15 enero 2013

Fauna doméstica

Fue hace 4 años...


Fugaz, ágil y muy lista; así es Chispa. Grácil, juguetona y algo recelosa; así es Gaya. Negra la primera, marrón blanquecino la segunda. Son mis dos nuevas gatas recién llegadas. El día 12 de enero abandonaron el centro de acogida y fueron adoptadas por mi familia. Desde entonces pasan las horas pululando por la casa, husmeando en cada rincón, olfateando todos los objetos, saltando a sillas y sofás, devorando los granitos de pienso a espuertas, jugando con cada cosa que se mueve, lamiéndose o mordiendo el rabito de la compañera, trepando al mueble más alto, tratando de tomar entre sus uñas los tiradores de las cortinas, rascando las alfombras e intentando meterse debajo de las mismas, escrutando cada recoveco de las habitaciones, oteando el jardín desde cada ventana, y, por fin, ya transidas, tumbarse en el sofá al lado (mejor encima) de sus amos. - ¿Amos? Es una forma de decirlo, ya sabemos que los gatos no tienen amos.- Con la banda sonora de su ronroneo nos miramos, nos acariciamos, y el mundo parece alcanzar una armonía muy diferente a lo que en el telediario nos están contando. Las miro y me responden con cariño y curiosidad, la misma que yo siento por lo “cocinado” en la urdimbre de sus neuronas. En un estado de arrobamiento común transcurre el tiempo... hasta que un ruido en cualquier punto de la vivienda o de su alma las pone en vilo y arrancan veloces en cualquier dirección. Yo las contemplo y siento una gratitud inmensa a esos cuerpecitos dúctiles y vivos, muy vivos; y me quedo pensando la transformación por mi sufrida hacia -y por- estos animales, otrora absolutamente indiferentes. Son los vericuetos de mi mente horadados por las inteligentes uñas de Gris.

¿Gris? Mi primera gata. Ella, tan especial y zalamera, fue la que me provocó ternura, hilaridad, cariño y apego a estos mamíferos. Fue la que les franqueó la puerta a Chispa y Gaya al irse...

Su partida fue una dosis alta de dolor, un recordatorio del final de los ciclos, un enfrentamiento con la guadaña que siega los días, una concentrada píldora de ausencia.

Gracias, Gris, por tu compañía y cariño. Ya no tengo tu viva mirada ni tu calor en mi regazo; ahora te imagino paseando por el éter, afilando tus uñas en nubes de algodón, brincando feliz entre mariposas multicolores y rondándote la cabeza los trinos de inquietos pajaritos.

Gracias también a mi esposa. Ella es la que trajo primero a Gris y ahora a las dos que en este momento corretean por las escaleras; la que les da de comer cada día y cada día les habla y las jalea; vela por su salud y remedia los desaguisados que a veces provocan.

4 comentarios:

  1. La verdad es que coincido: no tienen amos. La relación con un gato es, en cierto modo, de igualdad. Ellos conviven con el hombre en su casa, pero no para bailarnos el agua, ni para hacernos sentir el ombligo del mundo. Ellos hacen su vida, una vida de paciente observación y memoria. Con el tiempo te van conociendo. Van conociendo a todos los de la casa. Y en función de eso, cada uno recibirá de ellos un trato sutilmente diferente. El gato es un animal inteligente (bueno, no atiende a tus órdenes de hacer cosas, pero eso tampoco es la única muestra de inteligencia) y extremadamente cariñoso.

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    1. Veo que conoces bien el mundo gatuno. Estoy en consonancia con todo lo que dices. Lo que me sorprende es que hace 10 años no me imaginaba que me compenetrara tan bien con estos animales.
      Gracias por el comentario.

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  2. Bello homenaje que le has brindado a Gris. Debe estar como bien dice paseando por el éter dado lo especial que era. Me gustó eso de afilarse las uñas en nubes de algodón. Tal vez haga algún que otro jirón desde esas nubes y son las gotas que ahora mismo están cayendo sobre el lugar en el que creció y vivió. Chispa y Gaya tienen su personalidad. Tengo entendido que cada gato desarrolla su carácter. Aunque también la ternura, el apego y el cariño que sus dueños les pfrecen ellos tratan de devolverlo.Pero como bien dice dafd, no cuando uno lo quiere sino cuando ellos están dispuestos. De pequeña siempre tuve gatos, se movián alrededor de mis piernas coqueta y cercanamente. Eso me gustaba. Me sentía su confidente.Me sentía elegida para sus escarceos. A veces saltaban intrépidamente sobre mi, a la hora del almuerzo. Definitivamente, un gato a nuestro alrededor desarrolla nuestra ternura. Nos hace bajar un poco de altura. Bello relato a estos felinos que nos dan más satisfacciones que desapegos. Un abrazo.

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  3. Muchos jirones habrá hecho Gris porque estos días hemos tenido agua hasta el extremo de tener que abrir las compuertas de los embalses.
    Veo que conoces muy bien la idiosincrasia de estos animalitos de uñas largas y corta obediencia. No sabes la cantidad de ellos que por mi jardín pasan a la expectativa de encontrar algo de comer en el cuenco que tenemos para los transeuntes...
    Gracias por tus palabras y un abrazo sin uñas.

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