18 enero 2016

Merkel no lleva rastas

El espectáculo de la semana pasada en el Congreso no me interesa demasiado. Cada uno ha hecho lo que les han votado para hacer. Lo que me preocupa es en lo que ha degenerado la innegable necesidad de renovación.

Durante décadas en España se ha votado alternando entre rojos y azules según quién diese menos asco. En estas elecciones todo cambió. Se han visto debates broncos, se han leído programas panfletarios y, finalmente, se votó entre rojos, azules, morados y naranjas según quién diese menos asco.

Lo que me preocupa de esta legislatura es que, cuando el polvo de la reyerta se disipe, vendrá el lodo de gobernar. PSOE, Ciudadanos, Podemos e IU son dirigidos por personas que hace dos años casi nadie conocía. Rivera y Sánchez estaban uno calentando banquillo regional y el otro de concejal suplente. Iglesias hubiese vendido a su abuela por un contrato de cuatro años como el que tienen ahora. Garzón es el listo, porque ha pisado el Congreso antes. El único líder de partido que tiene idea de lo que supone ostentar un cargo de responsabilidad es Rajoy, y ya vemos cómo se le da. Esto no es nueva política, es política hecha por novatos.
No es una especulación muy salvaje creer que, en el momento en que cualquiera de ellos tenga que hablar con Hollande, Cameron o Merkel, su primera reacción será correr al retrete más cercano.

Pero, a veces, lo que no consiguen los intereses políticos comunes se gana con empatía. Una charla en el descanso del cigarrillo o una situación análoga de los hijos puede abrir hueco en la agenda. Otro escollo. Hollande no juega a baloncesto. Cameron no viste de Alcampo. Merkel no lleva rastas.

Nuestros viejos políticos tienen más que merecido la repulsión e incomodo que el nuevo desembarco les causa, porque son sus actitudes las que han abierto las puertas del circo. Pero, si la mayoría de nosotros vota a disgusto, ya no se puede decir que tengamos los gobernantes que nos merecemos. Este rebaño llamado España hace mucho que necesita un pastor, pero aguanta con ajo, agua y perros ovejeros.

¿Cómo saldremos de esta? Mi predicción para el 2016 es que se nos va a hacer largo, caótico e impredecible. Ojala saquemos de esta experiencia las enseñanzas más apropiadas, sean cuales sean. Este año toca aprender.