14 mayo 2015

La píldora menos amarga

Hace unos días un conocido cayó en la dulce trampa de una harpía. Estaba avisado, todos los que les rodeamos le dimos la misma versión, la misma advertencia. Puede ver el daño que esta mujer ha hecho en las vidas que la rodean, incluidos alguno de sus amigos. Ante el asombro genera, hoy dice a quién quiera oírle (y a quien no) que lo que ocurre es que es una incomprendida. Un colega amante de la ciencia-ficción se preguntaba confuso cómo había sucedido, a lo que le contesté "¿Quieres la píldora roja o la azul?". Soltó una enorme carcajada ante la popular referencia. Pero así es muchas veces ¿Aceptas la evidencia y admites que tu vida es una mierda, o crees a quién te dice que eres su héroe de brillante armadura con una sensibilidad especial para apreciar lo que el vulgo no ha visto?


The Matrix, escena de las dos píldoras.

En la icónica película esperamos que Neo acepte la verdad. La verdad nos hará libres, dicen. La verdad te hace ser especial, más fuerte, un líder. Pero quizá este tópico no sea... verdad.

El experimento de Steve

Hace unos años me propuse demostrar a un colega (Steve) que la probabilidad de creernos una historia no depende de su verosimilitud, sino de lo que queramos creerla. Para ello inventamos un rumor. Por entonces teníamos un residente inglés, larguirucho, impertinente y posiblemente el único en Escocia que lloró la muerte de Margaret Thatcher, pero que en el fondo no era mal tipo. Que el recién llegado encontrase novia en tierras izquierdistas era muy improbable, que fuese una radiógrafa del hospital que encontró en un congreso del partido conservador y que ese romance fuese secreto para no confesar en público sus tendencias políticas era completamente absurdo. Steve estaba convencido de que no colaría, pero él mismo esparció la nueva de aquél amor contra corriente. La historia era demasiado bonita. Al final del día ya había varios nombres que se barajaban como posibles novias.

Este tipo de experimento es fácil de reproducir. Por ejemplo, encuentren un seguidor de Iker Jimenez y díganle que la provincia española con más avistamientos de OVNIS (Lugo) también es líder en consumo de alcohol per cápita. Deducirá que a los marcianos les gusta el orujo.

Conclusión: no elegimos la pastilla roja o la azul por un análisis racional, sino según el cuerpo pida fresa o menta.

4 comentarios:

  1. Es curioso como ( y ya que hablamos de píldoras) aceptamos "comulgar con ruedas de molino" autoconvenciéndonos de que hacemos lo correcto. Nuestas vidas están llenas de ejemplos.

    Saludos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Efectivamente. Pero me prregunto ¿Por qué lo hacemos?¿Nos hace más felices?

      Eliminar
  2. No estoy convencido de que el color de la pastilla, la credibilidad, dependa de una circunstancia cambiante. Es posible que haya un marco fijo, en la persona que decide creer o no (quiero decir que las personas decidirán en general lo mismo casi siempre).
    Ahora, el caso que cuentas es curioso. Pues a pesar de las bajísimas probabilidades de que el residente inglés encontrara su media naranja en ambiente comanche (para él), la gente terminó por creérselo. Gente muy variada, unos escépticos, otros románticos, otros rencorosos, otros espirituales, otros depredadores, cada uno de su padre y de su madre, se han puesto de acuerdo. Al final, cierto número de gente opinando lo mismo forman algo así como una masa crítica que aplasta cualquier opinión en contra. Es como un tsunami que arrasa a su paso disidencias. En este caso, la pastilla roja ha sucumbido ante este tsunami, ha sido pisoteada en la estampida (eliminándola de las opciones), y solo queda la azul.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tal y como lo pones da miedo. Pero refleja muchas situaciones, sobre todo la formación de comunas al rededor de una idea, como las de los antivacunas o grupos religiosos. Crees lo necesario para encajar en un grupo.
      Supongo que a veces la elección es cambiante y otras no. Por ejemplo, la probabilidad de creer algo negativo de una pareja dependerá del momento en la relación. Si se ha agriado, es mucho más probable agarrarse a ideas negativas, pero si es en el momento álgido de felicidad será ignorado.

      Eliminar