14 mayo 2013

La primavera.

La mañana ya va avanzada. Salgo al jardín y la fragancia de jazmín invade mis sentidos. Sólo algunas nubes de caprichoso perfil rompen el uniforme azul de un cielo que hoy se muestra magnánimo y vasto. ¡Es la primavera!

En el calendario hace semanas que llegó pero “ella”, hermosa y seductora, se hizo la remolona y quiso ser deseada más de lo que cada año ya es.

Sin resentimiento la saludo y acojo, la abrazo y juego con sus promesas. Hace unos días parecía inaccesible, pérfida y mudable; hoy, bella y cálida. Se presenta carente de todo recato, como larva hecha gusano, como huevo hecho añicos dejando salir al poyuelo. Es el fin de la veda invernal. Son días de apasionamiento por el presente y precursores de otros, ya próximos, de luminosidad, ocio y gozo.

Mientras conduzco hacia la ciudad distingo en el mar un brillo especial y en los conductores una actitud más altanera y jovial. El paisaje se deja vestir de luz para ofrecernos belleza donde otrora sólo eran formas romas.

La ciudad parece haber sufrido una transformación: el bullicio se apoderó de sus calles y plazas, que se han convertido en zonas de febril trasiego y espejo de un estado emocional contenido. Sus habitantes se muestran como víctimas de una eclosión en sus almas, con expresión en el rostro de una mayor apetencia por la vida; caminan como si sus cuerpos fueran más ligeros, como si hubiesen perdido algo que hay que recuperar de inmediato, como si hubiese estallado un frenético bullir de deseos a los que antes se renunciaba.

Ella, la primavera, como una pizpireta, se me antoja que contempla y estimula esta vorágine con absoluta complacencia en si misma, sabedora de que es una lisonja de la ubérrima naturaleza a estos pobres parias del planeta. Yo, sumiso pero despierto, sigo con atención sus irreverentes contoneos y me dejo ir entre la corriente de ese río de sensaciones que no sé muy bien definir pero que reconozco... Y, como los naturalistas franceses, pienso. “Todo lo real ha de ser bello”.

7 comentarios:

  1. Esa es la explosión primaveral. Ese cambio de estación que todos estamos esperando y que, cuando somos jóvenes, ni tan siquiera diferenciamos.Ese andar altanero como flotando, dejando llevar el cuerpo y el alma a donde quiera que vaya... ese estado no febril, pero si de consciencia vespertina.Atrás quedó la ciudad anegada por las lluvias casi permanentes que envolvieron las bellas farolas antiguas... "Todo lo real ha de ser bello" y lo bello debemos hacerlo real. Por eso esta estación se despereza y nos hace caer en la cuenta que de nuevo estamos ante otro ciclo vital. Habrá que aprovechar el "aquí y el ahora". Me ha gustado ese cántico que le has dedicado a la primavera. Creo que "ella" se lo merece, aunque a veces se haga la remolona... más que nada porque siempre tiene la capacidad de sorprendernos. ¡Y vaya si lo consigue! Un abrazo.

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    1. "La consciencia vespertina" Eso se me escapó, y lo siento, porque es muy acertado. En tu tierra es primavera medio año y el ansia por su llegada no es tan grande, pero aún así siempre trae un mensaje de optimismo y alegría. A disfrutarla y sentirla.
      Un abrazo.

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  2. Fantástico este retrato de la primavera. Me ha gustado en sí mismo, pero es que además me ha gustado por pura identificación, pues señalas algunas cosas que siento también con la simpre inesperada y sorpresiva llegada de la primavera: ese desbordamiento, esa sensación entre sensual y vital del renacimiento. Y ese momentáneo aturdimiento o descolocación que nos produce. Todo lo real ha de ser bello, me dejaré arrastrar por sus corrientes invisibles.
    Saludos.

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    1. La primavera: la influencia de algo tan físico como es la meteorología en el alma de una persona, tan volátil y dificil de definir.
      Me alegra que haya sido de tu agrado.
      Saludos.

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  3. Preciosa descripción.
    Esta primavera parece una niña jugando al escondite en el jardín: Ahora la ves, la sientes, ... ahora no, ...

    Saludos!

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    1. La niña en el jardín... o la joven en la verbena que se te ofrece con la mirada y luego te niega un baile. Primavera, niña, joven: todas son femenino...Y la incertidumbre parece hacerlas más atractivas.
      Saludos con gratitud.

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  4. Buena bienvenida a la estación. Perfiles romos contra luz, peso y gravedad contra altanería y jovialidad. La primavera parece dominar nuestro sentido del conocimiento que se vuelve sensible y agudo, de modo que se nos presenta todo con una excitada intensidad a la que nuestro cuerpo reacciona de forma espontánea. En invierno es más dable disimular tras la oscuridad, la imaginación completa con irrealidad la realidad. Pero en primavera no hay excusa, todo está claro y trasparente, la luz lo invade y lo taladra todo. Nuestros sentidos dominan a la imaginación, y, ansiosos por recuperar el tiempo perdido, se dejan acariciar por los colores, los olores, los movimientos, con espíritu de admiración.

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