta con puntilloso detalle en las 279 páginas de su libro.
Leí este libro en 1991; releí fragmentos años después… Necesitaba un repaso completo y he vuelto a él estos días sin dejarme una línea. Su autor -placentero aroma libertario para unos y rancio aire para otros- se autodefine como barroco, pero admite un sinfín de calificativos más; y ahí lo dejamos. Su pluma, como su labia, es rayo que no cesa, manantial inagotable de tinta hecha palabra sustentada en lo vivido.

Son sus páginas balizas de un viaje de occidente a oriente, jalones para llevarnos al interior más personal, guías de como los tropezones se hacen conocimiento, de como lo evidente se hace oculto y lo escondido diáfano. Es el caminar de un inquieto y curioso viajero que va topándose con personajes peculiares: todos ellos enseñan; todos ellos hacen añicos el vulgar andar de los dogmáticos, de los que están de vuelta por no haber ido a ninguna parte, de los que han puesto ruedas a su poltrona, de los que gozan con mañana repetir el hoy.

Tiene esta novela mucho de camino: largo deambular por regiones lejanas con ancha perspectiva de itinerarios. Y mucho tiene de corazón: golpeteo febril de juventud,sentimiento de lo trascendente que conduce a su autor a la búsqueda de lo elevado sin un rumbo determinado. Es a éste a quien la propia búsqueda le lleva a la sabiduría, y ésta la que no le permite detenerse y le instiga a trepar el árbol de la vida, alimentado por la misma savia que

Una buena parte de quienes esto lean ya conocerán a Dragó y su obra, otros sólo al primero, y quedarán algunos que ambas cosas ignoren. Yo dejo aquí el recordatorio de un camino y un sentir del corazón y cada uno haga de su capa un sayo. A mí me avivó la memoria, me distrajo, me enseñó y, como garrocha de picador, estimuló mi piel ajada.

08 marzo 2014

Más sobre el negocio del cáncer

El Jueves entré en el trabajo y fui recibida con una bolsa de regalos: Bolígrafo, llavero, pegatinas y hasta una taza. Las paredes del hospital se cubrieron de enormes carteles con fotos de pacientes agradecidos. Después, desayuno gratis con zumo natural, bocadillos de bacon, scones de patata con haggis, canapés de salmón, donus y hasta tarta de chocolate. No era un sueño.

Hasta la fecha, dos ONGs ayudaban a nuestro hospital: el "Fondo Oncolígico de Glasgow", dedicada a recaudar dinero para investigar, y "Amigos del Oncológico", que se ocupaba de mejorar la calidad de vida de los enfermos con grupos de apoyo, asesoramiento financiero, cine, biblioteca, sala de masajes, bancos de pelucas, etc. La gran fanfarria venía por la fusión de estas dos entidades.

El hospital oncológico de Glasgow es el mayor centro de Radioterapia de Europa, el primero en aplicar a pacientes la última técnica de moda ("FFF") y, con ocho mil nuevos pacientes al año, trata casi el triple que cualquier otro hospital británico y más que la gran mayoría de los europeos. Sin embargo, casi nadie ha oído hablar de él. La nueva fundación dijo en su discurso que viene a remediar eso. Quieren que ocupemos "el lugar que nos corresponde entre los más famosos" para poder financiarnos mejor y hacer más cosas. Para ello, asesores profesionales ayudaran a los voluntarios, habrá un baile de gala en Westminster, saldremos en la tele y hasta hay famosos dispuestos a publicitarnos (aunque no reconocí a ninguno). También han pedido que informemos a quienes quieran dar dinero de que no especifiquen a donde quieren que se destine, para que acabe donde más se necesita. Varios de mis compañeros salieron de la charla inspirados, emocionados y alegres. A mí no me encajaba algo, pero no sabía el qué.

Por la tarde, vino un compañero que estaba de vacaciones a recoger a otra para ir al cine. Le informamos:

-Tenías que verlo. El desayuno era impresionante, colas para ir y oír el discurso. Por cierto, qué tipos más curiosos los nuevos gestores. Los dos eran calvos y grandotes. Parecían porteros de discoteca.
-¿Trajes negros?¿Uno muy alto y otro muy ancho?
-Sí.
-¡¿Los tipos con pinta de mafioso que han estado paseándose por el departamento estos días son los nuevos gestores de la ONG?!
-Sí.
-Miércoles, esos vienen a blanquear fondos.

El comentario era jocoso, pero tenía un poso razonable. Si ya somos un centro de vanguardia y hasta ahora no nos ha faltado el dinero ¿Para qué este despliegue? No somos un centro privado, no nos hace falta atraer clientes ¿Para qué la fama? Volví a mirar los panfletos y los carteles. No eran pacientes agradecidos, eran personas pregonando orgullosas su capacidad de conseguir fondos. No había información de la enfermedad, o del hospital, pero sí datos sobre cuanto cuesta una investigación e ideas para ayudar a financiarla. Dinero, dinero, dinero, que irá a pagar la publicidad, el nuevo personal no voluntario y al final seguramente quede lo mismo que antes para los pacientes.

Hoy he salido al centro y en un corto paseo he visto lo que sigue: Competencia encarnizada por las libras de viandantes.
ONGs en sentido horario: Race for Life- Cancer Research UK; Marie Curie Cancer Care; Beatson Cancer Charity (los carteles encima de la escalera mecánica de la derecha también son de la Beatson Cancer Charity).
Es el futuro: las macrocorporaciones hasta para obras de caridad.¿Es malo? No lo sé. Por una parte, me repatea pensar en los miles de donativos que irán a pagar bolígrafos y camisetas. Por otra, veo vídeos de otras ONGs grandes como el que pongo a continuación y me gusta, tanto que existan, como que el profesional que los crea pueda pagar la hipoteca con ellos.

02 marzo 2014

Las ciudades de la luz


LAS CIUDADES DE LA LUZ es un libro sin intriga y mucha miga: reflexiones en cada página y descripciones precisas; literatura íntima y escritura laboriosa. Prologado por Fernando Sánchez Dragó y perfilado por el cincel del talento y la maza del esfuerzo  de un ingeniero de telecomunicaciones de espíritu sensible y perspicacia extrema: Javier Redondo Jordán.

Su joven autor  abre la espita de su sentir en el primer párrafo y no la cierra hasta concluido el último; haciendo cómodo al lector la recogida  del néctar por ella vertido para saborearlo a conciencia.  Lo consigue en cortos capítulos hilvanados por el hilo del viaje y la experiencia vital que éste aporta; situándonos siempre en exactas coordenadas de espacio- tiempo.  Nos va narrando las innumerables imágenes que traspasan sus antiparras y pasan a ser analizadas emocional y racionalmente. No se escapa matiz, no se olvida arista estructural de la composición; es la cuidada tarea de un hombre atribulado por comprender la vida, el mundo y, sobre todo, a sí mismo.

Son París, Benarés y Pozoblanco (algo le toca a Madrid y Barcelona) las ciudades que el escritor recorre, llevándonos de la mano y contándonos lo que a cada paso va rezumando su alma, sin dejarnos caer en ningún momento de la lectura en el letargo: no son recuerdos, es vivo presente.

Estoy persuadido de que cuando Redondo puso fin a su obra vino a su cabeza  lo por él escrito en la página 73: la realización de los sueños siempre hace brotar lágrimas de emoción.

Y ahora lo malo…

Este libro no se encuentra en librerías. Si alguien desea  no perdérselo, puede adquirirlo en la web personal del autor  (www.redondojordan.com), donde va contando sus cosas. Allí tiene habilitado un formulario donde se puede realizar el pedido.

Gracias, Javier, por tu obsequio de estas páginas que me han proporcionado entretenimiento, luz (¿cómo no?) y estímulo.