15 enero 2012

Vivir y sentir (en la aldea)

 Dejó Demian de ser un niño solitario. Con celeridad se acostumbró a su nueva familia. Tuvo que hacerse a la idea de compartir, de tomar una cosa de un sitio distinto al qué  él la había dejado, a que cualquier cachivache de la casa no fuese para él sino para el primero de los cuatro que lo detectase. Había desaparecido el trato de “único”,  y no lo echaba en falta, se sentía absolutamente compensado: ni exclusiones ni prebendas.

Se encontraba dichoso al poder compartir juegos y disputas, mesa y mantel con sus hermanos, de saber que podía oír los pasos y la voz de su madre cada día, que al anochecer podría besar a su padre. La convivencia familiar era intensa y dilatada, preciado manjar que devoraba con fruición y que digería con placer.

Con el ceño fruncido para poder encararse a aquella luz estival que le agrandaba el ánimo, cada mañana su alma rebosaba de júbilo al enfrentarse al nuevo día. Se apoderaba de él una apetencia desmedida por pisar los sucios caminos, los anegados prados, los montes empinados con sus peñascos, las pequeñas sendas de los huertos, los alpendres y cobertizos, las cuadras y corrales... la sierra que marcaba los confines del pueblo.

Desde el primer día se sintió integrado en el lugar y con quienes lo moraban. Vivía excitado y feliz. Sorbía febril el verdor de los prados, el trasiego de los labradores en sus labores, el cielo diáfano e interminable, el agua fría y transparente brotando de algún caño, cada pedacito de libertad. Amaba y se sentía amado. En su afán de vivir  apuraba los días como el qué rebaña  el plato hasta la última gota de salsa.

El verano pasaba rápido.  Un día se jugaba al escondite, otro al aro o la billarda, algunos en el campo cuidando al ganado que pastaba, también los había dedicados a deambular por el pueblo; y, los menos, sólo cuando querían las niñas, a los médicos. Si se deseaba un grado emocional más alto, el asalto y robo de los frutales de un huerto era el objetivo. Después de la fechoría, la pandilla se sentía ufana y con la tripa llena, rememoraba la hazaña y se regocijaba de la “faena”.

Menguaban los calores del estío y también el número de días que quedaban para el inicio de curso. Por segunda vez, Demian, se enfrentaba con la escuela. El fracaso de la primera no le amilanaba y sabía que nada de ésta se daría en la nueva, pero otras muchas cosas le esperaban...

9 comentarios:

  1. Se nota toda la emoción con la que está escrito. Enhorabuena. Y a ver que cosas le esperaban... ;)

    Un abrazo :)

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  2. Pareciera cómo si el reloj de arena hiciera desprender las horas un tanto más lentas... y es que vivir y sentir es lo que hace que esta vida, este mundo valga la pena. Un vivir y un sentir en el que Demián pasó a una mayor socialización. Y nada mejor que tener que compartir "bienes" si o si. No había otra. Siempre el más rápido terminaba consiguiendo lo que a los más rezagados les costaba más tiempo. El más rápido, el trinfador. Y nada mejor que sentirse copatícipe entre los demás. A veces cómplice también, a sabiendas que aunque hubiese algún regañoposterior, estaría más que compensado en el amparo y protección de la multitud. Y ya sabemos, tres es multitud... Probablemente el aro era sacado de alguna barrica desvencijada...También lo rodé con maestría. Era una auténtica experta.En cuánto al asalto y robo de los frutales, no había mayor excitación y disfrute. Algo así como comer la fruta prohibida. El corazón salía por la garganta. Cómo si lo volviera a vivir Demián. Me ha retrotraído a ese acontecer liviano y diáfano de los juegos estivales en la aldea, o en el pueblo. Demián debe sentirse satisfecho de haber vivido las más variadas y completas experiencias de vida, emoción y sentimientos. Y es que vivir y sentir forman parte de una misma experiencia. Cuánto más cercana, más natural y espontánea. Seguiremos el acontecer de esas vivencias.

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  3. Explorador.- Saludos y gracias por la visita.

    tanci.- Le has sacado a cada línea su jugo y la has sentido de cerca. Son años que dejan en la memoria emociones y sentimientos que ya no se repetirán en los años por venir.
    Gracias por tu lectura y espero seguir echando leña a este fuego de la infancia.
    Un abrazo.

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  4. Cuando se ha sentido la felicidad, siempre seguirás en su busca y/o espera.

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  5. Lindo post! me gustó el blog, sobre todo las imágenes y los ambientes que uno se imagina con tus palabras. Tienes mi voto.

    Saludos
    Natilla

    www.natillasdulces.blogspot.com

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  6. Vas describiendo el significado mismo de lo que es divertirse. Lo que pasa es que dura lo que dura. Me ha parecido muy oportuno ilustrar con ese reloj implacable de arena que señala el menguante lapso que queda del tiempo de disfrutar.

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    1. Todo es efímero, pero eso lo hace merecedor del recuerdo y diferenciador. Así son las reglas...
      Gracias por la visita y un saludo

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  7. J.Porto.- Me alegra verte por aquí,y... tras la felicidad vamos.
    Un abrazo.

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  8. Natilla.- Gracias por la visita y me alegra que te guste.
    Saludos.

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