20 junio 2013

El Bachillerato (II)

Entra en clase una señora vestida de negro, capa gruesa de maquillaje y pintura fuerte en ojos y labios; de caderas anchas y delgadas piernas, voz chillona y simpatía escasa, una pastilla blanca deshaciéndose en su lengua. Es Dª Dolores –la Vieja-, profesora de gramática y francés. Demián observa su mímica sin escucharla.

El Difunto, de cuyo nombre no logra acordarse, vigila los estudios. Es puntilloso en el vestir, anda por la treintena y dicen que fuma “con mucho estilo”. Usa la regla de castigo del mismo tamaño y grosor que el director (D. Luís: el Groucho) y el secretario (D. Manuel: el Trompas).

Es el conserje una persona buena, con pinta de gañán y obediencia ciega a quien le paga. Figura irrelevante en el colegio por su carencia de gracia y suave personalidad.

La Educación Física y Formación del Espíritu Nacional (FEN) están a cargo del Sr. Ávila; de cuidado bigote y aire pretencioso. Semanalmente da una charla de la que es obligado presentar un resumen. Una parte de lo que dice se le escapa a Demián, víctima de su tendencia a la observación, y otra no la entiende; así las cosas, las pasa muy apuradas para redactar unas líneas sobre lo no comprendido.

De los más exigentes es el cura. Organiza un concurso en clase y el puesto obtenido en él al final del mes determinará la nota. Obliga con esta treta a la competición entre los alumnos, dado que siempre ha de saberse más que el compañero para conseguir buen puesto en el escalafón y librarse del suspenso. Siempre el clero ha sabido exprimir la fruta de la oportunidad.

A pesar de su corta edad, Demián está persuadido de que el elenco profesoral es hosco y tosco en la persona y mediocre en la docencia. Es para él cada clase una prueba y cada examen un suplicio. El suspenso gravita como un fantasma abominable e incansable al acecho del vago. Se siente nervioso y cada día que pasa es el término de una ceremonia de inexcusable asistencia y cansino ritmo.

Conoce también allí el penetrante hormigueo infligido por un reglazo en las manos y el aturdimiento de la vibración metálica de un bofetón. Destaca el día que llega rezagado del recreo con unos cuantos más y son puestos de rodillas al pie del encerado mientras El Groucho es avisado. No tarda éste en aparecer en el vano de la puerta y ejecutar el inexorable castigo que cada uno de los “penitentes” aguanta con la mayor dignidad y las menores lágrimas…

A los compañeros de clase los siente ajenos y sólo con alguno de ellos llega a tener un trato cercano. Esto no cuenta en los recreos cuando se organiza el partido de futbol; ahí la integración es plena, como lo es el ánimo para el juego. Terminada la asistencia en este centro no volverá a jugar ni ver un partido de futbol.

4 comentarios:

  1. Suma y sigue. Siempre me preguntaba por qué las mujeres de la edad de Dña. Dolores e incluso más jóvenes, cuando se saludaban entre ellas con el consabido beso de cortesía, e incluso haciéndose extensivo el saludo a ciertas presentaciones o conocidos; me preguntaba porque nunca se pegaban la cara para dar un beso como es debido y no en el aire como yo lo percibía. Y es que la gruesa capa de maquillaje les impedía un acercamiento piel con piel... tal y como yo entendía que debían de ser los besos. Doña Dolores era portadora de una gruesa capa no sólo en su cara sino también en otros aspectos que no le permitían un mayor acercamiento. Tanto las competiciones por los primeros puestos como los reglazos en la mano parece que han sido prácticas comunes en nuestras escuelas... "la letra con sangre entra". Todavía recuerdo los dolores de estómago que me producía el mero hecho de pensar ir a la escuela sin saberme la lección tal y como lo exigía la profesora de Geografía... Demián, mismas jugadas en tableros distintos. Y si ponernos de rodillas en el suelo directamente al contacto de éste, ya era menos el castigo. No digamos cuando además se nos ponía "picón" o millo debajo de las rodillas. Aquí no había atenuante alguno. Con los castigados no se podía hablar...eran personas "non gratas"... o así te lo hacían ver y respetar sin salirte de la norma. ¡Ay si los conserjes hablaran! muchas cosillas se sabrían más allá de lo acontecido. Nunca supe para que servía esa Formación del espíritu Nacional y que entre nosotros denominábamos Política. Imagínate si la entendía que fue la única asignatura que suspendí, aprobándola en septiembre con un 9,50...después de que mi hermana mayor me dijera trucos de como debía aprobarla y para qué servía. Así las cosas, Demián mejor es seguir adaptándonos a estos tiempos recogiendo la parte más creativa, lúdica y alegre que podamos. De lo contrario me daría la sensación de que sólo fue ayer... Y ayer fue, apenas unos cuántos años. Un abrazo.

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    1. Mismas jugadas en tableros distintos... Así parece ser, con algunos matices: lo del "picón" en las rodillas es desconocido para mi; sin embargo, y como amortiguador del dolor, solíamos untar las manos con ajo cuando amenazaba castigo de regla.
      También a mi tuvo que echarme una mano mi hermano mayor para la FEN cuando la impotencia me vencía y él veía asomar en mis mejillas alguna lágrima de desesperación.
      Como siempre, fue un placer leer tu comentario por ver lo cercano que te llega.
      Un abrazo.

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  2. Pues años duros en los que no hay ningún destello al que agarrarse, tras salir de la casa, del pueblo.

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    1. Era la esperanza de las vacaciones y la ilusión de tiempos mejores lo que animaba a soportar la agreste cotidianidad.

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