18 marzo 2014

El camino del corazón

La década de los 60 está despidiéndose, el mayo del 68 mostró oscura tierra bajo sus adoquines a los que esperaban encontrar allí la playa, la imaginación fue deglutida por el poder, y los libros de los nuevos filósofos envejecieron al mismo ritmo que crecían las flores y las greñas de los hippies. Era obligado encontrar nuevas utopías, descubrir ignotos derroteros, conocer otras pieles, inhalar otros humos … Estambul, Benarés, Katmandu. Seguir “el camino del corazón”. Y eso hace Fernando Sánchez Dragó a sus 32 años, y nos lo cuenta con puntilloso detalle en las 279 páginas de su libro.
Leí este libro en 1991; releí fragmentos años después… Necesitaba un repaso completo y he vuelto a él estos días sin dejarme una línea. Su autor -placentero aroma libertario para unos y rancio aire para otros- se autodefine como barroco, pero admite un sinfín de calificativos más; y ahí lo dejamos. Su pluma, como su labia, es rayo que no cesa, manantial inagotable de tinta hecha palabra sustentada en lo vivido.

Son sus páginas balizas de un viaje de occidente a oriente, jalones para llevarnos al interior más personal, guías de como los tropezones se hacen conocimiento, de como lo evidente se hace oculto y lo escondido diáfano. Es el caminar de un inquieto y curioso viajero que va topándose con personajes peculiares: todos ellos enseñan; todos ellos hacen añicos el vulgar andar de los dogmáticos, de los que están de vuelta por no haber ido a ninguna parte, de los que han puesto ruedas a su poltrona, de los que gozan con mañana repetir el hoy.

Tiene esta novela mucho de camino: largo deambular por regiones lejanas con ancha perspectiva de itinerarios. Y mucho tiene de corazón: golpeteo febril de juventud,sentimiento de lo trascendente que conduce a su autor a la búsqueda de lo elevado sin un rumbo determinado. Es a éste a quien la propia búsqueda le lleva a la sabiduría, y ésta la que no le permite detenerse y le instiga a trepar el árbol de la vida, alimentado por la misma savia que

Una buena parte de quienes esto lean ya conocerán a Dragó y su obra, otros sólo al primero, y quedarán algunos que ambas cosas ignoren. Yo dejo aquí el recordatorio de un camino y un sentir del corazón y cada uno haga de su capa un sayo. A mí me avivó la memoria, me distrajo, me enseñó y, como garrocha de picador, estimuló mi piel ajada.

4 comentarios:

  1. La verdad, siempre tuve en mi memoria la frase que "teoricamente" dijo Sánchez Dragó cuando ganó el PSOE por primera vez las elecciones generales; más o menos dijo que si éstos van a gobernar España, yo me destierro.
    Como (confieso) nunca lo leí, me imaginé que era un rancio facha irremediable.
    Voy a leer este libro y entonces tendré más conocimientos para no equivocarme en mi calificativo a su obra y a su persona.
    Gracias por la estupenda exposición, me hizo pensar en lo fácil que es demonizar a una persona, sin mirar dentro de su obra.

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  2. Ya todo lo dices tú, Jose. Así que hablaremos de esto más adelante. Mucho me alegra que te haya gustdo el post y agradezco su lectura.
    Un abrazo.

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  3. Soy de los que solo conozco (por tv, entrevistas... ) al autor. Un personaje inclasificable pero que resulta atractivo por diferentes razones.

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  4. Así es dafd. Tratar de definir a Dragó es como pretender ser exactos al contar el número de ramas de un árbol frondoso. Si se le lee se entienden más cosas. Gracias por la entyrada.

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