01 junio 2011

Entre dos lagos

Este año en Escocia la primavera viene con poca gana pero, como dice un refrán local, "no existe el mal tiempo, sólo la ropa inapropiada". Así, este fin de semana lo pasé entre los lagos Fyne y Lomond, en la reserva natural de Trossachs.

La primera parada fue en Inveraray, un pueblo en blanco y negro a orillas del lago Fyne.
No hay tiendas, ni hoteles de grandes cadenas. No hay discotecas. Olvídate de comer después de las nueve de la noche. El restaurante más exótico es un indio que acaban de abrir. No está mal. Tras una cena temprana, una corta caminata por el paseo disfrutando de la quietud del lago, y a cama.


Inveraray fue creado entre 1777 y 1800 por un arquitecto llamado Robert Mylne. Se conserva más o menos como lo dejó. Bueno... casi.
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Loch Fyne, además de por su quietud, es popular por su marisco. Uno de los restaurantes más conocidos de Escocia es el Loch Fyne Oyster Bar. Es caro y, para una gallega, muy, muy normalucho. Tras una visita a la tienda con la vana esperanza de que hoy la fama fuese justificada, salimos hacia el lago Lomond.

Loch Lommond es el mayor lago del Reino Unido y uno de los más visitados. Uno de los cruceros que salen de Tarbet lleva a la bahía de Inversnaid. Desde ahí se pueden hacer varios paseos por los bosques cercanos.

Las cataratas y riachuelos rodean el camino. La lluvia de los últimos días hace que, a veces, los riachuelos sean el camino.


Los bosques de roble recuerdan historias de Walter Scott. No es casualidad. El autor conocía estos senderos, que también recorrió el legendario Rob Roy, conocido como el Robin Hood de Escocia.


Lluvia, sol, cataratas y miles de campanillas azules. Todo en una intensa caminata de una hora. Es una diminuta introducción a la West Highland Way, el sendero de más de ciento cincuenta kilómetros solo apto para gente con ropa muy apropiada.

Antes de volver a casa y tras el intenso paseo, rematamos el día en Ballyhennan (antiguo Ben Lomond), un excelente restaurante de cocina casera escocesa en Tarbet. Aun recuerdo el bocadillo de pollo al horno, la sopa de tomate y pimiento y el postre de scone con mermelada de fresa y natillas al horno, rociado con salsa acaramelada "butterscotch". Decadente, pero de alguna forma habrá que empezar la semana.

6 comentarios:

  1. Pero Dios ¿cómo me nombras esos scones con mermelada de fresa y esas natillas al horno?. I can´t avoid them... ¡son mis preferidos! El recorrido magnífico. Los bosques invitan a penetrarlos esperando encontrar a Robin Hood detrás de algún arbol.Las fotos quedaron estupendas con muy buen contraste y los mariscos... ¡ejem !habrá que volver a Galicia para comer los más exquisitos.Todo un recorrido para los sentidos y, tal vez también, para el alma. Saludos Miércoles.

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  2. Después de este paseo por bosque y gastronomía, claro que se empieza la semana maravillosamente. Con tal experiencia es obligado pensar en el próximo finde para seguir con otro paseo similar. Me ha gustado mucho el repor. Un abrazo.

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  3. ¡¡Qué hambre!! ¿No hay bocadillos de pollo al horno por aquí???
    Me he reído con ese orgulloso comentario de que para un gallega ese famoso restaurante es "normalillo"....
    Magníficas fotos. Parece que estés tocando el fin del mundo, un lugar no demasiado civilizado. Me gusta.
    Saludos.

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  4. tanci: pues sí que me planteé no decir nada de los scones :-). No eran natillas al horno por un lado y scones por otro. Era un postre tipo "bread & butter pudding", cambiando el pan y pasas por scones y mermelada. Una buena forma de darles salida si están resesos.
    El contraste de las fotos viene precisamente del tiempo variable, parte del encanto del paseo fue ver como cambiaba el paisaje según se movían las nubes.

    don fernando: tampoco es cuestión de abusar de lo bueno. El próximo fin de semana, a hacer recados. El siguiente ya se verá...

    Igor: un montadito de lomo es un sustituto muy digno.
    El comentario tiene más de decepción que de orgullo. Cuando mucha gente dice que el sitio es bueno y no lo es, te quedas algo chafada. Hay muchos otros con menos fama y pescado (marisco no tanto) superior al gallego.
    Tu sensación de tierra salvaje es muy acertada. Es posible que aquí haya más escépticos del "efecto invernadero" que en cualquier otro lugar de Europa. Paseando por lugares tan aislados (que aquí son norma y no excepción) entra la duda de si los humanos somos realmente tan influyentes. Ya lo he oído varias veces.

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  5. Supongo que ya estás acostumbrada, a mí me parecen paisajes de cuento, de película, puro exotismo de otra época. Los caminos, las cascadas...bueno, pero es que encima lo de los bocaditos luego ya es abusar :D

    Bien pensado, creo que es difícil acostumbrarse a cosas así, afortunadamente.

    Besos :)

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  6. Si, es difícil acostumbrarse. Sobre todo porque las estaciones son tan marcadas que el mismo paisaje no dura mucho.

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