Mañana de sol radiante en Oxford. Un joven médico se sube al tren que le llevará a una entrevista de trabajo. El viaje es largo -unas siete horas- y conforme se acerca, el tiempo va empeorando. Cuando llega, el cielo es tan oscuro que parece de noche, la lluvia es fría, pesada y se hace eterna. El hospital donde va a hacer la entrevista es triste como el clima: un edificio viejo de piedra ennegrecida por la polución y con hierbajos saliendo entre las grietas. La entrevista transcurre en una sala con luces fluorescentes y olor a sótano. Cuando el candidato sale, ya ha decidido que, aunque le ofrezcan el trabajo, no volverá a pisar la ciudad. Pero si rechaza la oferta no le pagarán los gastos del viaje, así que, en lugar de coger un taxi, decide volver a la estación en autobús.
La lluvia no para, el viento hiela y el bus no viene. Cada vez más derrotado, el médico aguanta. Por fin, llega el autobus. Mala suerte: en esta ciudad solo te puedes subir si tienes el cambio justo, y él lleva todo en billetes. El conductor le dice que le deja subir si consigue las monedas o alguien le fía el viaje, después se gira y grita “¿Alguien le paga el billete a este chico?”. Dos hombres jóvenes se levantan; van desaliñados, con chándal viejo y poca higiene. Ambos ofrecen el precio y uno lo paga. Agradecido, el médico se sienta a su lado. Hacen una pareja curiosa: un universitario bien parecido de Oxford con traje caro y corbata, y el barriobajero albino que le ha pagado el pasaje. Para sorpresa del inglés, la conversación se anima rápido. Las buenas historias se suceden y, cuando llega a su destino, las costillas le duelen de tanto reír. Antes de entrar en Central Station mira hacia arriba: como en una película, las nubes se han ido y el sol vuelve a lucir.
Noche de lluvia en Buchanan Street |
Esta tarde, el venerado médico cerrará la consulta y se irá, por última vez, en un Ford Ka de segunda mano que huele a fish and chips.
Sólo en Glasgow.
Holaa! :)
ResponderEliminarMe ha gustado mucho el blog y me encantaría hacer un intercambio.
El mío trata sobre el derecho, carrera que empiezo este año =)
¡Que bonita puede ser -es- la VIDA!
ResponderEliminarSaludos desde esta "gris" Galicia.
Preciosa historia
ResponderEliminarproderecho: lo siento pero el intercambio de enlaces no es nuestro estilo.
ResponderEliminarAnónimo: es bonita, sobre todo, para el que sabe dónde mirar. Me parece que muchos de nosotros hubiésemos pagado el taxi, o no hubiésemos puesto interés en la conversación del "jicho".
P.Corral: me alegro que te guste. Parece casi un cuento, pero ya conoces la ciudad y sabes hasta que punto la historia es típica. Sobre todo el detalle de que haya clases pero no "lucha de clases".
No he estado en Glasgow, pero me ha conmovido esta historia. Una historia llena de vida y dedicación. Me ha gustado la manera en que ha sido contada. Estoy empezando a leer este blog que me está cautivando. Gracias y un saludo.
ResponderEliminarMuchas gracias a ti, tanci. La escribí casi nada más oírla, para capturar al máximo la forma en que el médico la contó. Me parece que a él le quedó mejor pero claro, es suya :-)
ResponderEliminar¡Ala! ¡Igualito que pasaría en España...
ResponderEliminarJuan Carlos, lo siento, me temo que me tienes perdida ¿a qué te refieres?
ResponderEliminarEn Londres, perdidos, buscando la dirección de un teatro se nos acercó amablemente un hombre que nos observaba y nos ofreció su ayuda. Le dimos las gracias efusivamente por su ayuda y él nos contestó (traduzco)"oh de nada...soy escocés".
ResponderEliminarHe de decir que al principio ese hombre no nos inspiró mucha confianza ya que olía a alcohol y no iba muy limpio, pero fue la única persona que se prestó a ayudarnos.
Al año siguiente estuvimos en Escocia, Glasgow y entonces supe el porqué.
Oscar
Hola Oscar, bienvenido.
ResponderEliminarEfectivamente, es algo que se aprende rápido. Además lo tienen a gala.
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