En toda ciudad española es frecuente que algún mendigo te demande una limosna, que alguien te ofrezca unos pañuelos de papel, que te soliciten unas monedas por una demostración de mimo o por la interpretación de una pieza con cualquier instrumento. Todo esto me ha ocurrido repetidamente, pero hoy fue algo nuevo:
En un folio enrollado y atado con una cinta añil, un joven vendía sus versos por veinte céntimos.
Sin titubeos, alargué la mano con la moneda y recibí el poema, al mismo tiempo que se me advertía que si no me gustaba se me devolvería el dinero. Calle abajo, mientras trataba –no con pocas dificultades- de liberar de su atadura a las palabras, pensaba satisfecho en mi compra, pues consideré que la cantidad abonada no pagaba la diligencia necesaria para enfrentarse con el inmaculado papel y dar forma, mejor o peor, a unos pensamientos.
La calidad y cantidad de arte poético puesto hoy en vía pública lo dejo a vuestro juicio, yo ya ponderé el precio.
No me suele gustar la poesia, y no entiendo mucho del tema pero a mi me parece bonito!jjejeje
ResponderEliminarUn besazo!
Tremendo poema, triste y...
ResponderEliminarHas tenido un buen gesto al cambiarlo por una moneda. Una de tantas y tantas formas de sobrevivir.
Un abrazo.
Esto de la poesía es algo muy, muy subjetivo. Lo que le gusta a mi madre no tiene que gustarme a mí y viceversa.
ResponderEliminarEstos versos del caballero Plieskiin nada mal están. Quizás no sean como los de Machado, pero su relación calidad-precio es sin duda brutal. 20 céntimos.
¿Los directores, autores acabarán vendiendo sus obras en la calle? ¿No es eso lo que hacían algunos trobadores, aunque en castillos y plazas de mercado?
Volver a empezar.
Saludos.
A mí el poema no me gusta demasiado, pero la idea y la iniciativa sí :) nunca viene mal cambiar por unos céntimos un papel enigmático que puede cambiarte el día :D
ResponderEliminarY si no fuera por cosas así, el mundo sería más triste. Sin exageraciones genialoides y autenticidad, me gustan estas cosas :)
Saludos.
El poema en sí me parece duro, fuerte y con una carga emocional angustiante. Es lo que me ha transmitido. Luego el tener la iniciativa de venderlo para sacar unos "céntimos" es la otra cara de la moneda...desea irse y sin embargo hasta el final prosigue su lucha. Una manera de sacarle provecho a la misma vida que te ha dado la espalda.Un poema, una ilusión. Unas palabras, una creación. Unas monedas ¿mayor valoración?.
ResponderEliminarUn saludo Demián.
Gracias a todos -Juliet, don fernando, Igor, Explorador y tanci- por vuestra visita y comentario.
ResponderEliminarTambién con todos, en general, de acuerdo con lo dicho; y con Explorador en plena sintonía.
Al poeta, en la calle lo encontré y allí lo dejé, quizá otro día haya enlazado unas cuantas palabras más y volvamos a hacer negocio. Os tendré al tanto.
Saludos.
bonitos versos.
ResponderEliminarA mi también me gustan mucho estos versos.
ResponderEliminarHola Demián
ResponderEliminarLo cierto es que yo ví al mismo poeta en la misma calle y a diferencia de tí ... no se lo compré.
Sí comenté: sólo el trabajo de escribirlo y enrollarlo ya vale los 20 céntimos.
Me recuerda una historia que contaba mi abuela acerca de un señor que se puso a vender duros a cuatro pesetas en la Rambla Cataluña, décadas ha, y no vendió casi ninguno. Yo, de niña, al oir esta historia, pensaba...¡¡si lo llego a ver yo!!
Pero no ha sido así.
Aunque sepamos que existen, podemos pasar al lado de los duros a cuatro pesetas.
Abrazos.
Gracias Jordim, Yaivi y Aire por vuestra entrada.
ResponderEliminarAire.- La desconfiaza es tanta que ya por inercia decimos NO. Pues otro día se repitió el encuentro y volví a comprarle: el poema me gustó mucho más.
Un placer verte por aquí.
Un abrazo