Situada en la ribera del Ganges, recibe de éste su carácter sagrado, de tierra empapada de espiritualidad y señalada por los dioses.
Cada día, en la orilla del río, cuando las tinieblas van cubriendo sus tranquilas aguas, tiene lugar una ceremonia... Y en ella estuvimos.
Llegamos al lugar después de un trecho recorrido en rickshaw y otro caminando. En el primer tramo, cada triciclo va a la zaga del anterior y marcando el camino al siguiente, formando un largo gusano que serpentea por las estrechas calles entre los peatones, motocicletas y animales. El tramo final lo hicimos a pie: imágenes, sonidos y olores tomaron más fuerza y cercanía. Casi en “fila india” vamos sorteando personas, animales y cosas... excitándonos más a cada paso y expulsando las toxinas acumuladas en nuestro cómodo vivir occidental.
Cuando alcanzamos el río la atmósfera es de festejo y culto. Una tribuna elevada da vista a una calle atestada de gente y en la que desembocan otras con intenso fluir de seres. En ella, pegando al río, siete tarimas presididas por un pequeño ara serán el escenario del ritual crepuscular.
Ocupamos los asientos y una liturgia de danza, fuego, incienso y música comienza. Los oficiantes, de llamativo color azafrán, hacen piruetas con sus cuerpos y garabatean en el aire complicadas figuras de oro con sus antorchas y candelabros. Los altavoces lanzan sones sagrados al cielo y el incienso carga la atmósfera de un aroma penetrante que nos arroba. Un halo de intimismo y fervor se expande por el lugar, cae la noche, y Shiva colma de gracia a sus devotos en el baile del universo.
Concluye el acto, y del recogimiento pasamos a enfrentarnos de nuevo con el intenso vibrar de las calles y el ensordecedor concierto de bocinas. Hay que retornar al hotel y reponer sueño y fuerzas ya que a las cuatro treinta de la madrugada volveremos al mismo sitio para ver y “vivir” el amanecer en el Ganges.
(Mi agradecimiento a Miriam por sus fotos.)
Bonitas fotos e interesante relato. Sin embargo todo eso me suena a... "preparado para los turistas". Puede que me equivoque pero me da la impresión de que a un "occidental" solo le gustan esas cosas y esa cultura solamente un ratito. Un abrazo.
ResponderEliminarHe descubierto tu blog por medio del concurso de 20 minutos. Me encantó. Te deseo mucha suerte en tu categoría.
ResponderEliminarInteresantes tus temas, he revisado viajes, Galicia y Sahara. Continuaré investigando.
Saludos de un nuevo seguidor tuyo, EL DIVÁN DIGITAL.
Algún día me gustaría poder contemplar tantas cosas maravillosas con mis propios ojos, de momento me conformo con vivirlas a través de vuestros ojos. ¡Gracias!
ResponderEliminarDon fernando: Tú pensamiento es el mio. Una cosa es ir de visita y otra "para quedarse" Sólo un deseo de entrega a los demás, creo yo, hace opción viable lo segundo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Diván digital: Bienvenido y me alegra que te encuentres a gusto entre nuestras líneas.
Azur, gracias por el crédito que das a nuestras impresiones y criterios.Espero que tu confianza no sea defraudada.
Saludos
Leyendo tus artículos se reviven muchos momentos, es una ciudad que embruja a pesar de sus dos caras como nos dices en el artículo "la pobreza" y esa "atmósfera de festejo y culto" que te hace ser partícipe de su cultura. Sin duda volvería a repetir este viaje. Precioso artículo!
ResponderEliminarAl igual que Don Fernando comenta, en un principio me invadió la sensación de que estábamos ante un espectáculo preparado para turistas. Conseguí, sin embargo, trasladarme a tiempos remotos, aislarme del bullicio que veíamos desde nuestro lugar privilegiado en la tribuna y logré mediante la música, las danzas y el penetrante olor a incienso agradecer yo también a los dioses el regalo del día que casi tocaba a su fin, por lo ya experimentado y por aquello que nos quedaba por descubrir en las jornadas venideras. Agradecí estar viva. Frente al Ganges...casi nada.
ResponderEliminar