Seis meses más tarde, El Club de Lectura de la Vaquería de Violeta Dávila, en Madrid, me invita a una de sus reuniones donde serán comentados los libros de David Jiménez y él estará presente. Para entonces yo ya los había leído. A la hora en punto mi dedo hacía sonar el timbre del chalé elegido para la charla y que desinteresadamente uno de los habituales a estos eventos había ofrecido (gracias Rafa). No tardó en llegar el corresponsal del diario El Mundo en Asia por más de 15 años… Sin aspavientos, natural, cortés y contento: unos días atrás le habían concedido una beca en la Universidad de Harvard que le obligaba a cambiar Asia por América durante un año. Ya el sol se acercaba a poniente cuando nos sentamos en la terraza a escucharle. Nos pormenorizó detalles de sus libros, acicates y trabas para escribirlos, esfuerzo realizado y esperanza de buen futuro. Comimos emparedados, bebimos vino y cerveza, comentamos, opinamos y preguntamos. No olvidamos hablar del porvenir del periodismo y de su ética. Casi cuatro horas más tarde nos despedíamos; deseándole feliz estancia en Boston y prometedor retorno a España. La ciudad dormía y yo sentía el regocijo de un día aprovechado, la satisfacción de haber conocido mejor a este hombre: su mesura, su decencia, su agudeza de bizarro reportero, y, sobre todo, su discreta humanidad.
Dentro de unos días se hará cargo de la dirección de uno de los periódicos más leídos en España y tal tarea en poco se parece a lo anteriormente realizado. No dudo de su valía, tesón, entusiasmo y capacidad de trabajo, pero el devenir periodístico está lleno de nubarrones amenazantes y vaticinios turbulentos… ¡Suerte, maestro!
Caramba, lo iba leyendo pensando, "ah, un nombre interesante", pero no pensaba yo en un poderoso nombre.
ResponderEliminarBueno, los adjetivos que usas para definir a Javier Redondo se podrían resumir en "mesura", muy rara cualidad ésta.
Saludos.
Pues qué interesante, tener a mano a un corresponsal en Oriente. Los corresponsales tienen mucho vivido y, claro, analizado. Ellos no solo pasan por las zonas, las escuchan para exponérnoslas luego a nosotros. Son nuestros ojos y oídos en esas zonas. Es gente especial.
ResponderEliminarPues sí, dafd: son gente especial. Y cuando pueden comentar en un ambiente relajado lo vivido, pensado y visto en esas tierras te atrapan la atención y te instruyen. Aún encima te lo amplian con parte de su vida privada que le da una mayor consistencia a lo dicho.
EliminarSaludos.