09 julio 2013

Egipto 2013

Hierve la plaza de Tahrir. Egipto está convulso.


Era también julio cuando hace 4 años yo gozaba de la majestuosidad de sus templos, del frescor del Nilo por la noche y de la afabilidad de sus gentes. Esas gentes que, primero, tumbaron un gobierno autocrático y corrupto, y luego otro incumplidor de sus promesas y deseoso de regir el país más con el Corán que con una constitución de amplio espectro.

Una vez más, en nombre de Dios, el enfrentamiento y la disputa, la intransigencia y el mandato divinino para todos. Revueltas y muertes motivadas por ese afán de imponer unas pautas de vida, una moral aderezada, cocinada y servida por unos creyentes integristas que quieren sea el alimento para todos; sin reparar en cómo será la digestión en muchos estómagos. Y el pueblo egipcio digirió mal lo engullido y, como un vómito, se esparció por calles y plazas mostrando su pálpito democrático y el deseo de, sin renunciar a las creencias -la mayoría de la población es creyente-, ser un país dirigido por personas honradas y preparadas, sin catecismo alguno bajo el brazo y con la intención de mejorar la economía y el progreso de su tierra.

Y un Ejército sensible a este latir de la nación sabe que, como parte del pueblo que es, sus armas no están para defender un gobierno teocrático y reprimir a una mayoría fundamentalmente joven y amante de la libertad. Cierto que este Ejército ha tenido que aceptar el ser tildado de golpista por algunos medios y personas; y realmente lo fue: dio un golpe de integridad, de coherencia y de afecto al pueblo al que sirve.

Escribo esto con la esperanza de que pronto Egipto sea un país en paz y acomodado a sus creencias y convicciones, donde sus gentes vivan en paz como el fluir del Nilo; y yo, una vez más, pasee por Khan El Khalili y me siente en el Café de los Espejos (Fishawi) a tomar un té, pensando en que la silla que me aguante puede ser la misma en la que, tiempo atrás, se sentó Naguib Mahfuz a escribir sus magistrales novelas; pero sin el riesgo de, como a él le pasó, ser acuchillado por un fundamentalista islámico. Qué así sea.



El vídeo es de Ibrahim Soliman, quien fue nuestro guía en Egipto y entregado racional y emocionalmente a la regeneración de éste. Testigo diario del bullir de la plaza de Tahrir
Impresionan los aviones sobrevolando: ánimo y cobertura para unos, efecto disuasorio para otros.

6 comentarios:

  1. Decía que tu implicación en esto, al haber pisado esas tierras, es muy superior a la mía. Y que este asunto pinta mal. Me sabe mal decirlo. Jamás he estado en esas tierras mágicas y algún día me gustaría ir, a un país en paz, próspero, vital.
    Ojalá.

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    1. Sí que pinta mal, y la paz se puede hacer muy costosa. Aún así, gente que acaba de llegar de allí viene emocionada y contenta de haber ido.
      Saludos.

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  2. Decía, porque se me ha borrado el comentario, que mal queda sin esa aclaración...

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  3. Hay algo aquí que tiene cierto aire de familia con nosotros los españoles. Un tira y afloja entre dos visiones enfrentadas. Espero que no desemboque en una ira de los unos contra los otros. Pues, al final, todos deben convivir juntos.

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  4. Los enfrentamientos fratricidas son moneda corriente en muchos paises, sobre todo si las iglesias están por medio.Bendiciones para los que creen en la convivencia respetando al vecino.
    Saludos.

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  5. No he visitado ese país aunque me gustaría pisarlo algún día. Tal vez entendería con un poco más de cercanía ese mundo. Deseo, al igual que tú, soluciones de concordia y de paz para todos sus habitantes. Sin embargo, nunca entenderé el fanatismo que llevó a atacar a Naguib Mahfuz por grupos radicales islámicos. Su pecado, estar comprometido social y políticamente además de ser buen escritor. Lo dicho, tal vez si pisara el país, entendería un poco más a su gente, su desenvolvimiento y sus luchas. Tu reclamo ha sido generoso de tu parte, toda vez que has vivido in situ su perspectiva. No me aparece el video así que no lo puedo ver. Una pena. Saludos.

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