12 diciembre 2015

Todo es bajo en las Tierras Altas

Mi nueva casa está a 270 km de Glasgow. Por poner las cosas en perspectiva, en Coruña conduces eso y acabas en la frontera con Portugal o en Gijón, según por dónde tires. Desde Barcelona acabas en Carcassonne, Huesca o Castellón de la Plana. Sal de Madrid y llegas a Burgos o Albacete con algo de cambio en el cuentakilómetros. En resumen, la distancia es suficiente para ver un cambio claro.

Desde el comienzo del invierno (marcado por un vendaval que de un golpe dejó los árboles sin hojas), toda la familia hemos sentido la llamada de las matas, o la imperiosa necesidad de no salir de la cama hasta Febrero por lo menos.

Para mí, lo peor de Diciembre no son las bajas temperaturas (aún no hemos visto temperaturas negativas) o que a las tres y media sea de noche. Las fotos que muestro fueron sacadas a mediodía. El solo está tan bajo que parece a punto de ponerse. Las flechas señalan al sol.
Haga buen tiempo o no, vivimos en un anochecer continuo. La lluvia no se evapora, la gente no se despierta y mi reloj de pulsera solar se recarga con la lámpara de la mesilla de noche. Mientras que más al sur pedimos jornadas cortas en verano prometiendo recuperar la productividad en los meses fríos, en las Highlands el sueño es echarse a dormir hasta que el sol vuelva a ponerse a las once de la noche.

Barómetro
No sólo los días son más pequeños que en la cálida Glasgow, la gente también. En contra del tópico de que los europeos del norte son todos torres, llegar a las Highlands ha supuesto que, por primera vez en dos décadas, no me sienta pequeña. Además no es sólo mi impresión. Algo que nunca ha faltado en mis trabajos ha sido un viejo barómetro de pared. Antiguo y coñazo, pero tan sólido que ni en la era digital se tira. Para leerlo hay que poner los ojos a la altura de una gotita de mercurio, así que suele colgarse con ésta a la altura del trabajador medio (o del jefe). En mis destinos anteriores he sufrido el choteo de mis compañeros cada vez que leía el trasto subida a una banqueta. Aquí no hay en qué subirse, ni hace falta.

Otro cambio que he notado es que la gente aparenta más joven. En mi primera salida al pub con los compañeros de trabajo las pintas dieron paso a las preguntas indiscretas. Una compañera de Londres se puso a calcular a ojo las edades de los asistentes. Yo coincidía en silencio con sus impresiones. Siempre fallamos en al menos seis años. Supongo que la falta de sol retrasará las arrugas, pero lo que ya no veo es por qué nadie (ahora ni siquiera yo) tienen bolsas bajo los ojos.

Finalmente, aunque siendo española me he acostumbrado en seguida, al venir de Glasgow he notado que donde faltan estatura y arrugas sobran palabrotas.

En fin. También hay diferencias en la arquitectura, el idioma o la comida, pero por hoy ya llega. Las mantas me reclaman. Al menos se acerca el solsticio de Invierno.

8 comentarios:

  1. en Perú también pasa que cuanto a más altitud, menor altura, como si al final todos quedáramos del mismo tamaño si nos pones en un esquema x)

    ala, a hibernar!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No lo había pensado, pero gente de Guatemala me decían lo mismo.

      Ya ves que la hibernación aquí va bien...

      Felices fiestas.

      Eliminar
  2. Y dices que las fotos, con esa tímida bombillita colgada del cielo, están hechas a mediodía. Hombre, desde luego es un cambio de perspectiva (270 km son muchos km) importante respecto a lo que tenías (qué decir respecto a donde estoy, en Castilla). Por otra parte también es excepcional poder conocerlo y vivir la normalidad de aquellas latitudes cuyo clima y condiciones son tan distintas.
    Por cierto, tenéis que tener unas cuentas en luz y calefacción como para dejaros tiritando.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En general los materiales de construcción también se adaptan al clima, con ventanas de cristales más gruesos, tejados más aislantes, etc.
      Ahora la nueva experiencia interesante que nos espera ahora serán los veranos con noches de tres horas...

      Eliminar
  3. La falta de luz es realmente depresiva, yo lo he notado mucho desde que vivo en Bulgaria. Pero me alegra que ya no tengas bolsas bajo los ojos. ;)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lo de las bolsas es curioso, aunque se den las condiciones para que aparezcan (cansancio, etc), no salen.

      Me había acostumbrado a los días cortos y entre Glasgow y aquí apenas se acorta el día en 20 minutos, pero lo del sol bajo es muy extraño.

      Eliminar
  4. Ah... Lo dicen los dermatólogos. El sol es devastador. Y es verdad, lo sé por experiencia propia. No estaría mal ir hacia allí con mi enorme 1,70 m. Lo de las bolsas bajo los ojos. Eso es curioso, como esas noches sin fin.
    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La falta de sol también devasta a su manera. Estamos condenados.
      Con 1,70 creo que, a ojo, igualas o superas a la mayoría de la gente que me encuentro a diario.

      Eliminar