10 diciembre 2014

Dulce honradez

"El mundo fue y sera una porquería
ya lo se
En el quinientos seis
y en el dos mil también."

Por eso hay una anécdota de mi hija Jueves, entre las decenas que genera un niño pequeño, que difícilmente voy a olvidar.

Se acercaba el momento en que había que sacar los pañales a la mingurrias. Ella había cogido tanto apego a ese invento que le permitía jugar sin interrupciones, que no estaba dispuesta a admitir que no siguiese en el catálogo de moda 2014. Además, creía estar a un paso de empezar a cambiárselos ella sola. Para contrarrestar esto, los padres recurrimos al clásico método del soborno. Meas en el tiesto y -pim, pam- toma Lacasitos. Todo iba estupendamente hasta que un día, cuando me iba a por el chocolate, ella me para.
El Lacasito bilingüe

-¡No!

-¿No quieres Lacasitos?

-Ziiii

Entonces me lleva hasta la habitación, abre el cajón donde supuestamente estaban "escondidos", los saca y ella sola se sirve. A pesar de tener todo el bote secuestrado en su puñito, toma la cantidad justa, abre la mano para que vea lo que hay, me mira y dice:

-¿Okey?

Desde entonces se los empezó a echar ella. Con el tiempo aumentó la cantidad en un Lacasito, pero nunca fue más allá. Hubiésemos podido regatear, pero no lo hice porque de todos es sabido que en cualquier negocio siempre hay alguna ganancia asociada a soplarse al intermediario.

Cuando ocurrió esto, los Bárcenas, Fabras y Urdangarines paseaban por la piel de toro como si fuese suya. Recuerdo haber mirado al tubo de chocolate y pensar "esta niña no puede volver a España". Hoy ¿quién sabe?

9 comentarios:

  1. Buenísima historia. Anda que no me he reído. Que me hace pensar en algo extraño, la predisposición, "el antes" de la educación y la socialización, como si hubiera "otro yo", el auténtico, antes de meterse a nadar en la pecera con miles de peces. Y no, no podría volver en aquel momento a la espriuniana piel de toro. Hoy, solo podría volver la mitad de ella.
    O menos. Se está mejorando, pero hacer desaparecer algo tan arraigado como la "cabeza de pícaro" va a costar.
    Veo la niña, lógica, contenta con su gesta, tomando su justo premio.
    Un abrazo.

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    1. Ese tipo de elucubraciones son un pozo sin fondo porque ¿Qué hay en nuestro "yo original"?¿Cómo saber el impacto del ambiente cuando no existe comunicación verbal ni capacidad de memoria establecida?

      Espero equivocarme, pero España empieza a darme mala espina otra vez. Se diagnostican muchos males, pero se pasa mucho tiempo divagando sobre las formas de cura sin aplicar ninguna. Por ejemplo, la famosa "ley mordaza". ¿Por qué ninguna los cabezas de las fuerzas políticas que dicen oponerse a ella se pusieron en primera fila de manifestaciones frente al Congreso?¿Cuanto hubiese durado la ley si para cumplirla hubiesen tenido que meter a Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y/o Alberto Garzón entre rejas? En fin...

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  2. Y no le robaste ni un Lacasito alguna vez? Yo no hubiera podido, ni lo uno ni lo otro... y eso que los Lacasitos ni me gustan tanto, pero cuando hay chocolate de por medio me puedo volver muy angurrienta!

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    1. De su mano no robo, del tubo cuando no mira, desde luego. De hecho me estás dando ideas ahora mismo.
      Comparto tu opinión del chocolate. Hasta el malo es un placer para los sentidos y un antidepresivo de los buenos.

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  3. Que no pierda esa inocencia! :D
    A mi me encantan los Lacasitos pero la cobertura me parece demasiado dura, prefiero la de Smarties que es más blandita.

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    1. El padre no la ha perdido, así que hay esperanza :-)

      Los Smarties también tienen sus pegas. La cobertura más fina se derrite con más facilidad y las manos de la niña pringan antes (las mías no, que no le doy tiempo). Además algunos colores tienen sabores de frutas demasiado fuertes para mi gusto. Y me gusta el tubito redondo con tapa de plástico de los Lacasitos.

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  4. Un niño va ingresando poco a poco en su sociedad, aprendiendo a distinguir entre lo suyo y lo de los demás. Los expoliadores que nos asaltan, ya hace tiempo que ingresaron en la sociedad pero no parece que sepan distinguir. A lo mejor no les vendría mal ponerlos a aprender de los niños.

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    1. La gente que comentas creyeron ser muy listos llevándose todo el tubo de golpe sin ganarlo, con lo que después no habrá más.

      Me recuerda la vieja historia del niño listo y el "tonto del pueblo". El niño siempre mostraba dos monedas al tonto, una de 25 y otra de 100 ptas. Le decía que se quedase con la mejor y el tonto elegía siempre la más grande, la de 25 ptas. El niño y sus amigos se burlaban y reían su estupidez. Un día el profesor se acerca al torpe y le dice "¿Por qué haces eso?¿No ves que se ríen de ti?". El chico le responde "Si, pero ya le he sacado casi dos mil pesetas. El día que elija la moneda de 100, se me acaba el suministro".

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